No podía dejar de pensar en la discusión que tuve con mi padre, no podía disfrutar de la hermosa luna gracias a él y ahora es cuando me pregunto ¿Por qué, miente tanto? Piensa que todavía somos unas niñas que con una simple disculpa todo se solucionara, pero no, ya hemos crecido y no somos tan ingenuas como antes.
Hace ya media hora que estaba sentada en la arena, a orillas del mar, viendo la luna mientras me atormento con mis recuerdos. Le había pedido a Alexander, que me trajera a la playa, al principio no le pareció la idea, pero luego nada más condujo hasta aquí.
Por más que lo piense y deseo no puedo odiar a Josh, sí, deje de llamarle papá, de hablarle, estaba muy enojada con él, pero simplemente no puedo. Es el hombre que yo creí mi héroe y fue el que más me decepciono, pero no puedo solo odiarlo yo todavía lo amo como cuando tenía cinco años y salía corriendo a recibirlo cada vez que llegaba del trabajo o como cuando lloraba cada vez que tenía que ir a trabajar. Definitivamente no podía.
Solté un suspiro de resignación, no quería llorar, pero cada vez que recuerdo algún momento vivido con él se me hacia un nudo en la garganta que temía no poder controlarlo y dejarlo salir.
Me recosté sobre la arena sin importarme mi vestido y me dediqué a cerrar mis ojos y solo escuchar el sonido de las olas chocando con la orilla o sobre alguna roca, y por un pequeño momento pude sentirme relajada, tranquila sin preocupaciones como si esta noche seria mi última noche en este lugar.
─ Llevas más de media hora ahí acostada – puede sentir como se recostó a mi lado, pero de igual forma no abrí los ojos.
─ Estar aquí es lo mejor Alexander, ya deberías saberlo.
─ Sí, lo sé. – suspiro – pero no te importa arruinar tu vestido.
Ya esperaba esa pregunta, púes claro en este mundo lleno de machismo en el que vivimos.
─ Es solo eso, un simple vestido – abrí los ojos y acomode mi cabeza de forma en la cual pueda verlo. – al final no volveré a ponérmelo.
─Bien, pienso que tienes la razón.
Ninguno de los dos volvió a hablar solo nos quedamos en silencio disfrutando de la maravillosa noche, sin impórtanos que dejamos a nuestros hermanos solos el día de su boda, yo por escapar de mi padre y él, la verdad no tengo la menor idea.
Creo que, solo tal vez podría llevarme bien con Alexander, si dejara de ser un completo gruñón o mejor aún un anciano, sonreí al pensar en el como una persona ya mayor.
Recuerdo la primera vez que vine, tenía miedo, pensaba que el mar me iba atrapar, pero es solo un efecto de esta maravillosa creación.
─ Sabes Alexander, no me caes bien – suspire – pero tengo que agradecerte por sacarme de ese lugar.
Me quede pensando unos momentos, tanto me costaba decirle una simple palabra, para era difícil ya que no me fio de los hombres como el, que creen que por tener dinero y ser lindos ya lo tienen todo, pero en esta ocasión era diferente ya no era el hombre que intentó robar mi taxi, ni el que me trato como una niña, ahora solo era el que me ayudo.
Di un largo suspiro. – gracias, Alexander.
─Mía - lo escuché decir - no tienes que agradecer, porque la única razón por la cual te aleje de ahí...
Se quedo pensando, como si no estuviera seguro si decirme o no.
─Alexander, ya dime - lo mire.
Tomó una bocanada de aire - yo estaba en los jardines cuando estabas con tu padre - me miro, estaba esperando a mi reacción.
─Así que viste todo, bueno en realidad escuchaste todo.
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Gritos en Silencio.
RomanceDolor, traición, desconfianza, coraje, cólera, recuerdos de amor, felicidad. Todo eso es lo que estoy sintiendo en estos momentos. Ahí estaba mi madre conduciendo. Ya decía yo que era muy raro que mi madre quisiera ir hacer las compras conmigo y mi...