Capítulo 5.

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Dos semanas habían pasado ya desde que todos se mudaron a los pisos. El tiempo pasaba rápido y se esforzaban para vivirlo al máximo, por eso, todos los protagonistas se reunieron en casa de las chicas.

—Bueno, entonces vais todos a la fiesta, ¿no? —supuso Natalia.

—Pff, yo paso. —dijo Sabela.

—¿Por qué?

—¿Estar a altas horas de la noche en un lugar donde hay música a tope y mucha gente para lograr agobiarme? No, gracias. Prefiero quedarme aquí.

—Entonces yo también me quedo. —dijo María, sorprendiendo a la gallega con su comentario.

—¿Por qué? ¿Tú no querías perrear?

—Sí, pero contigo.

—Pff, qué tonta.

—Bueno, yo sí voy. —se adelantó a decir África.

—Y yo. —dijo la canaria.

—Perfecto. Bueno, los chicos ya me dijeron que también venían.

—Ajam. —asintió Miki.

—Bueno. Si cambiáis de idea me avisáis porfa. —Natalia se despidió de las chicas y salió del apartamento junto con los chicos.

—¿Por qué no van? —Marilia hizo una mueca.

—Lo siento. Ya sabes que nunca me gustaron las fiestas.

—¿Y tú? —señaló con la cabeza a la rubia.

—No pensaba dejar a tu hermana sola.

Sabela rodó los ojos.

—Tampoco era necesario. Yo estaré bien.

—Sorry. No es no.

—Bueno, Afri. Vamos a arreglarnos que tenemos que estar allí a las siete.

—¿A las siete? —preguntó Sabela un tanto extrañada—. ¿No es muy pronto?

—Es que primero vamos a dar una vuelta. Tú te lo pierdes. —se burló Marilia entrando al baño mientras que la morena entra a su habitación.

Sabela bufó y fue hacia la cocina a por una bolsa de patatas fritas, volviendo después hacia el salón, sentándose en el sillón mientras María la miraba con una sonrisilla.

—¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? —preguntó con un par de patatas en la boca.

—Nada. ¿Qué iba a pasar?

—Tía, de verdad. Eres mazo rara. Ve a la puta fiesta esa, que yo voy a estar tranquilita.

—¿De verdad quieres que vaya? ¿Qué vas a hacer aquí aburrida?

Sabela se encogió de hombros.

—Algo se me ocurrirá. No necesito que estés aquí dándome la tabarra.

María suspiró y se levantó del sofá.

—Da igual cualquier cosa que haga, siempre me intentas apartar y no sé por qué pero bueno. Iré para dejarte tranquila. —la rubia parecía algo molesta pero intentó mantener la calma.

—María... —iba a decir algo pero la madrileña ya había cerrado la puerta de su cuarto de un portazo.

Al pasar una hora más o menos, África y Marilia se dirigieron al salón ya listas.

—¡Hala! ¡Qué guapas! —exclamó Sabela con una sonrisa.

Tras unos segundos, María salió de su cuarto, maquillada de manera natural y vestida con un pantalón, un top y tacones de color negro, con una chupa del mismo color. Sabela tuvo que darse mil hostias mentales para poder reaccionar.

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2019 ⏰

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