Y vuelves a echarme de Trafúl...

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El día siguiente fue de lo más tranquilo, extrañamente me levante alegre, una influyente emoción que hace tiempo no transitaba. Baje a desayunar con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que llegue a la cocina en donde me esperaban mi madre y Samuel, amargados, simplemente se limitaron a saludarme, mi madre me mira de reojo y con muy mala cara. Mierda no deja de seguir mis pasos con su mirada, agarro la taza de la alacena, la pava aún tenía agua, tomo la taza tensa y casi vuelco el té, me incomoda que me mira tan alevosamente, trato de no levantar la mirada; pero ella no para de acosarme con su afilada mirada. Daiana aun dormía. Finalizado el desayuno, mi madre abandona su fría actitud, ignorándome por completo, un saludable alivio, al menos ya no tiemblo.

El resto del día fue exquisitamente tranquilo. Realizamos las tres restantes comidas en silencio, y goce de la lectura en paz en mí preciada habitación, saboreando un increíble libro: romeo y Julieta, adoro esta historia de amor. Pienso en como Shakespeare se le ha ocurrido semejante clásico. Sin llegar a una resolución miro la pila de libros que he traído, están uno arriba del otro sobre la mesita de luz, una colección de ellos: Hamlet, el señor de los anillos, cien años de soledad, y más, bueno tengo más libros que ropa, como para sobrellevar el encierro, claro por si caigo nuevamente en ello. A la noche, cuando estaba destinada para ir a la cama, luego de tomar un vaso de agua fría, se oye un silencioso golpe en la puerta de entrada, uno de esos que te hacen dudar si en verdad golpearon.

-voy-. Anuncio melódicamente.

Al abrir quedo petrificada, abandonando todo rastro de tranquilidad. Sujetándome del marco de la puerta con fuerza, intentando controlar mi inesperada ira.

-hola-. Hablaba tensa, entrelazando sus manos, y con la cabeza agacha, ella no me mira.

-hola-. Respondo abrumada, tenía a la testigo del dramático episodio en frente mío, sin olvidarme de su engaño nocturno.

-ahora ¿Qué quieres? -. Abro del todo la puerta con mala cara. Enfadada por lo de anoche.

-por empezar, quisiera que salgas-. Apenas termino de hablar, el asombro se me refleja en mi rostro pálido, pues ella alza su rostro y me mira con temor, a mí. Imposible. Aunque de todos modos asiento de mala gana. Apenas piso el jardín de la cabaña, tenía a Martina encima, se demoró unos treinta segundos. En cuanto vio a Zaira, no dejo de mirarla de manera impaciente, y nerviosa abandona la puerta, clavándome su sulfurada mirada.

-es tarde, ¡¿a dónde crees que vas?! -.

Irrita la manera controladora en cómo me habla, cierro los puños clavándome las uñas, detesto estos vergonzosos momentáneamente.

–lo siento señora De López, yo le pedí que saliera, es mi culpa. Necesitaba hablar con Daniella, en privado-. Le brinda una angelical sonrisa, y sus ojos azules se iluminaron mágicamente. Martina le devuelve la misma sonrisa embelesada con Zaira, parecía: maravillada, y los ojos de Zaira centellaron por una milésima de segundos.

–claro Daniella, ve con ella querida-.

Se quedan ambas mirándose como si fueran grandes amigas. Martina entra al hogar de buen ánimo, jamás la había visto así de alegre en mi vida, estoy realmente asombrada, no aparto mi vista de ella, hasta que cierra la puerta; y regreso la mirada a Zaira.

- ¿Qué le has hecho? -.

-bueno Daniella ¿quieres salir a caminar? O ¿te quedaras encerrada con tu preciada madre? - sonriendo desafiante.

– ¡vamos!-. Aún sin creerlo, me encamino a su lado a paso lento, con miedo. Caminando distantes una de otra, dirigiéndonos hacia el centro por calle de tierra.

Simplemente, no ambicionaba con romper el hielo, pues continúe enmudecida. Cavilando, sobre ese ardor que ya no existe. Y pensando, además, en el dominio que tuvo Zaira sobre mi madre, asombroso.

Oscuridad desconocida #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora