Noche de fiesta

141 44 2
                                    

No sabía que iba a ser así, dos días pasaron desde aquel episodio, y ahora estoy encerrada entre estas cuatro paredes de color gris humo o eso creo; ya no distingo su tono, no queda rastro de su angelical blancura ¿habrá sido blanco? me tomo de la cabeza mientras debato conmigo misma el color de la pared. Llegue al delirio absoluto ya que mi celular está en un coma profunda, no tiene Internet. No tiene señal estoy completamente desconectada con el exterior y los libros son mis más leales compañeros. Hoy fue un tremendo día de sol, el calor hervía las paredes y el ventilador de pie no daba abasto, me lanzaba cachetadas de aire caliente y me la pase sentada delante de la amarilla ventana observando el bosque. Por demás divertida, y ya perdí la cuenta de las veces que me bañe. Luego de una tarde agobiante, observo el anochecer desde mi ventana recostada sobre la cama. Otro día perdido, otro día sin emociones, me ahogo en un intenso suspiro.

-¡Daniella!-. Irrumpe abruptamente mi progenitora abriendo de par en par la puerta. Y salte de la cama preocupada por si me mande una cagada pero estuve toda la tarde encerrada. Esta vez yo no era.

-hoy hay una fiesta en el centro, ¿quisieras ir? -.

Y me lo preguntas. -claro ¡ya me cambio!-. Como un rayo me coloco una remera blanca, jeans clásico y mis adorables converse.

Bajo la escalera acelerada comiéndome algunos escalones, ¿Qué? Al bajar me chocó con un tremendo espectáculo, pues había una recepción en el living de elegante sport esperando, comandada especialmente por la dama de honor Martina con un vestido corto brillante, la acompañaba Samuel con un simple traje, Daiana con un deslumbrante vestido verde esmeralda, y antagónicamente luzco corriente, me miro y me siento más pobre que nunca. Pero algo me llama la atención pues ¿qué hace él aquí? Emilio está parado al lado de Daiana, mirándome con asombro. Le devuelvo la misma mirada, ya que estaba impresionantemente bien vestido, con una camisa ajustada acuadrille y el jeans negro, de veras parecía uno de esos cantantes estrella pop.

-hola...-. Lo saludo desconcertada.

-Hola Daniella, ¿cómo te sientes? - Hablaba tímidamente, brindando una retraída mirada azulada que se esconde debajo de su platinado cabello.

-estoy bien, gracias-. Fulmino a Martina con la mirada, ¿porque me haces esto? Mierda, ella sonríe entre dientes, era evidente lo que quería decir: no te la iba a ser fácil.

-vas a ir a la fiesta pueblerina, pero vas a ir y venir con Emilio-musita suavemente.

Suspiro resignado. -si no queda otra-respondiendo al mismo con tono sarcástico.

- ¡así son las cosas! -. Afirma Martina gritando sobresaltada, y comiéndoselo con la mirada a Emilio que se retuerce ante su presencia. En este preciso momento quisiera enfrentarla, ya que no soporto la manera controladora que tiene ante las personas, excepto ante mi hermana, porque me grita así, cierro mis puño con tanta rabia que hasta me clavo las uñas; pero sé que no me queda otra que soportarla sino chau noche, agacho la cabeza y retraigo cada musculo de mi cuerpo, y voy directo hacia Emilio, él no me molesta en absoluto sino lo que significa ir con él.

- ¿vamos? -. Brindándome su brazo amable.

-ustedes-. Señalando al resto de la familia. Con el rostro colorado.

-descuida, vamos a cenar a un restaurante de la zona, ve y diviértete, Emilio te cuidara-. Anuncia Samuel sonriendo de manera afectuosa. Y respiro hondo.

Ahora necesito niñera. Sonrío de manera sutil a Samuel, antes que se arrepienta y me deje sola en la cabaña. Tomando de lleno el brazo de Emilio, nos encaminamos hacia la fiesta del pueblo en un ahogado silencio.

Bajo las estrellas y en la oscuridad misma del bosque se manifestaba una increíble fiesta; para mi asombro ya que jamás había participado en una hermosa locura, había jóvenes por doquier y los barriles de cervezas desbordaban, tomando en mangueras o de las latas de alcohol que estaban en bandejas de hielo. El sitio era dominado por los jóvenes sacados, gritaban de lujuria y se besaban de una manera atroz que hasta sed me daba.

Oscuridad desconocida #WATTYS2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora