Recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo.
La conversación que habían mantenido Ugo y su hermana estaba presente en mi mente casi siempre, pues no era capaz de olvidar algo que sabía que me incumbía. De todas formas, intenté no darle importancia, pues sabía que tarde o temprano iba a enterarme, pero por aquellos días, no quería saberlo; quería que mi fantasía con Ugo durara todo lo posible.
—¿Al final este fin de semana qué haremos? —inquirió Ugo una tarde que estábamos tumbados en mi sofá cómodamente uno encima del otro.
Llevábamos toda la tarde viendo La Que Se Avecina, así que mientras estaba de fondo, nos pusimos a pensar en qué podíamos hacer aquel fin de semana, pues mis padres se iban a un hotel con sus amigos y mi hermano se iba con los suyos a un evento gaming.
—Podemos ir el viernes por la tarde al cine y ver Animales Fantásticos y los Crímenes de Grindelwald, cenar en mi casa y dormir aquí; luego el sábado podemos no hacer nada en todo el día y si quieres, también puedes dormir aquí.
—Yo lo veo bien —sonrió—. El sábado sin hacer ni el huevo y estando contigo es lo que más me gusta —añadió y yo reí.
—Somos unos putos vagos los dos, tío, deberíamos hacer algo de ejercicio.
—¿Ejercicio? ¿Qué es eso? ¿Se come?
Reí ante su ocurrencia y me acurruqué más a él, apoyando mi cabeza en su pecho y con mis brazos alrededor de su cabeza, medio sentada/tumbada a horcajadas sobre él. Me flipaba tanto estar los dos tumbados en el sofá sin nada más que hacer.
***
El viernes de aquella misma semana, justo después de volver del instituto y mientras comía, abrí el Instagram y cotilleé las historias de la gente a la que seguía, llegando a la de una de mis compañeras de clase, Xènia, en la cual se podía leer a ella tonteando con alguien, aunque la otra persona no estaba muy por la labor, he de añadir.
Este dato no tendría relevancia si no fuera porque había mencionado a la otra persona; Ugo.
Fue como si un jarro de agua fría me cayera encima, cierto es que Ugo no parecía que le siguiera la corriente al tonteo, pero para que Xènia estuviera tonteando con él, algo tenía que haber pasado.
No quise darle importancia, por lo que abrí el Spotify y entré en el disco de Miriam Rodríguez, porque era masoquista y quería ver qué canción iba a identificarme en aquella situación. Me tienes empezó a sonar y yo maldije mi suerte.
Pensé en la conversación que había escuchado el sábado que dormí en su casa, aquellas palabras me dejaban claro que Ugo no me estaba diciendo toda la verdad, y aquello me cabreaba, porque si hay algo que me molesta en esta vida son las mentiras.
Justo en aquel momento sonó el timbre, Ugo había llegado.
Le abrí la puerta y subió mientras yo me tumbaba en el sofá, estaba lista para otra sesión de series cómicas, aunque tenía el mismo pensamiento rondándome la cabeza. No quería enfadarme con él, pues era de las mejores cosas que me habían pasado en la vida, pero tanto secretismo me estaba poniendo nerviosa. Y más si, supuestamente y según su hermana, debería saberlo ya; y yo no sabía nada.
—¿Dónde dejo la mochila? —preguntó, asomándose al comedor y lo vi tan malditamente guapo, que en ese momento supe que estaba jodida.
—En mi habitación —respondí y esperé a que volviera para que se tumbara encima de mí y empezáramos a ver Aquí No Hay Quien Viva, porque había que cambiar de serie.
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CONMIGO, SUFICIENTE
Genç KurguAmbos van a la misma clase del instituto, pero nunca han cruzado más de dos palabras corteses para saludarse. Hasta que un día, él aparece por las clases que imparte ella de repaso de inglés. Y surge la chispa, pero, claramente, hay varios impedimen...