Toast.

54 7 4
                                    

Y he aquí, cuando el aroma más glorioso que se puede sentir una mañana, llegaba hasta Yuutaro, quien devoraba por fin el exquisito desayuno que preparó su madre una vez que le dieron el alta médica, dejando atrás las patéticas e insípidas comidas del hospital, las cuales apenas y tocaba debido a su aburrido sabor.

—Hey, Ruana, ¿Le puedes preguntar a Meto-Chi por mi, si quiere más jugo de fresas?— preguntó su madre, quien retiraba el plato con las migajas del pan tostado que había comido con tantas ansias.

Los ojos de Yuutaro se desviaron a la ventana, y su mano izquierda señaló esta misma; su diestra sostenía a Ruana por sobre la mesita que estaba encima de su cama —Yuu-Chan dice que abras la puerta, parece que hay visitas para el, ¡Abre rápido por favor! Se siente muy ansioso.

Suspirando resignada, la mujer bajó con cautela hasta el lobby del edificio, donde reconoció al altísimo Koichi y a un Tsuzuku vestido con bastante estilo —¡Chicos! Suban, Yuutaro los está esperando ansioso.

—Muchas gracias— respondieron al unísono, abriendo las puertas rumbo a las escaleras del edificio hasta llegar a la puerta 331, ingresando tras la mujer quien los invitó a pasar a la infantil habitación de Yuutaro.

—¡Meto! ¡Ruana!— saludó de forma alegre el pelirosa, tomando asiento en los pies de la cama y observando la habitación con curiosidad; pensando en que ambos no tenían después de todo gustos tan distintos —Me alegra que hayas podido volver a casa, el hospital huele a enfermo...

—Hey, luces mucho mejor, el pelo largo después de todo parece ser tu estilo— Tsuzuku desde el otro lado, observaba atento al baterista, esperando el preciso momento en que sus ojos oscuros se encontraron con los de el, iniciando una batalla de miradas en las que Yuutaro perdió inmediatamente por un ataque de risa incontrolable —Sabía que te haría reír enano...

—¡Oye! No le digas así tarado, ¿O acaso debo recordarte que te puedo usar de posavasos?— amenazó en tono de broma el bajista, extendiendo una mano hacia el momentáneamente inválido Yuutaro, quien le entregó a Ruana sin vacilar.

—Me alegra que vinieran a vernos, Meto se ha sentido muy solo, y dice que ya piensa que pasará a ser parte de la habitación muy pronto si no sale a ningún lado... — imitando o intentando hacer la voz de Ruana, Meto cubrió su rostro con ambas manos antes de continuar riendo por el duelo de miradas que había tenido previamente con el líder de su banda.

—Pues, hoy es el día de suerte de ambos... Tsuzuku y yo hicimos algunas llamadas, la conseguimos, está en el loby porque el ascensor no funciona, así que subirla sería muy complicado, pero la conseguimos, pueden usar la silla de ruedas todo el tiempo que necesiten.

Por un momento, el silencio llenó la habitación, Meto no podía creer que caminar, una de las actividades más normales del mundo se le dificultaría tanto, y menos que le resultaría tan dolorosa durante tanto tiempo; tan poco creíble, que dejó a Ruana de lado para sentarse en el borde de la cama rápidamente, e intentar ponerse de pie, siendo detenido por un agudo dolor en su espalda baja que lo terminó por dejar en el piso.

—¡Meto-Chi!— Koichi, ágil cual gato se acercó con rapidez hacia Meto, ayudándolo a sentarse sobre la cama —Sabes que necesitarás terapia... No te fuerces a caminar por ahora o solo vas a hacerte más daño— de rodillas ante el, el bajista sacudía el pantalón de Yuutaro, en el cual varias migajas de pan tostado se pegaron.

—Quiero salir...— murmuró, sus ojos se veían rojos y húmedos, la frustración en su mirada, era mucho más que evidente.

—Oye Tsu, ¿Qué haces allí parado? Apresúrate y ve a buscar la silla de Meto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 13, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LOYALTYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora