La violencia se mide.
Él no paro, ella siguió ahí.
Él la lastimo, ella siguió amando.
Él la golpeo, ella le beso.
Él la violo, ella no pudo hacer nada.
Él la corto, ella no pudo hablar más.
Él la asesino... ¿Y ella dónde esta?
Aviso: Esta...
No podía dormir, habían pasado ya dos días de esa pelea, y Ayato todavía no volvía. Tenía miedo que algo le hubiera pasado y... se sentía culpable. Ella era una estúpida, si no le hubiera levantado la voz...
Estaba mirando la pantalla de su celular, mandando mensajes a todos los que conocía para que la ayudaran. A su mejor amigo Reiji, y a su mujer, su prima Cordelia. Entonces vio que el contacto de Ayato estaba conectado, no dudo en escribirle. Sus dedos tecleaban desesperados, más de una vez cometió errores.
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Suspiro, rendida. Si él no quería hablarle, ella no quería forzarlo. Entonces, el sonido de la puerta la hizo levantarse de golpe de la cama, rápidamente se calzó las pantuflas y se puso la bata.
Bajo del segundo piso corriendo, estuvo a punto de caerse, pero aun así siguió corriendo. Al llegar a la entrada lo vio a él, sus ojos estaban brillosos y su cabello enredado.
─ Ayato-ku... ─él la abrazó. Yui no pudo evitar llorar. ─ Te amo, Ayato-kun... Por favor, no me dejes.
─ Prometo no volver a decir nada que te hiera, eres la mujer de mi vida, y nunca podría hacerte más daño.
Ambos se fundieron en un hermoso beso, prometiendo no dañar al otro...
