Capitulo I

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       Me preguntó, ¿Donde estoy?... Acaso...¿Estoy muerta? No, no, no...

      Esto no puede estar sucediendo, esto debe ser un simple sueño, y si es un sueño... Voy a despertar en cualquier momento y volveré a mí realidad, mí tormentosa realidad... Lo se...
Pensándolo bien, prefiero quedarme aquí.

      Me senté y baje mí cabeza. No faltó mucho para que las lágrimas comenzarán a brotar de mis ojos. Comencé a recordar... A recordar todo...

      Vivo en un orfanato desde que tengo memoria, nunca conocí a mis padres, y tampoco me hubiese gustado conocerlos.
Cuando tenía 8 años intenté averiguar sobre ellos.
       Una noche entré a escondidas a la oficina de la directora y buscando entre miles de archivos, encontré el mío.
       Me abandonaron... En la puerta del olfanato. Ellos jamás me quisieron.
Siempre creí que me habían dejado en éste lugar por mí seguridad y que algún día regresarían por mí. Pero luego de leer eso, mis esperanzas se esfumaron.

       El tiempo pasó... Ya tengo 16 años.
      El olfanato organizo una fiesta para celebrar sus 45 años de existencia. Nunca me gustaron las fiestas, así que decidí quedarme en la habitación todo el día, mirando por la ventana.

     La fiesta terminó y entraron mis seis compañeras de habitación. Las cuales me odiaban, excepto por una, Alicia. Una joven no muy alta y delgada, hermosa; ojos color almendra, cabello color castaño claro, el cual le llegaba hasta la cintura.
     Ella era mi mejor amiga lo que significaba que la molestaban por llevarse bien conmigo y eso me angustiaba, porque ella es una chica muy amable y simpática, aunque muy callada.

     La líder del grupito comenzó a molestar...

— ¿Que haces aquí rata? ¿Acaso no quieres salir de tu madriguera?— dijo Liliana, una pelirroja alta y mal hablada. Siempre con ganas de humillar a los demas. Se creía la reina del lugar.

      Sus padres hacian donativos al orfanato, pero la dejan aquí cuando viajan, siempre.
     No se la razón pero ella me odiaba, más que a los demás. Y sus "amigas" la ayudaban a humillarme.

— Lili ¿Que opinas si la llevamos con el nuevo consejero? Escuché a la directora decirle a la señora Lois que él no tiene esposa hace mucho tiempo... Quizás le agrade que nuestra rata le de una dulce bienvenida.— Dijo María, con una sonrisa perversa.
Maria era la más petisa y fea del grupo.

     Al escuchar esas palabras, se me erizo la piel. Liliana ya había intentado varias veces humillarme, pero jamás había llegado tan lejos.

— Si... Tienes razón, es una muy buena idea.— Exclamó Liliana, con cara de felicidad, mirándome fijamente.

    Todas las demás reían a carcajadas.

      Y Alicia... Solo temblaba de miedo, y no la culpo, hace poco por tratar de ayudarme Liliana casi la ahogó sumergiendo su cabeza en el inodoro, luego de contarme lo sucedido, lloró todo el día, y ahora cada vez que escucha a Liliana, simplemente, se paraliza.

— Bien, vamos rata, te llevaremos con el consejero — hablaron con malicia las cuatro del grupo.

      Me sacaron a rastras de la habitación, y aunque intenté de todas formas escaparme... Fue inútil... Eran más fuertes que yo.

      Vi a Alicia tirada en el piso, llorando y viendo lo que las demás me hacían...

      Las cuatro me llevaron hasta la oficina de ese hombre y golpearon la puerta.
    Cuando él abrió, pude ver que era un viejo, de pelo canoso, gordo y con cara de pervertido. Ellas le dijeron que yo le quería dar una bienvenida y le dieron algo de dinero, que de seguro, les había dado Liliana.
     El viejo asintió con una sonrisa morbosa y me agarró con fuerza del brazo, jalandome y arrojandome en el piso de la oficina. Cerró la puerta con llave y sin pestañar, comenzó a sacarse la ropa. Fue un asco ver a ese hombre desvestirse, nunca había visto a un hombre sin ropa, pero, no creo que todos se vean así. Me dieron nauseas, intente levantarme y correr pero él me tomo de las piernas, impidiendo mí movilidad.
      Comenzé a gritar con todas mis fuerzas, para que alguien me ayudará, no dejé de gritar y él intentaba callarme. Hice varios esfuerzos por levantarme otra vez y escapar, pero él me agarró de los brazos y los puso sobre mí cabeza, y el peso de su cuerpo sobre el mío no me dejaba moverme. Metió su mano libre debajo de mí blusa y me tocó los pechos, ese tacto era repugnante, sus manos como lija me lastimaban y comencé a llorar, me sentía impotente.
     Podía sentir su entrepierna rozar mi cuerpo, y eso me dio más asco y horror.

    ¡Esté hombre iba a violarme! Ya no sabía que hacer, gritaba y gritaba pidiendo ayuda, pero nadie parecía escucharme.
 
 

   Nosé como lo hice pero en un último intento por escapar, logré quitarme de ese monstruo.

    Corrí hacia la puerta y intente abrirla, pero fue un fracaso, él la había cerrado. Me di la vuelta y vi que se había bajado su ropa interior. Yo solamente cerré mis ojos, y lo empuje.
    Corrí, corrí con los ojos cerrados, corrí sin saber a dónde, y de pronto choque con algo, solo escuché el sonido de los vidrios romperse. Choque con la ventana, y caí por ella... Podía sentir el aire en mí rostro...

     Luego, Todo se volvió oscuro...

     Ahora se lo que me paso.
     Caí por la ventana del 3er piso del orfanato, tratando de escapar de ese hombre horroroso, al menos pude hacerlo y espero nunca volver a verlo en mi vida, en el más allá o a donde quiera que vaya ahora.

     Nunca pensé en como sería morir.
     Es extraño, estoy en este lugar oscuro, en el cual no hay ningún signo de luz alguna. Pero me siento bien, tranquila y en paz, al menos, ya no tendré que ver a Liliana o a las demás, sólo me preocupa Alicia, estará muy triste por ésto... Pero, supongo que se dará cuenta, que fue lo mejor que me pudo pasar...

     Estaba pérdida en mis pensamientos, cuando de pronto, apareció una gran luz frente ami. Era una puerta, pero de ella provenía una intensa luz, a los pocos segundos aparecieron mas puertas, una tras otra. No entendía nada, pero de cada puerta provenía una cálida y blanca luz...

¿Debería entrar en una de ellas?

     No sabía que hacer.
    Pero una me llamaba mucho la atención, parecía una puerta antigua, muy llamativa.
    Estaba apunto de abrirla, cuando de repente, un pensamiento me detuvo...

¿Qué me pasará ahora? ¿Iré al cielo?

     Posiblemente al cielo, porque nunca hice nada malo...
     Deje ese pensamiento y decidí abrir la puerta de una vez, cualquier lugar sería mejor que el olfanato.

    Abrí la puerta y entre.

     La luz era tan intensa que por instinto cerré mis ojos, caminé sin dirección alguna, aunque pensándolo bien, la última vez que hice eso termine muerta...

Reencarnando en una hadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora