8-. "SIN RENCOR"

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Recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo.

Dime si esta vez me olvidarás, ¿sí o no? Si alguna vez pensaste en escapar, ¿sí o no? Dime quién ocupa mi lugar si no estoy yo. ¿Acaso queda un hueco para mí sin rencor? —y, cómo no, otra canción más de Miriam Rodríguez que me desgarraba el alma.

Porque Sin Rencor no me representaba tanto como las otras, pero sin duda alguna me hacía pensar en el hecho de que yo estaba hundido en la mierda por mi culpa y, mientras Avril seguramente ya estaba lista para volver a las clases con el año nuevo entrado y completamente recuperada para verme sin que le afectase en nada. Porque Avril era una mujer dura y fuerte, y estaba seguro de que aquella vuelta al instituto no le iba a afectar más de lo necesario.

Y sí, tenía miedo, no lo negaré. Tenía miedo de verla, completamente recuperada. Porque la última vez que la vi fue cuando se enteró de los cuernos, porque en ese momento desapareció.

Me levanté de la cama cuando sonó la alarma y me quedé mirando el suelo fijamente, replanteándome si valía la pena estudiar, pero decidí que lo mejor era hacer de tripas corazón y presentarme en clase como si nada. O al menos intentarlo, porque sabía que nada más verla me iba a derrumbar, así que me preparé mentalmente para verla durante seis horas seguidas.

Y no saber cómo iba a estar ella me aterraba.

***

AVRIL

Crucé la calle por el paso de peatones y a lo lejos vi a Ugo. Respiré hondo. Llevaba todo el camino preparándome mentalmente para volver a verlo después de dos semanas de desconexión total, así que usé aquella media hora que llevaba despierta para prepararme para verlo de nuevo. Aunque no me funcionó, porque nada más verlo mi corazón se alteró. Pero di gracias de ir detrás de él, pues supuse que así iba a ser mucho más fácil, pero no acerté.

Conforme me acercaba a clase más escuchaba la voz de Xènia recriminándole a alguien (supuse que Ugo) el por qué de su existencia. Y yo sólo sabía que como me volviera a tocar mucho los huevos, le volvería a pegar 40 puñetazos, y tenía muy claro que aquella vez no iban a ser en defensa de Ugo, sino en defensa de mi necesidad de descargar la furia.

Y sí, obviamente era a Ugo a quien estaba recriminándole cosas, pero tuvo suerte porque la profesora ya estaba en clase, así que no pude hacerle nada, tan sólo observé a Ugo desde atrás. Y sólo necesité eso para derrumbarme, pero lo disimulé.

***

Las clases pasaron con una mezcla de rapidez y lentitud que no sabría definir exactamente. El hecho de que Ugo estuviera cerca de mí me distraía y conseguía que me pusiera a pensar en otras cosas, cosa que hacía que la clase se pasara rápido. Pero ese mismo hecho también conseguía que me deprimiera fuertemente y eso tenía el efecto contrario, pues relentecía las clases.

Pero era fuerte y sabía cómo enfrentarme a aquella situación, pues gracias a Eris no pasamos el patio con todo el mundo y fue así como pude evitar tener que llegar a cruzar alguna palabra con él. Y me noté mucho mejor que por la mañana cuando lo había visto.

—Me acosté con Avril, varias veces —le oí decir y mi corazón se alteró—. La quiero a ella y dejé a Xènia antes de acabar el año, pero sé que con Avril ya no podré tener nada porque soy imbécil y no dejé a Xènia antes —aquello era verdad.

Eris y yo cruzamos miradas. Si Ugo estaba hablando con Janet sobre lo nuestro quería decir que Xènia ya lo sabía, así que me preparé para el ataque cuando entré en clase. Y las miradas cayeron sobre mí.

—¡Tú! —me gritó entonces Daniela, la amiga de Xènia, y se me acercó—. ¿Quién coño te crees que eres para meterte en su relación? —añadió, señalándome con un dedo.

—Pues lo mismo que tú, que vas comiendo las cabezas de la gente —solté, porque yo no estaba para gilipolleces de una niñata que le había comido de tal forma la cabeza a su amiga que había conseguido que la relación se marchitase.

—¡Eres una puta! —gritó entonces Xènia, y el insulto me dio igual; lo que me molestó fue su voz de pito.

—Voy a dejar una cosa clara —dije tranquilamente—. Aquí la culpa no es mía, yo no sabía que estabais juntos, y una no se mete si no la dejan entrar. Si le tenías desatendido y tuvo que buscarse a otra, lo mismo la culpa es tuya.

—¡No te consiento que le hables así! —la defendió Daniela.

—¿Estoy hablando contigo? No, ¿verdad? Pues cállate la boca.

—No me vaciles —dijo y yo la miré sonriendo, pero decidí no responderle.

—¡Me ha dejado por tu culpa! —exclamó Xènia.

—No, perdona, te ha dejado porque eres una puta pesada de mierda. Yo no estoy con él y yo no le he comido la cabeza para que te deje. No quiero nada con él por motivos obvios, así que cállate tú también porque nada ha sido culpa mía.

Y algunas horas después, en clase de latín, me vino a la mente aquella canción que me representaba, pues en aquellos momentos, Sin Rencor, era la que más me identificaba.

"El tiempo que pasa enfría el dolor. Tomando distancia cuanto más me alejo, más oyes mi voz. Que siempre ha habido una razón para volver a vernos en cualquier rincón y preguntarnos por qué no un "tú y yo"".

Y yo sólo quería morir con aquella última frase. Porque el problema estaba en que no hacía falta que preguntara por qué, pues lo sabía. Xènia nos impedía tener algo más. Y no sólo eso, pues el hecho de que Ugo le hubiera puesto los cuernos a su novia ya decía muchísimo y me echaba para atrás. ¿Por qué quién me aseguraba a mí que no pudiera pasar lo mismo conmigo? En plan, ¿quién me aseguraba que Ugo no fuera a ponerme los cuernos con otra en cuanto tuviera la ocasión? Así que mi relación con Ugo ya estaba sentenciada a muerte.

Y Xènia ya estaba al tanto de ello, yo misma se lo había dicho.

Pero no quería que Ugo sufriera, pues yo ya había aceptado que con él no podría tener nada; ahora sólo faltaba que él lo entendiera. Así que se lo dije de la forma más disimulada que pude. Cantando.

Vive, no te detengas, entrega la vida por aquello que amas, no sientas pena. Sonríe, no me pidas más treguas, que somos amigos, no sólo un billete de ida y vuelta. Que no hay solución, que no hay un "después" en esta ocasión.

Se lo canté mientras la profesora explicaba una nueva declinación y sabía que él estaba escuchándome, aunque canté flojito para que nadie más se enterase. Y supuse que le quedó claro, porque cruzamos una mirada de complicidad.

Enseña a la que ocupa mi lugar qué es el amor; si alguna vez te escucha hablar de mí te dé el perdón.

—Nadie podrá ocupar tu lugar.

N/A

Damn, that final xdd

CONMIGO, SUFICIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora