Capitulo 1: ''Un Domingo''

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Era un grandioso domingo a las 11 A.m, como toda adolescente yo estaba dormida en mi cama, eso es lo primero que caracteriza a un adolescente, si no, no lo seria, créanme. Sentía la fresca brisa del aire acondicionado que daba directo en mi cara, primero se sentía fresco, y después sentía muy cálido, y así se repetía una y otra vez. La verdad es que estaba despierta, pero no quería abrir mis ojos, quería quedarme dormirme por siempre, y jamas despertar, sentir esa brisa fresca y luego cálida del aire acondicionado frente a mi cama con un sabana completamente color azul. Pero mama, papa y yo sabíamos que eso no era posible. Escuche como la puerta de mi cuarto se abrió, pero no abrí mis ojos, tenia tanto cansancio que ni siquiera quería abrirlos. Escuche pasos hacia la ventana de mi cuarto, e hicieron lo peor que le podrían hacer a un adolescente de 18 años, abrir la ventana de su cuarto para que todos los fuertes rayos de sol lleguen a mi cara y ''despertarme'' según los adultos. Solo podrían decir mi nombre o moverme, cosas así. Pero no, tiene que abrir la ventana. Después escuche la voz de mi papa.

-Hija, tienes que levantarte ya-Dijo tocando la sabana encima de mi.

No pude evitar revolverme en la cama y poner la sabana en mi cara, pero claro, el primer instinto de mi papa fue quitármela de un jalón.

-¿Por que?-Me hice bolita en mi cama, en realidad no quería salir.

-Vendrán tus tíos y tus primos-

-¿Que?¿Por que no me dijeron nada?¿Ya llegaron?¿A que horas llegaran?-Di un salto y me sente en la cama mientras mi papa se sentaba en el otro extremo. 

-Si, vendrán. No pensamos que te importara tanto. No, no han llegado. Llegaran como a la 1 de la tarde-

-Esta bien. Me iré a bañar-

-Esta bien, se lo diré a tu madre. ¿Ya están cicatrizando?-Dijo señalando las marcas en mis brazos.

-Eso creo. Ojala. Algunas veces se ponen muy mal. La semana pasada una se infecto y tuve que limpiarme con alcohol. Me dolió mucho-Dije contemplando las pequeñas pero muchas cortadas que tenia en los antebrazos. 

-¿Enserio?¿Por que no me dices nada?-Papa a veces se enojaba porque el trabaja la mayoría del día y dice que nosotras no le informamos de lo que pasa en la casa.

-No pensé que fuera tan importante-

-Es muy importante y lo sabes. Si vuelve a pasar algo así, tendré que llevarte con el doctor-

-Papa, por dios. Te lo diré, pero no es para que me lleves al doctor, aya no me pueden coser estas cosas-

-No, no con ese doctor. Con el Psicólogo, le diré que te lave el cerebro para que me puedas decir lo que pasa en esta casa-Yo solo reí, me beso en la cabeza, me sacudió mi cabello ya un poco alborotado y salio de la habitación. 

Mi papa era de esas personas que cualquier cosa mala, cualquier error, cualquier cosa podría convertirla en algo gracioso. Siempre miraba el lado positivo de las cosas, de cualquier cosa. Mi mama era un poco mas seria. Miraba las cosas con seriedad, creo que era porque tenia respeto por los demás. Pero como dicen: ''Los contrarios se atraen''. Y mis papas se atraían demasiado.

Me levante de mi suave cama y fui hacia el gran armario de mi habitación, saque un par de ropa y tome mi toalla de baño. Salí corriendo hacia el baño para poder entrar a la ducha y sentir esa cálida agua en mi rostro, en mi piel. Me quite la ropa y me metí a la anhelada ducha. Y por fin sentí eso. Cerraba mis ojos y me sentía como si estuviera en una gran calle de New York, persiguiendo mi sueño de ser cantante pero me echaron de muchos lugares, llovía y no tenia a donde ir, me sentía sola pero sentía tan bien. Me sentía como no se...como...una paloma libre. Sentía que podía ir hacia todos lados y nadie me iba a decir que no, pero no, estaba en la ducha, en la ducha de mi casa, y no podía ir a ningún lado. Abrí mis ojos y recordé...que estaba en mi ducha. 

Salí de la ducha inmediatamente después de escuchar la puerta de mi casa abrirse, algunas risas y murmullos. Tal vez ya habían llegado. Tome mi toalla y la enrolle en mi cuerpo. Fui a mi cuarto, tome la ropa que estaba en mi cama y me la puse inmediatamente. Era una blusa con rayas fosforescentes, un short de mezclilla y unas sandalias. Cepille mi cabello todo mojado y puse un broche para tomar la parte que tapaba una parte de mi cara. Maquille mis parpados, mis labios y mis mejillas. Me mira por ultima vez en el espejo y salí de la habitación. Baje las escaleras y ahí estaban los mejores primos de todos, sentados en la sala de estar.

-Hola-

-Hola-Dijeron los 2 al mismo tiempo. La verdad es que solo las personas mas cercanas a ellos los reconocían, osea que sabían quien era cada quien. Mis papas eran cercanos a ellos, pero no los reconocían. Tal vez jamas trabajaron en eso. Yo si. Cuando tenia 5 años y ellos jugaban a los videojuegos mientras estábamos en casa de la abuela esperando a que sirvieran la comida, yo los observaba y podía observarlos por todo un día pero no necesitaba tanto para saber quien era Robert y quien era Peter. Robert tenia los ojos mas grandes, y la nariz mas grande. Peter era un poco mas callado, serio y un poco mas responsable que Robert. Peter era mas de fiestas, amigos, cruda todos los días y demás. Se levantaron del sillón a saludarme y yo también lo hice, abrase primero a Robert porque el fue el primero que se levanto del sillón de piel de mi casa. Y después a Peter.

-¿Como estas?-Dijo Peter.

-Bien y ¿Ustedes?-

-¿Como te va en la universidad?-Dijo Robert sin contestar mi pregunta.

-Nosotros estamos bien-Dijo Peter mirando a Robert diciéndole con la mirada: Amigo, la cagaste.

-La maestra de matemáticas dice que llamara a mis padres si no mejoro mis calificaciones-

-Esa maestra era muy buena conmigo la verdad-Dijo Peter.

-Amigo, porque tu eres un maldito genio-Dijo Robert-Conmigo fue de lo peor-

-Tengo que estudiar, no quiero que llame a mis padres-

-Claro, nosotros te ayudaremos-Dijo Peter.

-No, no podrán. Amber tiene que ir al Psicólogo-Dijo Papa poniendo las ensaladas sobre la mesa. Espero que no haya escuchado lo de mis bajas calificaciones.

-¿No puedo ir mañana 2 veces?-Dije.

-No, no puedes y lo sabes-Dijo Papa yendo a la cocina.

-No puedo chicos-Dije.

-No importa. ¿Que tal si te acompañamos al Psicólogo?-Dijo Peter. Robert hojeaba la revista ''Seventeen'', era mía pero no sabia porque estaba en la sala de estar.

-Me encantaría-Dije.

Hablamos unos minutos mas y después tuvimos que ir a comer, hicieron hamburguesas, amaba las hamburguesas pero es que enserio no tenia hambre. Pero las comí, no podía dejarlas ahí. Terminamos de comer las hamburguesas y entre todos platicamos anécdotas o algo que nos haya pasado en la semana. Después hice tarea de la universidad y comencé a cambiarme para poder ir al Psicólogo con los chicos. 

Diario De Una AnorexicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora