comienzo

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-¡¡¡Daniella!!!-. Sobresalto al escuchar el grito. Prácticamente están derribando la puerta a patadas y apenas pudo abrir los ojos pegados del sueño. La luz del sol me está matando. Miro dificultosamente el celular ¡Maldita sea! ¡son las nueve de la mañana! de golpe me levanta de la cama y mis pies arden; tengo los ojos hinchados, y mi camisón rosa se ve intacto. Me palpo asombrada y sigo  tambaleante hacia la puerta, y detrás de ella me espera impacientemente mi bella madre. Enfadada, me lanza de mala gana la ropa. Gracias madre. 

-¡más te vale que te apures!  ¡Dahna!, ayer te pedí solo una cosa: ¡Que no te duermas! ¡carajo! ¡siempre tenes que dar la nota!¡Pierdo el avión y te mato!-.

Cierra la puerta y los vidrios de mi pequeña habitación vibran, sin vacilar  me dispongo a preparar las cosas, ya tuve suficiente regaño de parte de mi fastidiosa madre, observo la cama de mi hermana y ella ya no estaba. Muerdo mis labios comiendo la bronca,  salgo deambulando por el pasillo. Ruedo en el aire y caigo de espalda al suelo. Descubro hermosa valija en el pasillo. 

-  ¡Tenía que estar en el medio del pasillo! bien Daniella, buen comienzo-.

Adolorida me meto al baño, quedando boca abierta al mirar aquel espantoso reflejo en el espejo. Hasta los azulejos del baño parecen preciosos al lado de mi imagen, y eso que son espantosos. Miro atentamente mis ojos grises, ahora enrojecidos e hinchados del sueño ¡no puede ser! la mancha blanca en el iris del ojo izquierdo está más grande que nunca, me refriego la cabeza alterada, mordiéndome el labio inferior, pues Martina detesta esta mancha, y son inaguantables sus chillidos ¡¿Que más me podría pasarme hoy?! Bien mejor una ducha. 

Vestida con Jean, remera y los adorables converse negras voy directo hacia el living llevando el viejo bolso verde repleto como para sobrevivir casi dos meses lejos de casa. La verdad es que jamás he salido de vacaciones, esta es la primera vez, y llevo una tremenda mezcla de emociones: claro estoy feliz por salir más allá del pueblo, sería una gran aventura, pero a la vez, inquieta por experimentar los enteros días junto a mi familia. Bueno, la relación que tengo con mi madre es poca, y la poca que tengo es mala, muy mala. Temo pasar largos días con ella y con mi egocéntrica media hermana, la verdad es que siento que solo cambiaría el escenario de mi vida, y seguiré manteniendo los conflictos y diferencias con ellas, a eso temo, estar a merced de Martina sería una locura en público.

Bajo despacio las escaleras con un tremendo dolor en el estómago, temiendo de ella, de mi madre. Sí, tal vez porque sé cómo es ella. Y Daiana seguro gozara cuando me grite, y Samuel, bueno el novio de mi madre es el único que me cae bien, aunque apenas habla, es el que menos me incomoda.

Al llegar al living, se siente la vibración histérica del hogar: de Martina no es novedad anda de un lado a otro, y junto a ella mi preciosa y estirada media hermana, estaba mirándose sus uñas recientemente esculpidas, ella es una típica muñeca estereotipo con glamour, que lleva su platinado cabello largo hasta la cintura, de ojos celeste saltones, alta y delgado como un alfiler, posee una singular belleza, pero está totalmente vacía por dentro a excepción de su malicia, claro, que nunca la deja de lado. Junto a ella mantiene tres grandes maletas, todas repletas y casualmente del mismo tono con la que me choque. Paso a su lado ojeando las mismas, de verdad son lindas.

-vas a llevar eso ¿solo eso? eres un asco Daniella-, mirándome con desprecio de arriba abajo ¿porque a mí? Habiendo tantas almas perdidas en el universo y justo me vino a tocar a mí. Intento ignorarla y continúo el camino hacia el auto.

-¿ha donde crees que vas? ¡Nena!-. Habla Daiana gozando de sus palabras, de manera altanera. Ni comenzamos el dialogo, y me detengo delante de ella ya con poca paciencia.

Oscuridad desconocida #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora