No Quiero Quererte © [ #1 Trilogía Nowell ]

24〣No Quiero Quererte

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CAPITULO VEINTICUATRO

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16 de octubre, 2017.

James

Mis manos sudan debido a los nervios que siento por lo que sin importarme lo que el sujeto a mi costado pueda pensar de mí, paso mis manos húmedas por la tela de mi pantalón mientras observo como los números en la parte superior del elevador cambian mediante sube rumbo a la oficina de mi padre.

La caja de metal se detiene en el piso diez por lo que el sujeto a mi costado me da un asentimiento de despedida que le correspondo de forma seca porque en estos momentos mi cabeza se encuentra en muchas partes menos aquí.

Tengo miedo.

Siento esa misma sensación que solía hacerse presente en mí cuando mi padre llegaba a casa con botellas de whisky y ron cuando tenía doce años, aunque en este momento no es miedo por mí mismo lo que siento, sino que tengo miedo por ella. No quiero que le pase nada por mi culpa y no saber los motivos del por qué Edward me cito en su oficina hoy solamente logran ponerme más ansioso.

Hago un repaso mental de todo lo que paso con la chiquilla de ojos verdes después de que la deje en su casa el sábado pasado y en mi cabeza no existe ningún recuerdo en donde ella haya quedado de alguna manera expuesta a que la vieran conmigo.

—Tranquilízate, James.

Digo en voz baja para mí mismo cuando las puertas del elevador se abren dejando ver el pulcro piso de la oficina de mi padre. Me obligo a dar los pasos correspondientes hacia dentro porque ya no puedo echarme a correr para evitar lo inevitable.

—Buenas tardes, James.

Saluda Nancy con un tono muy alegre para mi gusto, pero no es su culpa sino mía y de mi miedo a lo que vaya a pasar detrás de esa puerta.

—Nancy.

Ella no dice nada más por lo que asumo que Edward se encuentra solo en la oficina por lo que continuo con mi camino hacia el despacho de mi padre. Tomo un profundo respiro antes de abrir la puerta.

Mis ojos se topan con otros azules al otro lado de la habitación seguido de una sonrisa que irradia satisfacción lo que me hace querer fruncir el ceño porque no entiendo nada, pero me obligo a mantener mi rostro sin emoción alguna.

—Es bueno verte, Alexander.

Se siente desagradable ser llamado por mi segundo nombre viniendo de él, pero me obligo a mantener la fachada.

—No puedo decir lo mismo, Edward.

Suelta una risa como si mis palabras hubieran sido el mejor chiste del mundo por lo que mi mandíbula se tensa ante aquel acto.

Edward se levanta de su silla mientras acomoda su traje para que no sufra ninguna clase de arruga por lo que ruedo los ojos de forma interna porque mas ridículo no podría ser. Soy receptor de una mirada desaprobatoria de su parte cuando da una inspección a la ropa que estoy usando.

Jeans negro, sudadera gris, chaqueta de cuero y botas de corte militar.

—Voy a ahorrarme mis comentarios ante lo que traes puesto, Alexander - dice -. Tenemos algo muy importante de qué hablar.