Introducción.

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Dieciséis años antes

Mis sudorosas manos temblaban mientras que de mis ojos no dejaban de salir ácidas lágrimas, mis pies habían pasado más de quince veces por los mismos cinco cuadrados de la blanca cerámica y la parpadeante luz de la sala de espera me cegaba de vez en cuando.

¿Qué había pasado?

Miles se había enterado del embarazo de Rossie, me había insultado tanto y hasta golpeado, para luego tomar sus cosas e irse de Sheffield. Mis brazos tenían moretones con colores galácticos mientras que en mi cabeza las mismas hirientes palabras se repetían como si de un disco rallado se tratase. Habían pasado varios meses hasta ahora, me encontraba en la sala de espera del Hospital, a las tres con cincuenta de la madrugada, llenando aquel obscuro y vacío pasillo de mis ahogados sollozos. Mi madre literalmente me obligó a no dejar a Rossie sola en aquel maldito embarazo, compartíamos un departamento mediano casi a la orilla de la playa mientras que nuestras familias y conocidos nos enseñaban o más bien nos advertían los cuidados que debíamos tener.

Las amigas de Ross eran visita frecuenta en el departamento, llenando el lugar con regalos ridículos y risitas chillonas. Fueron los ocho meses más jodidos de mi vida, hasta este día.

—¿David Turner?— Oí una voz al final del pasillo. Limpiando mi rostro me acerqué a lo que parecía ser una de las enfermeras que había entrado a la sala de parto.

—¿Sí?—

—Buenas y malas noticias, señor Turner.— Me miró con tristeza mientras que se quitaba los ensangrentados guantes plásticos.— La pequeña está perfecta de salud hasta ahora, pero... Rossie Tates ha fallecido en parte del proceso, lo lamento mucho.—

Un incómodo y prolongado silencio se adueñó de aquel pasillo. Mis mejillas volvían a estar mojadas y no era principalmente por la noticia recibida.

Estaba más que jodido.

—Gracias por darme a conocer la, noticia. Buenas noches.— le regalé una media sonrisa, me di la vuelta y comencé a caminar a paso lento hacia el ascensor.

Cuando salí del solitario edificio caí en cuenta que afuera había una lluvia potente. Hice que el gorro de mi abrigo cubriera mi cabeza y caminé sin rumbo alguno.

Era tarde, mi teléfono estaba sin batería, no tenía ni un centavo y mi hogar antiguo como el nuevo quedaban al otro extremo de la ciudad. Algunos autos pasaban por las mojadas calles pero ninguno se veía lo suficientemente confiable como para hacer que se detuviese y pedir que me llevase a casa sin costo alguno.

Por un momento pensé en subirme a cualquier auto de algún desconocido, rogando que fuese un psicópata para que hiciera de mi cuerpo uno más de todos los asesinatos que últimamente se habían presentado a lo largo del mundo. Pero, por primera vez dejé de pensar en mi muerte y pensé en la criatura que había llegado al mundo hace un par de minutos por mi culpa, ¿qué pasaría si yo no estuviera ahí para ella? Me rompería el alma dejar que la llevasen a un hogar de menores, no me permitiría que otro ser que no tiene la culpa de nada sufriera tanto como en este momento estaba sufriendo yo.

Debía hacerme cargo.

Una luz me cegó cuando un auto frenó frente a mi, la puerta del piloto se abrió y una persona bajo un paraguas se hizo notar, posicionándose frente a las luces provenientes de su coche.

—¿Te vas a quedar ahí empapándote, Turner?— Soltó una risita mientras que extendía su mano derecha hacia mi. Le abracé, subí a su auto y cubrí mi friolento cuerpo con la manta que me entregó.

—¿Vienes del Hospital, verdad?— Preguntó mientras conducía a ritmo lento por la calle. Asentí rápidamente.

—Rossie murió en el parto.— Hablé directo sin desviar mi mirada del frente. Luego de unos silenciosos minutos le oí susurrar un sincero "lo siento".— Por lo que sé, es una pequeña.— Añadí para romper el hielo, soltó una pequeña risita.

—¿Ya has pensado un nombre para "ella"?— Con notable curiosidad giró en una esquina y se detuvo en el semáforo rojo.

Lo analicé por unos cortos minutos, hasta ese entonces no había pensado en ello.

—Lourdes.— Solté con cierta inseguridad. Volteó a mi con un leve brillo en los ojos

—Lourdes Turner será la pequeña más hermosa que podrá existir.— Jamie me dio una gran sonrisa, para luego pasar sus brazos por mis hombros y estrujarme en un cálido abrazo, lugar en donde lloriquee como si fuera un niño, porque todo dolía cuando te hacías más grande.

Hubiera preferido morir de pequeño si hubiera sabido qué tan mierda podría llegar a ser la vida.




[ 💌 ] ;; 878

Autora;

🌞
¿Qué opinan?
Muchas cosas se vienen en este nuevo proyecto, y os prometo que no será la típica historia cringe (al menos para mí) en la que tienen una vida perfecta y el padre lleva a su hija a los conciertos para dedicarle canciones acarameladas.

Trataré de que sea real, a mi manera.

Espero que les guste y que apoyen esto tanto como con BBASS ;; 💕

Por cierto, este será el pequeño avance que dejaré hasta el momento, ya que me he desmotivado un poco con lo que va del primer capítulo y aún lo estoy reescribiendo e editando unu.

— R O .

Bad habits ━ Milex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora