Martín tiene las pestañas un poco largas, claritas y son un montón. Sus ojos grandes, como siempre sorprendidos, parecen mirar a un punto fijo y el montón de pelo rubio en su cabeza se mueve a la velocidad suave del viento. La luz del sol le llega ligera, y su piel blanca parece más tostada, morocha, color sol como las tardes de diciembre. Él está allí hablando de todo, su boca moviéndola rápido y el volumen de su voz parece unos decibeles más arriba. Me doy cuenta que Martín es capaz de ir y conquistar el mundo.
Quizás mi mundo.
No.
Es algo que no puede pasar. No puedo meter a alguien como Martín en esta abrumadora bola gigante de malas decisiones.
Entonces me mantengo allí, en ese limbo que mi conciencia crea. Donde Martín está tendiéndome una mano, y su mirada dulce y verde pareciera querer salvarme. Allí en ese mundo donde soy un Manuel sin miedos.
— ¿Entonces debería hacerlo así? —Pregunta. Su voz de niño tiene tintes de un entusiasmo enorme, me manda el estómago unos metros hacia abajo.
No tengo idea sobre pintar un cuadro, le quedo viendo un momento, sin ganas de parecerle ridículo. —Supongo, sí. Esta... lindo.
Él es terrible. Hay un montón de oleos esparcidos sobre el suelo, los pinceles en cualquier parte y, sin embargo, él parece brillar. Tiene su sonrisa enorme, brillando aún más. Martín no es consciente de todo lo que es capaz de causar.
Martín no tendrá idea jamás de toda la admiración que me causa.
Le quedo viendo otro momento, su silueta llena del sol de los últimos días de primavera, su pelo desordenado, sus ojos llenos de entusiasmo, uno que no podré recuperar jamás. Él está allí, brillando y siendo espectacular como cada una de las cosas bonitas que pasan, y son fugaces. Tan efímeras que terminan doliendo para toda la vida.
— ¿Manuel?
Él me llama, pero ya estoy demasiado lejos como para responder. Aprieto un poco la boca, quiero callar y no soltar palabras. ¿Cuándo voy a entender que no debo acercarme a Martín?
Él siempre va a estar allí, tan lejano a mí. En un extremo de la vida completamente diferente al mío. Donde las partículas de polvo no parecen oro, donde no hay gritos felices de niños corriendo alrededor de algún insecto que pueda volar. Al final, solo queda frente a mí la oscuridad luego del atardecer haciendo eco dentro de las paredes de mi departamento, tan lleno todo de soledad.
Quiero cerrar los ojos y perderme por otro momento.
Hacer odios sordos a todo lo que pasa a mi alrededor.
Sin embargo, hay un aleteo contaste entorno a mi oído, zumbando y subiendo la intensidad de forma invariable, le busco por cada rincón, arriba y abajo en cada lugar donde pueda ver y el ruido a mi parecer se hace cada vez más ensordecedor, puede ser una o incuso tres o cuatro. La idea me estremece un poco. Luego logro enfocarla, hay una libélula, luchando contra sus alas atoradas entre mi pequeño jardín de quiscos al pie del ventanal.
No me gustan.
Puedo incluso odiarlas.
El pequeño anisóptero está allí teniendo una lucha contra un objeto que es casi veinte veces más grande que él, incluso mueve sus alas transparente en contra de las espinas y apoya sus pequeñas patas en un cumulo redondo de estas. Aferrándose incluso a su vida que es, a mí parecer, demasiado corta. ¿Qué sentido tiene?
Ya debería dejar de luchar.
Cuando tenía unos ocho años, tenía la costumbre de casar insectos y partirlos por la mitad, para luego inclinarme sobre ellos en cuclillas y ver el movimiento errante de sus patas y su cuerpo desesperado. Ver la lucha desenfrenada entre sus ganas de seguir pululando por ahí, y la anticipación de la muerte asegurada que les vendría. Por un segundo, o incluso unos minutos, había algo sufriendo más de lo que yo podría sufrir.
Daba asco, pero era un niño perdido por algún lugar pequeño del mundo, buscando el confort en cosas minúsculas que me hacían saber, o plantearme la idea, de que mi vida no era demasiado mala, y que podría seguir adelante incluso si un millón de rocas me caían encima.
Veo otra vez a la libélula atorada ahí, entre los cactus, entre un montón de espinas. Su aleteo errático, la oscuridad colándose por la ventana, sus alas iluminadas de un azul plateado demasiado ligero. El pequeño insecto aferrándose a su lucha constante. ¿Qué hace un bicho como estos por aquí?
Al final termino tomando sus pequeñas alas y la lanzo hacia afuera, para que se pierda de una vez en la oscuridad de la noche, que se salve.
Caigo sobre el sillón, con las piernas cruzadas, con la cabeza entre las pequeñas almohadillas. Hay una idea rondando por mi cabeza, tan molesta, tan irritante. No hay forma de que pueda afirmarla.
¿Soy la libélula de Cristopher? ¿Él me mira cómo un pequeño anisóptero incapaz de salvarse, aferrado a algo que se le irá de las manos? No hay forma de que él refleje su dolor en mí, no hay forma de que solo sea su escape. Sus besos siempre están cargados de amor, de un amor que duele y se siente como si fuera fuego. No hay forma de que él quiera hacerme daño, prometí que nadie iba a tener el poder de quebrarme más de lo que ya estaba. No Cristopher y sus ojos que parecían una selva, indómitos y llenos de esa fuerza que a mí me faltaba.
¿Cómo podría seguir mi vida sin él?
Intenté imaginar mi vida sin él, él era todo lo que conocía y de pronto me sentí desnudo, despojado de cada una de las cosas que había logrado. Era como si me hubieran quitado un pedacito de mí. Como si tuviera que nacer de nuevo, construir mi vida equivocándome un millón de veces más. Tuve miedo y temblé. Tengo miedo.
Cerré mis ojos al momento de sentir mi pecho ir desenfrenado.
Me imaginé en ese limbo, al medio de la vida yo y Martín.
Él tendiéndome la mano.
Él curando mis heridas cada vez que fui golpeado.
Me imaginé en ese limbo, y era libre.
¿Cuál es el punto de seguir algo que ya estaba tan acabado?
Así vivo otro día, tristemente lleno de ti.
¿Por qué estoy acostumbrado de esta manera al dolor?
Help me.
Me inspiró demasiado esa canción, si quieren escucharla es de NU'EST W.
El significado de la libélula va un poco más allá de ser un simple insecto.
Estuve mucho tiempo ausente, problemas y rollos personales, estuve mucho tiempo sin ganas de escribir pero le retomé el gusto a desahogarme por este medio.
A las personas que siguen leyendo; gracias por su espera.

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L O L I T A [ ArgChi ]
ФанфикY la verdad detrás de eso era sólo Manuel rompiéndo corazones. O quizás, sólo un Manuel con su corazón un poco más que roto. ArgChi. ;;leve mencion de UkChi.