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5 de enero, 2014.

-Jungkookie, hijo, ya llegamos.

Siento como alguien me sacude levemente tocando mi hombro, sin abrir mis ojos me quito los audífonos y me incorporo, estiro todo mi cuerpo soltando un bostezo, restriego mis ojos con mis dedos y por fin, abro mis ojos.

Noté que mi madre me miraba divertida, posiblemente mi cabello estaba despeinado y mis ojos seguían chiquitos evitando la luz, mire mi alrededor girando mi rostro de lado a ladp y por fin fui conciente de la situación, el auto estaba estacionado frente a una pequeña casa de paredes blancas y ventanales amplios, gire mi vista nuevamente y observe a mi madre sorprendido, ella solo asintió con su cabeza.

Habíamos llegado.

Me bajé del carro con torpeza y rapidez, por primera vez en tantos años sentí una tranquilidad profunda que me llenaba de alegría. Mi madre siguió mis pasos y con mucha lentitud abrió la puerta del nuevo apartamento.

Ambos estábamos quietos, sin decir una sola palabra, observamos por segundos aquellas paredes blancas, los muebles de variados colores pasteles, el patio trasero, todo. Cerramos la puerta detrás de nosotros y dejamos las maletas en el piso, observé detenidamente a mi madre, ví en ella cada moreton que fue mal tapado con maquillaje y sentí un punzón en mi pecho. Ella me miró a mi y en cuestión de segundos estábamos en el piso llorando, riendo como locos, abrazandos, mirando cada rincón del lugar temiendo que todo fuera un simple sueño y que en realidad, siguiéramos en aquel infierno.

No se cuanto tiempo estuvimos allí, tal vez horas, pero cada palabra que dijimos quedó grabada en mi mente.

-jungkookie, este es nuestro hogar- dijo ella con su voz aún entrecortada, me apegó más a su cuerpo con un abrazo- nunca vuelvas a pensar que estas solo, ahora somos una familia, nada saldrá mal mientras estemos juntos.

Se veía tan decidida con cada palabra que soltaba de su boca, yo solo asentia con mi cabeza múltiples veces, seguía riendo y de reojo pude ver las cicatrices de mis brazos, en ese momento me prometí a mi mismo que hoy todo cambiaría, jamás vería otra cicatriz en mi cuerpo.

Ambos nos levantamos limpiando nuestros rastros de lágrimas, nos prometimos mutuamente que ser felices, estariamos siempre juntos, no permitiriamos que nadie nos volviera a hacer daño.

................

Dejamos las maletas en nuestras habitaciones correspondientes, organizamos las pocas cosas que traíamos con nosotros desde Busan y cuando menos lo notamos ya había caído la noche.

El silencio dominaba el lugar, pero no era para nada incomodo, era más bien relajante estar en aquel silencio, me alegraba que aquellos gritos y peleas que vivía a diario en Busan solo fueran ecos que estaban en mi memoria y que no regresarían.

Comimos tranquilamente, de vez en cuando compartíamos miradas y reíamos.

Sentí la mirada de mi madre sobre mi y también la miré, noté que estaba viendo con nostalgia cada línea horizontal que estaba en mi brazo, luego miró mi rostro con una sonrisa melancolica y tomó mi mano, antes de que pudiera decir algo me decidí a hablar.

-te prometo que desde hoy lucharé por ser feliz- le di una sonrisa decidida.

En aquel momento no sabía el peso de mis palabras.


-hijo, estoy orgullosa de ti- ella rió levemente y secó con su antebrazo las nuevas lágrimas que habían escapado de sus ojos.

El resto de la cena fueron risas, hablamos de cualquier cosa menos de nuestro pasado, ahora solo queríamos sonreírle al presente un desear lo mejor para un futuro. Acabada la cena familiar, nos dirigimos a nuestras habitaciones y nos cambiamos, cuando me acosté solo pude mirar por minutos el techo, suspiré pesadamente y me dirigí a la habitación de mi madre, con cuidado me acosté a su lado y la abracé, la rodee con mis brazos con extrema delicadeza.

Ahí me hice a mi mismo una segunda promesa: no volveré a dejarla sola nunca más.


Promise || Taekook ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora