4. Utopía

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23 de febrero-2014

Es domingo, ni siquiera ha pasado una semana, es tan extraño y doloroso, aun parece irreal.

-Jeon... Jeon?

Poso mi vista en la mujer de uniforme policial que se ubicaba frente a mi, no respondo. Ella prosigue al ver que mi por fin tenía un poco de mi atención.

-Sabemos que tu tía a cuidado de ti en estos días, pero ella no es de Seúl y lo sabes- suspira sobando el puente de su nariz y continua- entendemos que es algo difícil y que no es el mejor momento para preguntarlo, pero esto es algo urgente Jeon, es tu decisión...Quieres irte de Seúl y vivir con ella a Daegu?

Nuevamente los recuerdos y emociones de aquel día golpean mi mente, las palabras que le dije a mi madre antes de todo. Niego con mi cabeza y hablo en voz baja, como un susurro.

-quiero quedarme aquí.

Ella asiente dudosa.

-Si te quedas, tendrás que regresar a la casa, aun así estas seguro de que quieres quedarte?

-si.

Ella asiente más segura.

-Tu tía te estará visitando y apoyando económicamente, los ahorros de tu madre quedaran para ti y tus estudios, nosotros estaremos al pendiente contigo...

Suspiro pesadamente y me levanto. Realmente deseaba irme, pero recordaba la ilusión que mi madre tenía de aquella casa, de mi colegio, de todo. Ella dijo que este sería un nuevo inicio, nuestros planes no podrían desaparecer así.

Fue allí donde decidí sostenerme de aquella utopía basada en promesas, sabía que era algo inútil, pero al mismo tiempo inevitable.

..............

En aquel lapso del tiempo hasta el día de hoy vivi en una monotonía extraordinaria, todos los días había policías, psiqiatras, médicos, preguntas estúpidas, misas, funeraria, cremación. El tiempo estaba pasando y mi mente seguía sin poder tener conciencia completa de la situación. Desde aquel día no había vuelto a llorar, no entendía por qué ya no salían lágrimas, ni gritos, ni quejas, nada.

Delante de la puerta de la casa donde se crearon y destruyeron mis más grandes ilusiones tuve por un momento la esperanza de que todo sería como antes, pensé que al abrir la puerta mi madre me recibiría con los brazos abiertos, pero no ocurrió, lógicamente no ocurrió nada al abrir esa puerta, fue estúpido creer que si pasaria. Luego de caer en cuenta de las mentiras que había creado mi mente me dediqué a dar un vistazo detenido a cada rincón de la casa sin rastro alguno de que hubiera ocurrido algo, lo único que seguía allí era la rosa blanca.

Entré con pasos lentos, tome la rosa y la rompí en cientos de pedazos con una lentitud extraordinaria, mi rostro estaba inexpresivo.

-jamás te pertenecerá- susurré a los restos exparcidos por la mesa, creyendo que tal vez esa rosa blanca podría escucharme, podría cambiar el pasado, pero me di cuenta que no lo decía como una afirmación, realmente anhelaba que ese hombre desapareciera del mundo de mi madre, deseaba que ella pudiera descansar.

Sentí unos brazos rodearme y salí de mi mundo, giré mi rostro, era mi tía.

................

Nos sentamos en la mesa principal y charlamos por un buen rato, se notaba en sus ojos que también le dolía toda la situación, era la primera persona que no sentía pena por mi, ella entendía un poco mi dolor y eso me reconfortaba un poco.

Terminada la charla nos dirigimos a las habitaciones, al entrar sentí que desde hace años no entraba a ese cuarto, aunque solo hubieran pasado unos días sentia el lugar distante a mi. Me senté en la orilla de la cama recordando el primer día que pisé este lugar, sonreí adolorido. No podía llorar.

Antes de cerrar la puerta tomé a hobi, que había regresado a mi lado luego de estar al cuidado de mis primos, y lo recosté en la cama con delicadeza. Creí que me quedaría mirando al techo y recordando todo, llorando, culpandome, pero no fue así. Sentí una calidez única, sentí a mi madre y a mi hermano, los sentí en un cálido abrazo. Me levanté, fuí hacia la ventana y observe las estrellas por un buen tiempo, hace mucho no me fijaba en cuantas estrellas alumbraban la noche desde el cielo. Ví pasar una estrella fugaz, no pedí nada, no pensé en nada, solo cerré los ojos y me dediqué en apreciar aquella calidez que aún me acompañaba. Sentí pasar por mi mano algo húmedo y abrí mis ojos, hobi me estaba lamiendo y me miraba expentante. Me levanté y me acosté en la cama con el, cerré los ojos. Por primera vez en todo este tiempo pude dormir, deje a un lado los recuerdos de aquella noche del 18 de febrero y me dediqué a recordar la risa de mi madre, su alegría al ver la rosa que le regalé esa mañana.

Por primera vez en todos estos días el insomnio dejó de controlarme, después de tanto esperar mi mete por fin se quedo en silencio, luego de tanto esperar, por fin pude dormir.

24 de febrero, 2014

Sangre, dolor, gritos, muerte, miedo, culpa, rencor, lagrimas, soledad.

Abro mis ojos de golpe y me incorporo en la cama, mi corazón golpea fuertemente contra mi pecho, me siento mareado. El sol entraba por la ventana y daba directamente a mi rostro, me levanté y fuí al baño, al mirarme al espejo noté que estaba llorando pero al menos mis ojeras habían disminuido. Lavo mi cara sintiendo como poco a poco mi corazón retomaba su ritmo habitual, salgo de las habitación y observo el entorno, se sentía frío aunque el sol estuviera entrando por cada rincón.

La escena se repitió en mis sueños o más bien, en mis pesadillas, otra vez.

Luego de preparar algo rápido para mi y mi tía, salí de aquella casa al parque al que siempre iba desde que llegamos, era nuestro lugar favorito, pero ahora sólo yo podía visitarlo. Seguí la rutina de todos los días, me senté en el pasto y alimené a los patos que habitaban la zona gracias al gran lago ubicado allí.

No soy conciente del tiempo que había pasado en ese lugar pero noté como había cada vez más gente, giré mi vista y me sorprendí al ver la cantidad de personas. Extrañamente no me dió ningún ataque de pánico, me quedé observando el uniforme que todos ellos llevaban, era igual al mio. Hoy mi escuela iniciarían clases.

Noté que varias personas tenían su mirada fija en mi, algunas susurra bandade forma poco disimulada, pero era algo obvio, mi rostro apareció en todos los noticieros del país. por primera vez deje de prestar atención a las miradas y palabras de quienes pasaban por allí y mantuve mi mirada fija en dos chicos, ellos me miraron y sonrieron de forma amable, casi amistosa, no ví rastro de pena o asco en sus rostros.

Fue en ese momento que me aseguré de que no todas las personas eran iguales, parte del miedo desapareció.

Promise || Taekook ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora