Capítulo 20

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Me quedé helada por lo que había dicho en ese instante.

- Eso lo dirás porque estás borracho Iván.- Me sacudí por el frío.

- Estás helada Nora, deberías cambiarte tienes toda la ropa empapada de agua.

- No pasa nada.- Le dije sin importancia, aunque lo necesitaba, una ducha caliente y algo para calentarme.

Aparté un poco el pelo que tenía en su cara y ví como en su ceja tenía un trozo de cristal incrustado en la herida.

- Dios mio Iván ¿pero qué te ha pasado?-Le dije asombrada.

- Me partieron una botella en la cabeza.

- Oh Dios...- Intenté sacarle el cristal pero empezó a quejarse.- Vale necesito quitarte el cristal. Voy a bajar a la cocina a por hielo, tu mientras tanto búscame una aguja, hilo fuerte y un mechero. Voy a coserte la herida.

- ¿Estás loca? ¿Cómo me vas a coser eso?- Dijo levantándose de golpe.

- Mi tía es enfermera y de pequeña me enseñó varias cosas.- Le respondí a medida que bajaba las escaleras.

En la cocina, abrí el congelador y cogí un puñado de hielo, los puse encima de un paño y lo até para que no se saliesen. Al subir arriba, vi como Iván abría en su cama un canasto con hilos, trozos de tela y agujas.

- ¿Tienes el mechero?- Le pregunté escogiendo una aguja.

-Sí, aquí lo tienes.

- Bien, colócate esto lo más cercano a la herida.- Le informé mientras le ponía el paño con los hielos en la ceja.- Calentaré la aguja para doblarla y curvarla.

Coloqué la aguja encima de la llama que desprendía el mechero y con unas pequeñas tijeras de costura la empecé a curvar. Las agujas para coser la piel deben ser curvas para que se pueda juntar los dos extremos de la piel; por eso necesitaba calentarla y doblarla.

-Vale, ya la tengo.- Apagué el mechero y desinfecté la aguja con un poco de alcohol.- Te voy a tocar la zona donde te has puesto el hielo para ver si sientes algo.

Apartó el hielo y con pequeños toques iba dándole cerca de la herida y para mi suerte, no notaba dolor ninguno, le dí un poco más fuerte y tampoco. Con esto conseguí de manera natural anestesiar la zona.

-Bien, ahora necesito que por favor estés lo más quieto posible.- Dije preparada ya para quitarle el cristal y coser. Se notaba un poco de inseguridad en sus ojos.- Confía en mí, no te va a pasar nada.

En ese instante, quité el cristal de su ceja y comenzó a salir mucha sangre. Rápidamente le coloqué el paño del hielo justo debajo para que absorbiera la sangre. Iván lo agarró para que yo le pudiese coser la herida sin ningún problema.

-Allá voy.

Uní las dos partes de piel con una mano y con la otra iba cosiendo la herida. De vez en cuando escuchaba unos gemidos de dolor que Iván no podía reprimir. Sé que el hielo puede anestesiar, pero no hace milagros y también su efecto es de poca duración, por tanto debía darme prisa. Finalmente, conseguí coser la herida y esta dejó de sangrar.

- ¿Estás bien?- Le pregunté preocupada a Iván.

-Sí, gracias. Estoy bien.

- Me alegro. Pues necesito que aguantes ahora un poco el dolor porque te tengo que curar eso.

Partí un trozo grande de algodón y lo humedecí en bastante alcohol. Le dolería bastante, pero si no lo hago se le infectaría y seria peor.

-¡Joder!-Gritó.

- Lo siento, pero si no se te infectará.

-Está bien. Continúa.

Me miraba a los ojos, viendo como lo curaba. Esos ojos verdes penetrantes y seductores que a toda chica le gusta. Durante todo el momento no dejó de mirar los míos, se concentraba solo en eso, en mis ojos, y por alguna extraña razón me gustaba, esa sensación que me producía me gustaba.

Cuando terminé seguía mirándome, acercó su mano a mi cara y me la acarició lentamente. Su pulgar pasó por mi labio inferior haciéndome producir cosquillas en el estómago y cuando se acercó a mí después me dijo.

- Me gusta como te queda ese vestido de flores, estás muy guapa.- Sonrió.

Me quedé impresionada por lo que me había dicho otra vez, pero por desgracia me empecé a poner colorada.

- Gra, gra, gracias...-Le conteste mirando hacia el suelo.

-Y cuando te sonrojas te ves muy mona.- Me volvió a sonreír.

Le devolví la sonrisa y empecé a temblar de frío por segunda vez. Todavía seguía con el vestido y el pelo mojado y como no me cambiara acabaría estando enferma.

-Deberías darte una ducha caliente y cambiarte.-Me sugirió levantándose de la cama y abriendo su armario para darme algo de abrigo.- Ten, una sudadera. Seguramente te quede algo grande.

-Gracias Iván.- Cogí un pijama de mi habitación y me metí en el baño.

Me miré al espejo y estaba pálida, los labios morados por el frío y con las manos manchadas de sangre de Iván. Estaba hecha un desastre. Me lavé las manos para quitarme la sangre, después me quité el vestido y lo dejé en el cuelga-toallas para que se secara y por fin me metí en la ducha.

Sentir el calor del agua en la piel me gratificaba.  El contraste del calor del agua con mi fría piel, provocó una pequeña niebla en el baño. Me quedé unos 15 minutos para que entrase en calor y cuando ya terminé, me salí.


Narra Iván

Me estaba recuperando del alcohol, veía mejor las cosas y ya no me daba vueltas la habitación. Preparé mis cosas para ducharme después de Nora y vi que se había olvidado la toalla por segunda vez. Me eché a reír recordando la primera vez que se duchó en mi baño, tomé la toalla y abrí con cuidado la puerta.

El baño desprendía un calor intenso y olor exótico, además de una densa niebla que dejaba ver poco la habitación. Antes de colocar la toalla en el baño, observé como un cuerpo femenino se echaba crema sobre su piel. Esa piel poco bronceada por los rayos del sol. Se encontraba de espaldas a mí, la niebla recorría su cuerpo dejando ver sólo sus largas piernas algo musculosas, su pequeña cintura y su espalda.

Nora tenía un cuerpo precioso, ni hasta la modelo más perfecta del mundo tendría ese cuerpo tan bello. Esas curvas tan delicadas, esa piel suave... se veía preciosa.

Salí sin hacer ruido para que terminase tranquila y me dí cuenta de que estaba sonriendo como un tonto. ¿Estaré enamorado de Nora? No creo, sólo me gusta como es y me gusta su cuerpo.

Me senté en la cama esperando a que saliese y a los cinco minutos salió.

- ¿Qué tal me queda?-Me preguntó.

Llevaba mi sudadera de Thrasher negra y le llegaba un poco más arriba de las rodillas. Le quedaba bastante bien y se veía algo sexy.

-Muy bien, te queda muy bien.- Le dije con una sonrisa.- Me toca ducharme.- Me adentré al baño pero me giré.- Esta noche duermes conmigo.







Y hasta aquí el capítulo de hoy. Nos esperan todavía muchos secretos y descubrimientos en esta historia. ¿cómo reaccionará Nora a lo que ha dicho Iván? En el próximo capítulo lo sabremos.

Voten y comenten que les pareció este capítulo.

Os quiere.
Vuestra escritora favorita.

Niñera durante un verano | S.J. | Cancelada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora