Part 7

96 16 5
                                    

Cuando no estoy con Seokjin, cuando me ocupo en mis labores pesqueras. Es imposible no pensarlo a diario, todo lo que hago, como y vivo siempre se relaciona con el mar, el cual fue una vez el hogar de la criatura que habita conmigo; Ya han sido 9 semanas en las que mis noches ya no pasan en el bar de la pequeña isla costera.

Wang, un viejo compañero de pesca, conocidos desde niños y el viejo anciano del bar me preguntan: "¿Cuándo volverás a escuchar las anécdotas de los marineros mientras se bebe?" Yo simplemente hago un ademan con mi mano y digo: "Hoy no". ¿Cómo podría decirles la verdadera razón de que no necesito más historias, si tengo una en casa esperándome?

Siempre he manejado mi vida como una ligera rutina, aunque sabes, vivir del mar nunca es una rutina. Hay tormentas, pescar o no obtener nada, ver pasar grandes barcos, esas gaviotas haciendo ruido, ir más allá del límite y encontrar un tritón.

- Namjoon, en serio. ¿Qué tanto haces en las noches? Sinceramente dudo que sepas cómo divertirte solo – Ese es Wang, quien ahora camina a mi lado. Hago un mohín y bufo dándole un leve codazo.

- ¿Así lo crees? Si te dijera la razón del porque mi casa es el mejor lugar para mi ahora, no me creerías.

No dice más, quizás pensando en mi respuesta que, aunque corta, estoy seguro que le he causado esa intriga. Cuando veo que estamos acercándonos a mi casa, detengo mis pasos y le impido seguir a Wang poniéndome justo frente a él. Me clava una mirada curiosa arqueando una de sus cejas.

- ¿Hay algún problema si me invitas a casa? – Se cruza de brazos y sonríe casi molesto.

- No es una obligación invitarte. Porque no regresas a la tuya, descansas y nos vemos mañana al alba. – Me despido de él sacudiendo sus hombros.

Continuo mi camino con la ligera sensación de confort, pensando obviamente en Seokjin. Llego a la puerta, entro en mi casa, dejo todo en un perchero. Mi estómago ruge del hambre, camino hasta la cocina y tomo dos latas de sardinas, una de estas las sirvo con arroz.
Con las manos ocupadas me dirijo hacia el baño. Si, el baño, ahí es donde he dejado a Seokjin dentro de una tina que acomodé para él. Si, debo cambiarlo de sitio.

- Namjoon, Namjoon. – Apenas me ve entrar, él me sonríe y Dios, puedo jurar que sus labios curvados son hermosos.

- Lo haces bien, Jin. Mi nombre. – Tomo asiento frente a él, preciso porque he dejado una butaca para sentarme a su lado.

Le extiendo la lata de sardinas, abierta, y él apresura en tomarla y comenzar a comer una sardina tras otra. Mientras yo como a su lado el mismo plato, pero con un poco de arroz. Jin odia el arroz, no le gustó, y lo de decir mi nombre. Bueno, él repite solo palabras, pero eso basta para entendernos.

- Jin ¿qué te parece dormir en mi habitación? ¿Hacerme compañía? – Le pregunto mientras termino mi plato y lo dejo en el suelo.

- Compañía, compañía. - Repite con una sonrisa mientras asiente estirando sus manos. Entiendo lo que quiere.

Con Seokjin el contacto físico no fue tan difícil, ni mucho menos incómodo. Aunque sus dedos tengan esa delgada membrana entre ellos y él siempre este frío, estoy seguro que cada abrazo o caricia que le brindo, él lo siente cálido. Se ha acostumbrado a mi toque y yo al suyo.
Ensimismado en mis brazos, mueve solo un poco su rostro hasta mi cuello y yo me congelo cuando sus labios fríos besan mi cuello. Se abraza con más fuerza casi obligándome a meterme con él en la tina, su cola chapotea y no para de besarme el cuello.
No, no esperaba sentir sus labios ahí. 



Ya sabes como terminan algunas historias cuando el amor es entre un humano y una criatura opuesta. ¿Cierto? Espero mi historia no termine así.

Nácar de Seokjin. {Namjin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora