Parte 1

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LOS TACOS DEL VALS

Por Espartaco Posse Varela

"Nunca es igual saber la verdad sobre

uno mismo que tener que escucharla por otro."

- Aldous Huxley -

PLAY Il Divo - Amor venme a buscar.mp3

Cuando comenzó el vals a correr por mi oídos entre el murmullo de los invitados se aceleró mi corazón y dejé caer algunas lágrimas indiscretas que descendieron por mis enrojecidas mejillas. Había llegado la hora, la hora de bailar el vals con Ramiro.

Algo me decía que no iba a ser una noche tranquila de emociones, porque hace días que intuía que Alejandro podría presentarse. ¡A dar batalla! Como en las dos noches anteriores donde nos despedimos con una tremenda cama, donde aún mis caderas lo recuerdan bien.

Y dicho y hecho. Apareció apuesto aparentemente para reclamar mi amor, pero si se lo dije: "¡Mil veces! Que quería algo serio o me perderías..." Y así cumplí con mi sentencia porque ya me encontraba bailando el vals de recién casada...

Tal vez, me siento culpable porque fui yo quién lo agregué a la lista de invitados, sin invitarlo a conciencia, y para que no haga líos en la entrada del salón por si después caía y argumentaba: "¡Dejéme pasar Señor, vengo por mi mujer!..."

Porque me conocía más que nadie... Y hace dos días estuve en su "casillo del placer" y temía que muestre alguna foto nuestra, al guardia de entrada, en in infraganti..." Pensé que si leía: "Casamiento de Patricia y Ramiro. Te invitamos a nuestra..." No se presentaría y daría por sentado el rompimiento amoroso para que ninguno de los dos sufra descomunalmente... Pero Ale, no lo entendió, o se hizo el tonto porque aquí estaba llegando a mi festejo, tan calmado, bien afeitado, peinado y perfumado. Y tuve que retar a la primavera para que no se le vayan los ojos sobre mi sorpresivo invitado especial...

(¡Estaba tan hermoso como para darle toda la noche!).

Con esos ojos intensos que me aman con locura, cómo hace dos días atrás, donde hizo suya con todas las formas posibles e imaginables. ¡Y hasta lo hicimos en el balcón bajo la luz de la luna!... Si esa cama hablaría o esas paredes blancas azulejadas...

(O alguna vecina envidiosa...).

Aquella noche lluviosa nos amamos fogosamente hasta gastar nuestros cuerpos debajo de la ducha. ¡Cómo enloquecí!... Y antes de acabar siempre él repetía mi nombre y me susurraba: "¿Cómo me llamo yo?..." Pero ahora él estaba en otro territorio social ¡En mi noche de boda! Y no sabía cuál eran sus verdaderas intenciones y sentía una amenaza de parte de su despecho...

También temía a que todos los familiares de Ramiro podría alguno darse cuenta de la fuerza de sus pupilas sobre mi sonrisa o cómo nos deseamos cuando nos encontramos bajo del velo de nuestras andanzas... ¡Rayos! ¡Qué estupidez haberle dejado la invitación!

(¿Por qué no hice caso al consejo de mi hermana menor?).

Pero cuando ingresó con su planchado esmoquin, camisa blanca, moño elastizado pegado al cuello y con ese porte de actor de cine. Lo repensaba: ¿Hice lo correcto o fue otra mala decisión?...Y con una sonrisa controlada, me acordé de las clases de teatro y asumí mi nuevo papel de flamante esposa y tuve que ignorar los invitados de su mesa... Tal vez, no fue mala idea agregarlo a la lista de invitados, porque hasta ahora sólo come y bebe y no me ha molestado aún.

(¿Estará haciendo una jugada de espera?)

Aunque, sé que no le entregué en mano la invitación y se la dejé cobardemente sobre la cama y me salí luego corriendo sin despedirme y después ignoré en responder sus SMS. Ahora debo ser la mejor actriz de reparto: Casada en apuros. Y para colmo hace una semana atrás tuve que lidiar con mi futuro marido para invitarlo:

-¿Amor, quién es ese tal Aguirre?...

Y tuve que dar explicaciones:

-Él es... Es un gran amigo de mi adolescencia con él jugábamos al vóley en Macondo...- Y como no leía mucho sabía que no me iba a preguntar dónde estaba ese pueblo...

(Y esa fue mi última mentira de soltera porque no le iba a decir que: ¡Es un rompe tarimas y que tengo buen sentido del humor!...)

Y como advertencia le repetí a Ramiro:

-Ahora si empezás a cuestionarme mis amistades será mejor posponer la boda o colgaré los guantes porque no te veo tan confiado sobre mi fidelidad y parece que no dimensionás que ahora sos mi hombre, el que se jugó por mi amor. Y también, te elijo yo y pretendo sólo corresponderte por el resto de mi vida... ¿Y no sé, si te quedó claro Ramiro?...

Entonces, Ramiro Alberto Gutiérrez dejó de sospechar y entendió la clase de mujer que lo va a acompañar para siempre...

LOS TACOS DEL VALSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora