• XVII •

1.6K 237 84
                                    

-Dekuuuu- Katsuki llamó con fastidio al chico más bajo, tirado en el suelo de esa tienda de telas ya queriendo largarse a su casa y morir en la comodidad de su linda, suave y hermosa cama. 

-Aún me falta más de la mitad, esperate un poco Kacchan, yo iré a buscar lo demás y tú quédate ahí quieto, ¿oíste?- El peliverde le habló como si fuera su mamá, pero debía buscar material de calidad y con el rubio quejándose a cada rato terminaría aburriéndose. 

Estaban en una tienda de ropa y tela ya que Izuku quiere confeccionar el mejor cosplay de todo el universo, para ir con el al próximo evento otaku y ganar el dinero de esos concursos para comprar mas cosas otakus.

El peliverde se alejó de la vista de Katsuki, el cual se quedó ahí como se le indicó, no porqué Izuku se lo dijo sino que le da demasiada pereza pararse y morir entre las lociones de anciana y las aburridas telas de patrones feos. ¿Qué tiene que hacer él en esa tienda?, ¡nada!, pero aún así espera a que su amigo elija sus telas para vestirse del tal naruto, Bakugo empezó a odiar al tal naruto sin siquiera conocer ni quién es.

Cerró los ojos ante la comodidad del suelo limpió y frío, utilizando unas telas como almohada y en un rincón lo suficientemente apartado para que ningún trabajador termine corriéndolo por dormir entre la ropa como si fuera vagabundo, no, para nada, él está ahí por la fuerza así que puede dormir todo lo que quiera.

Tres treinta de la tarde, ¿Cuando tardará Izuku en encontrar una estúpida tela?.

—¡Hey!.

Una vocecita resonó en los oídos del rubio, como de niñita pequeña, abrió despacio los ojos, encontrando a una niña frente a él de no más de diez años, caballo castaño, largo y una piel hermosisima para su cortita edad.

—¿Qué quieres?— Aún así se atrevió a molestar la paz y calma de Katsuki en ese lugar, arrugó las cejas y perforó en el alma de la pequeña con sus perfilados ojos.

La castaña no se intimidó en lo absoluto, se acercó con valentía a Bakugo y le retó con la misma mirada, los ojos de un extraño naranjo reflejaban furia.

—Ese es mi lugar, lo he apartado desde siempre — Las cejitas se le arrugaron mirando desde arriba al mayor —Así que por favor quitate de el, estorbas.

El rubio rió con fuerza ante la valentía de la niñita, de alguna forma un poco bizarra le recordaba a sí mismo cuando era un niño.

—Ahora mi culo es el que está sobre estas telas, ni pienses que con tus amenazas bobas me harás quitar, mocosa.

—¿Cómo me has dicho, anciano?— los colmillitos sonaron al golpearse entre ellos. 

Kacchan tuvo que morderse la lengua para evitar soltarle alguna palabrota a la niña, puede ser explosivo pero conoce esos límites que nunca rompería, ni siquiera él.

—¿Anciano?, no te doblo ni la edad.

—Claro que no, me la triplicas.

Con una mano en su cintura la niña sonrió altanera marcando los hoyuelos de sus mejillas con una mirada triunfante, el mayor en cambio sólo soltó un bufido al no poder responder de manera brusca a esa inocente niña. Se corrió un poco dejando un espacio en las telas pero sin quitarse por completo.

—No me iré, pero te ganaste un espacio por tu batalla verbal, bien jugado mocosa.

Ella sonrió satisfecha haciéndose junto al adolescente.

—¿Cual es tu nombre, anciano?

—Katsuki.

—Oh, es bonito, yo soy Ikki

—Bueno Ikki, ¿y tus padres?, digo, ¿que haces tu sola viniendo a tirarte en las telas de un rincón de la tienda— Usó sus brazos como almohada tras la cabeza observando con detenimiento el techo de color crema

La niña volteó a verlo, él es agradable aunque al principio no lo parecía.

—Mi abuela es modista, me trae con ella siempre pero es muuuuy aburrido así que descubrí este lugar, está escondido y no suele venir nadie

—Parece que no estuvo bien escondido, agradece que sólo vine esta vez, no volveré a  molestarte.

—Me parece bien, ¿vienes con tus hijos?.

Soltó una carcajada al seguir con la broma de que Katsuki es un anciano.

-Vine con mi nieto.

-Uy si eres un anciano, guacala.

—Solo vine con mi amigo, aunque suele comportarse como un niño pequeño, no es mi hijo aún soy muy joven.

—Mejor, así no tendrán tu actitud molesta.

La chica rió y por un momento el rubio olvidó que hablaba con una niña de diez, demasiado madura para su tierna edad, la plática se vio cortada cuando Izuku se acercó con una gran sonrisa y una gigante bolsa en su brazo.

El peliverde paró en seco al ver la bizarra escena de los dos chicos tirados sobre unas telas, mirando el techo como si fuera lo mas importante, pero lo que más asustó a Deku fue como el rubio hablaba de fácil con esa pequeña niña. 

—Wtf, ¿nos vamos?.

•••

—¿Me veo bien?— Izuku empezó a girar con el cosplay listo puesto, un perfecto naruto sólo que con esas lindas pequitas que rehúsa a tapar con maquillaje.

—No lo conozco pero para mí estás perfecto.

•••

Corregido y editado, avisar errores.

Humor | KatsuDeku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora