cap. 4

12 1 0
                                    

Nathalie, se veía estupenda, se podía ver la felicidad por cada parte de su cuerpo, verle con su vestido de novia era magnifico o simplemente ella es increíble, todavía no lograba comprender como podía estar ahí frente al espejo a solo unos minutos de caminar hacia el altar sonriendo como si la agobiante noche de ayer no hubiese existido, tenía un don para recuperarse.

Cuando nos levantamos hoy en la mañana no podía parar de observarla, estaba esperando que se lanzara a mis brazos nuevamente a llorar, pero no, solo se levantó y con una enorme sonrisa dijo.

─ Levántate Mía, hoy es mi boda y no pienso llagar tarde solo por ti – fue lo único que basto para que yo sonriera junto a ella y ahora estoy a su lado, ella con un hermoso vestido blanco y yo con un largo vestido color beige y un pequeño ramo de flores en mis manos.

No quería estar aquí, no quiero estar aquí con solo saber que hoy volveré a ver a mi padre y después de lo que me dijo Nathalie, no quiero verle, pero ni en foto, solo el hecho de recordarlo me dan nauseas. Me despedí de mi hermana diciéndole que nos veríamos en altar, entre más pronto salía de esa habitación menos posibilidades de ver a mi padre.

Sabía que estaba retrasando lo inevitable, pero negaba a verlo, aún no me sentía lista para esto, no después de nuestra última charla, no quería nada con él, me repugna tener su apellido, saber lo distintos que somos.

Salí a los jardines a tomar un poco de aire antes de la boda. Estaba observando una fuente con una estatua de una pareja en medio, saber que yo no podía verme en un futuro con alguien a mi lado, simplemente me aterraba pensarlo.

─ Pensando en cómo ahogarte - la ironía de esa voz hizo que me diera la vuelta, pero fue un error. Alexander estaba tan cerca de mí que su respiración chocaba con mi nariz, retrocedí unos pasos para alejarme.

─ ¡oh! Eres tú – le respondí algo nerviosa.

─ Sí, soy yo.

─ ¿Emocionado por la boda? – pregunte algo nerviosa.

─ No, la verdad no, es solo que nunca llegue a pensar que mi hermano menor se casaría primero.

Podía escuchar algo de humor en su voz, pero no estaba segura.

─ Si, quien lo diría.

La verdad no sabía ni porque hablaba con él se supone que no me agrada. De mi salió un suspiro muy profundo y lleno de cansancio. Yo de verdad no quería estar aquí.

Salí del jardín para colocarme en mi lugar como dama de honor y así hacer mi gran entrada como la hija prodiga de la familia Dennigs, que regreso después de cinco casi seis años desde su huida a la gran Europa, sin razón alguna. El mundo de mi padre está lleno de hipócritas.

Y ahí estaba yo siendo una hipócrita más sonriéndole a todos mientras estaba desfilando para esperar a mi hermana y sostenerle su ramo de flores silvestres.

Hasta que entró, se veía maravillosa como siempre, hasta que vi a mi padre a su lado con su sonrisa. Podía sentir todo tipo de sentimientos cuando lo vi, pero el que se estaba apoderando de mi en este momento son las inmensas ganas de vomitar, el estómago se me revolvió cuando estuvo a solo unos pasos de mí, necesitaba que se alejara o terminaría manchando el vestido de mi hermana.

La ceremonia paso rápido, solo consistió en que los novios dijeran sus votos para luego besar a la novia, ahora todos estaban en el salón, los recién casados bailando y alrededor de ellos muchas personas más. Era hermoso verlos disfrutar.

─ Mía, podemos hablar – me paralice por uno momentos, tenía más de un año de no escuchar su voz y a decir verdad se escuchaba suplicante como si con solo el hecho de hablarme cambiaran lo ocurrido.

Gritos en Silencio. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora