15. Pellizcar, arañar

162 19 8
                                    

Frío... mucho frío.

Negro... oscuridad... no veo nada.

Mis manos no se mueven, no importa cuánto tire, no pasa nada. Supongo que me tienen atrapado... son esposas.

Mis ojos están cubiertos por una tela, no importa cuánto mueva mi cabeza, esta está demasiado ajustada.

Demonios. ¿Me arrepiento de lo que hice? Para nada, se lo merecen. El Rey nos desprecia, y yo desprecio al Rey... aunque es estúpido llamarle así.

Mis heridas arden... fue una dura batalla... Terminamos perdiendo. Me pregunto que habrá pasado con mi escuadrón, ¿Habrán sobrevivido?

Una risa se escapa de mis labios. Es obvio que no, son unos inútiles.

Carajo... si sigo aquí me volveré loco.

Ahh, mi nombre es Vild Crow, fui el mejor de mi clase, el mejor en mi escuadrón... el mejor... y fui capturado.

Karl Heinz, el actual Rey demoníaco... estúpido... Él es solo un impostor, por su culpa el Rey murió. Nunca conocí al actual rey, pero algo me dice que lo odie.

Soy un idiota... sí solo hubiera interpretado bien las señales... tal vez podría salvarme.

Escucho un ruido... ¿Pasos? Son botas... ¿Con tacones? No jodas, quiero reír.

La venda de mis ojos desaparece, intento acostumbrarme a la débil luz. Estoy en una mazmorra, y un hombre se encuentra frente mío.

Dios, por fin... Digo riendo. ¿Por qué rio? No tengo ni puta idea.

Recibo una cachetada por mi risa... Me lo merezco.

No deberías reírte. Tú, maldito traidor, mereces la muerte. El hombre acerca un cuchillo a mi cuello, ni me inmuto, no me interesa vivir ¿No tienes miedo?

No tengo razones para vivir, mi familia fue asesinada... mi escuadrón igual. Ya no tengo nada. Mi mirada era inexpresiva, él no podía leerme.

Eso lo hará más fácil. Dejo salir una risa, asquerosa.

Cierro mis ojos, esperando el agudo dolor... pero nunca llega. Al abrirlos otro hombre aparece, su cabellera es blanca y larga, parece imponente... es Karlheinz.

Vete. Ordena con una sonrisa. El hombre obedece rápidamente Entonces, ¿A quién tenemos aquí? Se arrodilla para quedar a mi altura Vamos, déjame ver esas alas.

Volteo la mirada, y lentamente las abro, tengo miedo... mis alas son sagradas. Él las toca, me tenso al sentir su tacto... no me lastima. Le miro frunciendo el ceño.

¿Por qué no me matas? Él mira mis ojos.

Esos ojos... ojos cual carmín. Odio que me mire tanto Tu cabello es hermoso, debo admitir. Suelta una risa Lastima que sea un cuervo.

Se levanta de un golpe y da una palmada.

Bien, ya lo he decidido, me servirás. ¿Qué carajo dijo? Como escuchaste, serás mi sirviente. Aunque... deberás esconder tu apariencia, las alas, y por supuesto... esos ojos.

Violentómetro || Ayayui / ReiyuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora