Parte 8

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Cuando regresé del baño, después de arrojar el preservativo a la basura y posteriormente lavarme. Patricia ya no se encontraba sobre la cama traspirada y pensé que estaba haciendo una broma de amantes, y de prisa miré por debajo de la cama, por si allí estaba la pilla, porque podía sentir la fragancia de su perfume que dejó sobre mi cama hasta que encontré en medio de las almohadas una tarjeta de invitación muy delicada. La abrí y leí "Casamiento de Patricia y Ramiro. Te invitamos a nuestro enlace...". ¡Y se imaginan como estaba! Ante la pregunta ¡Ella con otro?

Era poco el compararme con un toro embravecido más bien un chivo cabreado... ¡Enloquecí!

Y me dispuse a tomar cartas en el asunto, de prisa. Me puse los pantalones, mi remera blanca me la puse entrecruzada en mi hombro, busqué la malditas llaves que siempre pierdo por todo el departamento hasta que la encontré ¡Dentro de mi zapatilla!, cargué la billetera de dinero, cacé mi campera yean, desenchufé la picana y salí volando tras de mi amor, pero al rato, tuve que regresar a buscar mi teléfono móvil y de repente, se cortó la luz, y a los pocos segundos intentó volver pero se fue como ella en menos de un minuto. Reventó un rayo y pude ver mi celular en ese instante, luego, tuve que salir con mucho cuidado cuesta abajo, no quería más adelante cojear de las dos piernas y apurado tras su perfume traté de bajar ligero pero me sentía como un abuelo, bajo esas gradas blancas, y por suerte no me maté y me di cuenta que estaba lloviendo a cantaros con una hermosa tormenta eléctrica de verano...

Al bajar la escuchaba en un lloriqueo en la planta baja... ¡Mentira, estaba allí de pie inmutable, ella no llora ni pelando las cebollas! Allí estaba tratando de llamar a un taxi con el destartalado teléfono que se le cayó y se lo encontró una vez. Minga que ella sollozaría por mí algún día... Evidentemente no tuvo tiempo de salir antes. Me acerqué como un otoño emocionado -con ganas de abrazarla- entre los rebotes lumínicos de los relámpagos y truenos. ¡La veía saltar del susto! Y de la indecisión, como siempre, viendo a través de los cristales como una intensa lluvia de veraneitor que jugaba en contra de su planificado escape pero le gustaba ver como las gotas de lluvia reventaban sobre la acera, como cuando era niña que le gustaba caminar descalza por al lado de la calle salpicándose entre los charcos ni miedo al qué dirán... Y le dije:

—¿Qué te pasa mujer? ¿Por qué sos así? ¿O acaso, te volviste reloca?— Ella seguía callada como un tempano que no quería mojarse, ni las mejillas...

—¿Cómo me haces eso a mí... ¡Después de todo lo que hice por vos!...— Y seguía intentando enviar mensajes de Whatsapp a algún taxista desocupado, pero lo bueno es que no le llegaba mi WI FI de mi departamento. ¡Me alegré de su suerte, que digo, de mi WI FI que sigue siendo flojo cuando hay lluvia! Y allí tenía ganas de asustarla junto al estallido de un rayo!Y tocarla por la espalda ¡Por salir sin despedirse! Pero me acerque despacio y me puse a la par, mirando para el mismo lado que miraba su nariz, estaba inundándose la calle y comenzaba a bordear la vereda el agua ¡sí que corría el agua! Hasta que la luz de un relámpago delató mi presencia y le dije:

—¡Que linda lluvia para salir corriendo!... Y ella dijo:

—Me imaginé que te quedarías en la cama...

—Que linda noticia me hiciste desayunar, así que te vas a...

—Me quiero ir. Me ayudás a conseguir un taxi o me voy en medio de la lluvia...— Entonces salí primero a enfrentar el clima como todo caballero sin cabeza para complacer a la dama y le habló mi costumbre:

"Voy por un taxi..."

Pero sólo lo pensé. Y salí con esa mala espina clavada por la noticia que encontré en mi cama y desangrándome como las gotas de lluvia caminaba en busca de su justa o injusta decisión o escapatoria ¡Después de haber intimado como dos locos en la ducha hace dos horas atrás!... Mientras avanzaba me preguntaba tantas cosas, en plena tormenta sentimental ¿Ella merece que le pille un taxi? ¿Si se queda mejor hasta que pase esta tempestad por seguridad y quién sabe si me da una segunda oportunidad hablando bajo la lluvia? ...

Pero ya no me importaba nada... (Salvo que no se ahogara mi celular al que le había puesto una bolsa por el chubasco...) Y caminé enfrentando a los rayos enfurecidos, en un momento pensé por que no ¡la parte un rayo! Y el universo no era sordo, y un rayo cayó detrás de mí justo en el edificio del lado. Y me acordé que no dejé desenchufado el televisor y crucé los dedos... ¡Y escuché su grito después del rayo! Y sonreí. ¡Qué se joda por mal educada!...

Y mientras enfrentaba a mi destino ¡rogaba que ella no le pida nada al universo sobre mi persona! Salvo que consiga un taxi pronto porque yo si estaba afuera en la intemperie ,

(No señor, eso no fue un femicidio, a ella la partió un rayo, y yo no tuve nada que ver, le dije que me esperara en la puerta, además porque yo no ando tirando rayos de esa magnitud...)

Después de bañarme con ropa llegué al punto a donde se cazan los taxis o los pasajeros desesperados, pensaba que si voy a morir que sea de pie ¡A mi estilo! ¡Con los brazos abiertos! Y es posible muy cerca de mi amor...

Esa lluvia madrugona parecía los girasoles de Van Godg tenía la oleada envolvente del viento, los árboles se mecían asustados. Y tan inflado me alejaba, viviendo mi destierro sentimental pasado por aguas y mientras avanzaba me sentí por un momento identificado con el árbol del almacén de José, el de la otra esquina, esa misma esquina en donde me mandaba a comprar: "su lata de cerveza o Fernet, porque se le antojaba tomar algo fresco para relajarse y yo tenía que convencer al vendedor que no iba a mostrar a nadie la bebida para que no le hagan la multa por vender bebidas alcohólicas después de las doce de la noche..."

Y vi como el mismísimo viento empujaba el árbol de José y ¡Zas! Cayó aquel inmenso árbol como en cámara lenta y que se lamentaba porque no se moría de pie y se tumbó levantando la vereda y el árbol prefirió morir del lado de la calle. Allí entendí que yo era de esos tipos que prefieren morir de pie a morir a tumbados sin luchar. Volteé para ver si ella seguía allí, o habría conseguido su propio escape vehicular de su Ramirito... Y me acordé cuando esa vez, yo estuve como un polizonte buscando su celular entre todos los taxistas de la ciudad junto a ella porque se lo había olvidado y Patricia se volvió a mi departamento para que yo la llamara así nos atendiera el taxista y nos devoviera el teléfono, pero eso nunca ocurrió...

Ella me conocía por completo, tan bien que no tuve que decir:

—Que me espere allí— Y así fue, que sigo esperando como un pelotudo en la esquina más cercana no temiendo a que un árbol me quitara la vida. Y no sé, si me dijo cuando me alejaba:

—Tené cuidado— Aunque mis oídos registraron:

—Lo que pasa es que vos no me das mi espacio...

Yo salí caminando enfurecido bajo el intenso aguacero sin mirar atrás, ansioso para que termine rápido esta pesadilla y trataba de no caer en la estrategia de no sacarle todas las facturas y no contestarle de malas ganas de mala (devolveme los libros q me debes). Me quedé en esa esquina como un estúpido árbol plantado, también indeciso, acongojado, planeando algo, realmente me preguntaba si verdaderamente quisiera que apareciera un taxi para que se me vaya fácilmente o se quede una vez más... Y extendí mi rama y pasó un taxi ocupado, estiré las dos ramas y otro más lleno. No sabía si eso era suerte o destino cotidiano. Y volví a extender mi mano silbando desesperado para detener un taxi atento... ¡Porque la mayoría de la veces yo me salía con la mía! Hasta que pillé uno, y me subí apurado le indique que vaya despacio y que de la vuelta la cuadra yque me hiciera el favor de recibir unos mp3 en su teléfono para escucharlos después mas tarde

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"Estelares - Ella dijo.mp3"

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2019 ⏰

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