Capítulo 29: The Book of Stella

70 11 2
                                    

Durante el ataque a Plastic Beach, Stella se refugió de manera no voluntaria en el piso más bajo de toda la construcción gracias a Cyborg Noodle.

Pero en ese lugar, se convirtió en la presa perfecta para el enorme animal que estaba rondándola desde que había llegado a la isla: Un cachalote llamado Massive Dick (vaya juego de palabras). La criatura se la tragó de un solo mordisco, nadando inmediatamente para huir del ataque.

Lamentablemente, después de una vida de comer basura y a Stella, la ballena dentada enfermó, encallando en una isla desierta. Stella pasó una semana dentro del animal hasta que se dio cuenta que estaba en la superficie y que el cachalote se empezaba a podrir.

Stella comprendió que era libre, libre para morirse de hambre. Era en esos momentos en que hubiese agradecido que sus padres la hubieran obligado a ser parte de las chicas exploradoras, pero, en la playa, estaba destinada a perecer dadas sus excepcionalmente nulas capacidades de supervivencia hasta para cazar cangrejos o conseguir mariscos o un alga. Ese era el fuerte de Muriel. Fue entonces que, a pesar de sus convicciones en contra de la violencia, se vio obligada a pensar entre comerse a Massive Dick o tragar agua de mar hasta enloquecer. Ganó lo primero.

Cada día cortaba sendos trozos de grasa rancia de ballena y una saludable porción de arena caliente como desayuno, almuerzo y cena (y una que otra merienda), pasando allí meses mientras luchaba por no volverse loca.

Un día un ruido le llamó la atención, mirando hacia el cielo para ver a una avioneta sobrevolar la isla invitando a una fiesta en la playa esa misma noche.

Stella, siguiendo a la avioneta, encontró civilización a apenas 20 minutos de donde estaba. No era una isla desierta en medio del océano, sino que era la tibia playa de Guadalupe, en México.

Evitando sentirse estúpida, Stella se quedó a la fiesta y comió unos brownies que sabían raro e, incluso, ganó el tercer lugar en una competencia de camisetas mojadas.

La cantante tuvo una epifanía mientras recibía su premio, se tomaría un año sabático para reencontrarse, cosa relativamente fácil ya que ella estaba allí mismo, por lo cual se quedó el resto del año en la playa hasta que fue despedida de su trabajo tejiendo pulseras de la amistad.

Fue entonces que decidió volver a Inglaterra.

En el aeropuerto de Heathrow vio a un sujeto que sostenía un letrero que decía "idiota" y, sin dudarlo, se fue con el hombre, quien la condujo hasta West London, al 212 de Wobble Street, donde se reunió con Noodle, Muriel y Rochelle.

Era hora que Gorillaz volviera.

G.B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora