El bosque de las cuatro brujas

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—¿Qué hacen dos niños en la parte más profunda delgado bosque? —dijo con dulzura.

—buscamos ayuda para nuestra mami: se calló y le esta saliendo una cosa roja.

—pues ya la encontraron —empezó a caminar— y... ¿dónde dicen que está su mami?.

Dos mujeres más salieron de estrellas la sombras.

—¿Qué crees que haces? —le dijeron y la atrajeron asía ellas.

—Tengo un buen precentimiento.

[…]

Los niños llevaron a aquella mujer amable hasta su madre que  ya estaba muerta según la mirada experta de aquella mujer a demás de que ya no tenía pulso, pero esto los niños no entendían.
Esta mujer amable, que muy pronto descubrirían que se llamaba Trinity, se convirtió en su nueva madre y los niños, confiados, no pusieron resistencia.
A la siguiente noche que se quedaron los niños con Trinity se sentían livianos, descubrieron que al caerse ya no sentían dolor y que ya no necesitaban comer cosas que se movían para que su pansa no hiciera ruidos extraños y doliera, Trinity les daba comida tres veces al día.
Cinco noches después conocieron a ese hombre de los insectos, y aunque sintieron miedo al principio descubrieron que era una persona amable, y según Trinity, cordial, aunque no supieran que significara eso. Ese mismo día también descubrieron los nombres de las mujeres que le hablaron a Trinity ese día que su mamá se convirtió en viento y voló.

Trinity les enseñó que era una familia y cuáles eran las reglas de una, pero la más importante de todas era "amarse y protegerse incondicionalmente" esa era una verdadera familia. Ahora tenían tres tíos: Alicia, Melinda, Dimitrov y una hermosa madre que nunca se iba.

Trinity por su parte los estudiaba y probaba cada día que pasaban bajo su cuidado y cada día se daba cuenta que ese presentimiento que tubo el día en que los conoció no era solo una presión en el pecho y un cariño extraño, si no una oportunidad y un destino. Una oportunidad de tener los hijos y aprendices que tanto añoraba.

Al mes de tenerlos bajo su cuidado ya todos se abian encariñado con ellos. Su pureza de corazón y su ingenuidad ganaron la confianza y entero cariño de uno por uno. Estas personas que mataban por diversión por las noches cuando los niños dormían por el día eran personas normales que cuidaban de una granja para poder sobrevivir en medio del bosque y que estaban en total disposición de cumplir cualquier banal deceo de los niños, y los niños nunca pidieron más que cariño y amor.

A los tres meses se dio el paso decisivo: les enseñará a los niños, de nuevo, lo que su familia puede hacer y por consiguiente les enseñará a ellos lo que podían llegar a ser.
Así como a su tío le corrían por la venas los insectos a ellos les correrían por las venas.
Así como a su tías le hablaba a las plantas y la escucharán así a ellos los escucharán.
Así como a su madre que tenía el corazón incendiado por un fuego abrazador así ellos comprenderán ese calor.

Y

así como a Alicia el cielo los escucharía y arian llover junto con truenos y relámpagos.
Pero como ninguno de ellos sus almas serían siempre claras como el agua del lago más profundo y hermoso que así como ellos fue formado por algo que callo del cielo.

Los niños, como pocas personas en la tierra dominaron el arte del control sobre sus emociones y sobre su medio, ahora insectos de fuego salían de sus venas cual luciérnagas sin serlo en realidad y tanto el suelo como la tierra los entendían.

—¡Que su lluvia nos cubra! —hablo Trinity.

Y los niños juntaron sus manos y cerraronlos ojos, las gotas comenzaron a caer en un sereno suave.

—¡Que su lluvia nos cubra! —dijo Alicia y Melinda.

—¡Y que los relámpagos iluminen la noche¡ —ánimo Dimitrov.

La lluvia arreció y se convirtió en una borrasca, en el pecho de ambos se encendió una luz que recorrio por sus brazos en sus venas hasta la mano, que no tenían agarrada con la de su hermano, y los insectos salieron de sus palmas incendiados en una llama eterna que por más que mojes no se apagará.

La lluvia de el amor y la  alegría los cubría por completo y tan empapados estaban que no se dieron cuenta del mal que venía, nunca comprenderian que la verdadera tristeza se avecinaba y que sus días más felices pudieran ser los últimos.