Introducción

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22 de julio, 2017.

James

Sin poder evitarlo un suspiro cansado abandona mi garganta cuando vuelvo a observar los dígitos a pagar en los recibos que han llegado esta mañana a la casa y es cuando me pregunto: ¿Siempre hemos pagado tanto? Nunca me había preocupado por los gastos cuando era más joven dado que estaba en las obligaciones de Edward Nowell, mi padre, mantenernos a mí y mis hermanos, pero después de que se alquiló esta casa para que viviéramos nosotros solos; los gastos se dividieron entre Harry y yo, aunque la renta sigue corriendo por la cuenta de Edward.

Siento asco de mí mismo porque a pesar de que he luchado desde mis veinte años para quitarme esa imagen de ser el hijo del gran magnate de Seattle sigo dependiendo, a su manera, de él y su fortuna.

Sigo siendo el hijo mayor de Edward Nowell.

Aquel pensamiento siempre me ha hecho sentir mal agradecido en algunas circunstancias ya que muchos matarían por estar en mi lugar y ser el hijo mayor de Edward y Christina Nowell, pero en mi caso lo único rescatable de mis genes es que mi madre fue un ser maravilloso que dio todo de sí para que mis hermanos y yo tuviéramos una buena vida.

—¿Qué revisas?

La voz de Lilianna hace que salga de mi enlistado mental de los beneficios y contras de ser un Nowell.

—Las facturas de la casa — respondo —. Creo que tendremos que quitar algunos focos.

Comento a la vez que dejo los recibos en la mesa de centro para dirigir mi vista a Lilianna que se encuentra en el marco de la puerta, observándome. Cuando ella se da cuenta que tiene toda mi atención sonríe de manera amplia para después acercarse a mí y dejarse caer a mi costado en el sillón.

Su actitud y acciones son puras premisas para mí porque sé que va pedirme algo y quiero reír por ello porque la conozco como la palma de mi mano y también sé que no podré decirle que no, o al menos no después de dar batalla, porque ese es el efecto de Lilianna Nowell en sus hermanos.

» ¿Qué necesitas, Lilianna?

La sonrisa en su rostro se convierte en un puchero de súplica ante mi pregunta lo que me hace reír de manera interna.

—¿Pueden venir las chicas por la tarde? Prometo que no vamos a molestar, romper nada o hacer demasiado desastre en la sala. Cuando regreses del trabajo todo estará como nuevo.

Al parecer ya tenía todo planeado y no puedo culparla por ello porque es un secreto a voces el hecho de que no me gustar estar en el mismo espacio que aquellas chicas, aunque hay dos que son mis excepciones y una de ellas lo es porque su hermano es mi mejor amigo.

—Tu plan hubiera sido perfecto sino hubiera cambiado mi turno para la mañana el día de hoy, Lilianna.

Suelto mis palabras de manera brusca. Veo como el gesto de Lilianna decae de forma rápida y quiero golpearme por ello porque a pesar de que trato de no ser tan brusco con ella siempre existen momentos en que me paso de la raya y termino haciéndole daño con mi forma de hablar o actuar.

» Pero aun así puedes invitarlas. Puede que me vaya en la tarde o en caso de que no lo haga solamente mantenlas en esta planta, Lilianna.

Cedo después de meditar mis opciones por unos segundos y ante mi respuesta Lilianna asiente de manera energética para después rodear mi cuello con sus brazos en un abrazo de agradecimiento que me hace rodar los ojos, pero aun así lo correspondo de manera rápida.

No Quiero Quererte © [ #1 Trilogía Nowell ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora