Recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo.
UGO
Avril desapareció durante toda la semana, que fue lo que duró la expulsión. Xènia pensaba que la culpa no era suya, pues era Avril quien le había pegado el puñetazo, y pasó toda la semana victimizándose.
—Mira, sólo te pido que te calles de una puta vez —soltó un día Eris, quien era la mejor amiga de Avril; y considero que había tardado mucho en soltarle algo a Xènia.
—¿También tú vas a pegarme como tu querida Avril? —le vaciló Xènia, y fui yo quien quiso pegarle un puñetazo para que se callara.
Eris se levantó de su silla y se plantó delante de Xènia.
—Vamos a dejar una cosa clara —empezó—. Entiendo que Avril esté expulsada porque fue ella quien te pegó el puñetazo que media clase quiere darte siempre; pero tus aires de subidita ya me están empezando a tocar un poco los huevos, ¿vale? No, no eres la reina del mundo y no eres el centro de atención de éste. Eres una alumna más y deberías saberlo, bájate esos humos o lo haré yo con otro puñetazo como el que te dio Avril, que te ha dejado la cara marcada con un moratón que aún no se te ha ido. Aprende a respetar a los demás, porque si tú no respetas, la gente no te respetará; y que, joder, deja de quejarte porque no haces nada más y no tienes la puta razón; te merecías ese puñetazo y 80 más.
—¿No vas a defenderme? —me preguntó entonces Xènia y yo la miré con los ojos como platos.
—¿Yo? ¡Pero si estoy de acuerdo con ella! —reí y la furia de Xènia creció.
—¿Qué pasa, que no sabes defenderte solita? —inquirió Eris, burlándose de ella.
—¡Sí sé! —exclamó entonces Xènia.
—Que no grites —dijo Eris, mirándola fijamente a los ojos.
—¡No estoy gritando!
—¡Mira yo me cago en todos tus muertos ya, coño! —exclamó entonces Eris y, por no pegar a Xènia, pegó un manotazo a la mesa. Después volvió a su sitio—. Y como me vuelvas a dirigir la palabra, te parto la cara.
Aquella amenaza retumbó en mis oídos e hizo que me replanteara muchas cosas. Quizá no tenía nada clara mi vida, y menos si Avril no estaba en clase y me dejaba poder contemplar su belleza hipnotizante. Porque sin ella, Xènia me absorbía toda la energía.
***
Llamé al timbre de la casa de Avril, esperando pacientemente a que me abriera la puerta. Subí las escaleras hasta llegar a su puerta y la saludé con un largo beso en los labios. Sonreí.
—¿Cómo está yendo esta semana sin mí? —inquirió y yo me encogí de hombros.
—Pues normalita, por ahora sólo ha habido una pelea entre Eris y Xènia —respondí, encogiéndome de hombros.
—¿Qué dices? ¿Y eso? —inquirió curiosa y yo sonreí.
—Nada, Eris, que te tiene mucho aprecio —reí.
—Eso quiere decir que la otra pava ha ido tocando los huevos con el temita del puñetazo, ¿no? —asentí y ella puso los ojos en blanco—. ¿Esta mujer madurará algún día?
—Pues no sé, por ahora no tiene pinta —reí.
Pasamos la tarde viendo series cómicas en diferentes canales.
***
Avril me había pegado la manía de escuchar el disco de Miriam Rodríguez todas las veces posibles en un día, y deseaba pacientemente que llegara el día del concierto, para el cual aún quedaban dos meses. Sí que es cierto que había algunas canciones que no me llegaban del todo, pero Respirar, por ejemplo, era de las que más me gustaban.
—Como un te quiero a distancia, que espera uno de vuelta —no, yo no cantaba ni la mitad de bien que Avril, pero en la ducha cantar no es delito, así que disfrutaba—. ¿Cómo lloras un adiós entre alegrías y penas? ¿Cómo sientes que te rompes a la par que te condenas? Te recompones de golpe, buscándote entre mil piezas —me identificaban tantísimo aquellas frases de la canción, que no entendía cómo alguien completamente ajeno a mí y a mi vida podía escribir algo que me representara tan bien.
Porque tenía la cabeza hecha un lío, y Melanie no hacía más que repetírmelo, una y otra, y otra, y otra vez.
—Es que debes decírselo, Ugo, porque si no llegará un día en que sea demasiado tarde —me repetía cada día, y llegó un punto que dejé de escucharla, pues siempre me decía lo mismo y ya estaba harto.
—Sí, lo sé, pero no sé cómo cojones hacerlo.
—Eso es porque el momento ya pasó.
—Melanie, sí, el momento pasó, la cagué y ahora sólo rezo porque no se vaya todo a la mierda.
—Que se irá.
—Basta, Melanie, joder, estoy hasta los cojones de que me repitas lo mismo. No la quiero perder y sé que la he cagado al no decírselo, pero que me lo repitas cada puto día como si fuera un puto mantra, no me puto ayuda en nada, ¿vale?
Y fue en aquel momento que mi hermana entendió que por mucho que lo repitiera no iba a mejorar nada, pues el daño estaba sentenciado. Y ya no había vuelta atrás.
—Vivo en tu mundo paralelo, me duele estar lejos. Y sé que me odiarás por dejarte entre misterios cuando sólo necesitas respirar.
***
AVRIL
Aquel lunes debería haberme quedado en la cama para evitar lo que sucedió, pero la expulsión ya había llegado a su fin y debía volver al instituto.
Entré en clase, dejé caer la mochila al suelo y me desplomé en la silla. Como ya sabes, madrugar nunca había sido mi fuerte, pero aquel día, el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir era mucho más potente que de costumbre y eso sólo consiguió aumentar mi mal humor.
A primera hora no vino la profe, y me cagué en sus muertos, pues podría haber ganado una hora de sueño, pero como teníamos examen de latín en la hora siguiente, decidí usar la hora para repasar, aunque en realidad no hice ni el huevo.
—Tía —me llamó entonces Eris—. ¿Sabes de qué me he enterado? —inquirió y por su cara supe que era un cotilleo del que se había enterado mientras yo estaba expulsada, así que esperé a que me lo contara—. Vas a flipar —añadió y yo la miré expectante, no sabía si eso era bueno o malo, y tampoco sabía sobre quién podía ser—. Ugo está saliendo con Xènia.
Se me formó un nudo en la garganta y vi que la cara de Eris pasó de ser la de una maruja de 40 años a la de una adolescente preocupada por su amiga.
Aquel. Aquel era el presentimiento que yo tenía desde que escuché a Ugo hablar con su hermana. Eso. Eso era lo que Ugo no me había dicho. Y, cómo no, la intuición no me falló. Ugo estaba poniéndome los cuernos y lo supe desde el momento que escuché a su hermana, pero no quise creer a mi intuición.
Decidí no responder a ninguna pregunta que me pudiera hacer Eris, pues ella no sabía nada de mi relación con Ugo, y me levanté de la silla, completamente decepcionada. Miré fulminante a Ugo y éste se giró al notar mi penetrante mirada en su nuca. Tenía un atisbo de sonrisa que se le borró nada más ver mi cara.
Ahora entendía por qué cojones quería tanto secretismo, por qué cojones no quería que dijera nada de nuestra relación de "amigos con derechos". Que sí, cierto es que nunca habíamos oficializado nuestra relación, pero que éramos como novios.
—¿Quién es la engañada? —le pregunté directa, yendo al grano, como siempre.
Su cara me dijo que no era yo, pero eso quiere decir que todo lo que él y yo habíamos tenido había sido bajo su noviazgo con Xènia. Y no entendía cómo podía ser así de rastrero. No entendía cómo coño no me había enterado de esa relación. Y tampoco entendía por qué cojones me dejé enamorar por aquel gilipollas.
Salí de clase y me dirigí a los lavabos del instituto. Me metí en uno de los cubículos y me senté en la taza del váter a repasar todo desde el jueves que lo vi en aquel autobús yendo hacia la academia.
Y sólo tuve una pregunta: si es verdad que me quería, ¿por qué no la había dejado?
N/A
Uf, parece que las cosas empiezan a joderse.
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CONMIGO, SUFICIENTE
Подростковая литератураAmbos van a la misma clase del instituto, pero nunca han cruzado más de dos palabras corteses para saludarse. Hasta que un día, él aparece por las clases que imparte ella de repaso de inglés. Y surge la chispa, pero, claramente, hay varios impedimen...