Día 13/365

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Habíamos hablado muchas veces antes, durábamos horas hablando por teléfono, por video-llamada, por mensajes, e incluso en persona. A veces solíamos discutir, éramos polos totalmente opuestos y eso nos hacía chocar y tener alguna que otra discusión. También me hablaba lindo, o me besaba y me daba abrazos eternos, pero nunca me había llamado por mi nombre. Siempre utilizó apodos cariñosos: 'corazón', 'amor', 'bebé'.
Hasta ese día, ese día tuvimos la discusión más fuerte de nuestra relación, ese día estuvimos a punto de tirar todo por la borda, ese día nos gritamos y nos dijimos cosas de las que después nos arrepentiríamos, ese día me llamó por mi nombre, y no puedo explicar lo que sentí, mi corazón dio un vuelco al escucharlo pronunciar mi nombre, casi me temblaron las piernas, sentí una felicidad profunda, no sé cómo pero me sentí más unida a él, no pude evitar sonreír, no pude evitar amarlo un poco más y no dejarlo ir nunca, tan solo por la forma en que lo pronunció por primera vez, pues me di cuenta que quería que lo pronunciara un millón de veces más, así que me quedé.

-Maye.

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