Tu vida por la mia

Estrategia parte 2.

El aroma a licor y tabaco ya le era más que familiar, el perfume barato de las prostitutas que yacían en el sótano de aquel antro de mala muerte... Ya nada lo podia sorprender, aunque aquel ambiente aún le resultaba del todo repugnante.

-¡Ahh! Hijo mío sigues vivo- dijo el señor Cha estrechando al joven con fuerza entre sus brazos. Ese es mi nuchacho, bien dicen que hierba mala nunca muere jaja-.
- Eh vuelto, gracias por su preocupación.-
-Dime, ¿cómo te sientes?- dijo el hombre mientras encendía un puro.
-Mi cuerpo está acostumbrado al dolor,-dice el joven con una sonrisa amarga -una paliza no acabará conmigo tan fácilmente. De hecho estoy listo para volver al trabajo de inmediato-
-Es bueno saber que te encuentras bien pero... Ese trabajo ya no depende de ti... verás eres un gran asesino, uno de mis mejores trabajadores, pero después de lo acontecido Yoon Do tomó las riendas, él se hará cargo de la chica, algún dia volverás a tener tu oportunidad, hay muchos bastardos ricos allá afuera, ahora ven y toma un trago conmigo para celebrar que estás vivo-
-¿A caso me cree imbécil?- dice el muchacho lanzando con violencia la bebida al suelo. - Esa niña era... No, es MI trabajo, usted no tiene ningún derecho a...-
El joven es interrumpido con un movimiento rápido y tosco en el que en un abrir y cerrar de ojos es puesto contra la pared y amenazado con un arma en la cabeza mientras que el brazo que lo tiene presionado contra el muro le corta la respiración mientras en el puño sostiene una pequeña daga inglesa.
-¿Que no tengo derecho?, por favor, no me hagas reír; podrás tener mucho talento Jo Sub pero para mi aunque te haya criado como a un hijo sigues siendo un perro a mi servicio que no dudaré en matar si se llega a convertir en mi debilidad... Prefiero matar a un perro con rabia antes que ser contagiado por el... Ahora tranquilizate y toma un trago no estropees el buen ambiente que hay aquí, todos nos están mirando-
Era verdad, todos los miraban todos habían dejado lo que estaban haciendo sólo para ver el espectáculo y en el peor de los casos prepararse para lo peor, todos, incluidas las prostitutas sabían de la historia de Jo Sub y el señor Cha, de como un niño sin alcanzar aún la mayoría de edad había pedido convertirse en un asesino a sueldo.
-Todos vuelvan a lo suyo aquí no pasa nada- ordenó el señor Cha y como si fuera magia todo volvió a su lugar y olvidaron lo acontecido.
Jo Sub seguía con los puños y la mandíbula apretados, la impotencia y el enojo se podían ver en sus ojos, pero sabía, tal vez mejor que nadie lo que su jefe era capaz, sabía que no valía la pena perder su vida por un berrinche, asi que tomó la bebida ofrecida y se fue al lugar más apartado que podía ofrecer aquel lugar, cerró los ojos e intentó calmar su respiración repitiéndose a si mismo que haría el mayor esfuerzo para recuperarse y a la mas mínima oportunidad o error que cometiera Yoon Do (porque sabía que lo cometería) él se haría de nuevo cargo de las cosas y terminaría con lo que había empezado.
-Hola guapo...- dijo una voz melosa, sacando al chico de sus pensamientos -¿te acompaño?-
El chico sonrió e hizo la invitación a aquella mujer a que se sentara en sus piernas, miró en dirección al otro extremo del lugar donde se encontraba Dong  Joo y levantó su botella en son de brindis.

La noche era lo que mas odiaba Da Na, en un pasado que ahora veía demasiado alejado, la había amado pero ahora era la hora maldita para ella, era la hora en la que sus sentidos estaban más atentos que nunca, el sueño no llegaba y las píldoras para dormir la mantenían en un estado de inercia que la volvía loca.
-Da Na... ¿Necesitas algo?-
-No Tadashi, muchas gracias, sólo... Sólo vete a dormir-
-sólo quiero que sepas que estaré en el cuarto de a lado por si necesitas algo o si quieres hablar...- al ver que no hubo respuesta de parte de su joven amiga se retiro de la habitación... Sabía que ella odiaba que se metieran en su vida o que trataran de compadecerla o consolarla. Al entrar en su habitación Tadashi sacó el arma que Da Na había comprado en el mercado negro y la colocó debajo de su almohada después de verificar que estaba cargada.

La noche avanzaba con gran lentitud que a la chica le parecía insoportable, mientas que entre las sombras de la casa una figura más caminaba frente a la casa y saltaba la reja con el fin de
Introducirse en aquel lugar y acabar con la vida de cuantos estuvieran dentro.
Aquel hombre sabía bien como eran las casas de los ricos, con codigos de seguridad y toda esa basura, así que como si fuera nada se deshizo de ellos y entró en la casa; todo estaba en completo silencio sólo se escuchaba el "tic tac" del reloj, era la primera vez que se encargaría de hacer un trabajo como ese y en una casa tan grande pero no era estúpido, aquella niñata no se quedaría en la habitación principal, seguramente estaría en su habitación dominada por el miedo, llorando o simplemente dormida. Había pasado un mes y medio observandola, se veía frágil y en más de una ocasión había tratado de quitarse la vida, así que sería pan comido.
Si bien hay asesinos en todo el mundo Joon Do rompía todos los estándares. El era el tipo de asesinos que mataba por deporte, por placer y por si fuera poco su manera de quitarle la vida a las personas era grotesca, solía abusar de sus víctimas e irlas matando tan lenta y dolorosamente como fuera posible. Y la niña Kim no era fea,era hermosa, su piel balnca,sus ojos, su cabello y su boca lo excitaban aún más, y que podría hacer una chica como ella con un cuerpo tan delicado, esbelto y débil contra un asesino experimentado como él? En esto estaba cuando se dio cuenta de que estaba frente a la puerta de una habitación colorida con el nombre "Kim Da Na"  impreso en ella, la abrió con sumo cuidado y miró a la cama acercándose lentamente para descubrir el cuerpo de la chica. Ahí estaba, comenzó a discurrir lentamente la sábana del cuerpo de ella, poco a poco podía ver esa piel blanca que lo excitaba...
-Pronto serás mía...- dijo con una sonrisa lasciva en su boca.
Pero no tuvo tiempo para pensar en lo que haría después ya que un dolor cegador se apoderó de él.