Cuando vuelvo a sentarme sobre la arena, con el cuerpo temblando y el cabello desordenado ya es de noche, por lo menos el atardecer ya ocurrió y en el cielo brillan un sinfín de estrellas.Hay una sensación de hormigueo que recorre mis piernas y todas las extremidades comienzan a picarme. Hay también un dolor que arde y hace sentir mi mejilla raspada y expuesta. A veces, pienso que el malestar es imaginario, que hay diversos escenarios que mi mente crea para victimizarme y crear odio sin fundamentos hacia mi pareja. Pero no es así, pequeñas ronchas aparecen en mi mejilla contorneando la palma pesada de la mano de Cristopher y evidencian que no son escenarios aleatorios que quiera imaginar.
Miro a mi alrededor y hay unos cuantos grupos de personas, familias, amigos, parejas vaya yo a saber, caminando por la fresca orilla de la playa, tranquilos, como si no hubiera nada más en sus vidas que ese momento reconfortante. De pronto, hay una niñita que se me acerca corriendo y gritando. Su voz es insoportable, chillona y parece no poder modular sus balbuceos de infante. Ella me mira como si no hubiera nada más interesante en el lugar, con sus ojos café enormes repletos de pestañas negras y rizadas. Busco alrededor para ver si viene con algún adulto o tal vez un niño más grande. Pero parece estar sola, pienso en lo peligroso que es y en todos los peligros que puede correr.
—¿Por qué estás llorando?
Dice ella de pronto, con el timbre de su voz elevando unos cuantos decibeles. Pienso que no es asunto de ella y quiero que se vaya. Los niños parecen no darse cuenta cuando su compañía nos estresa. Ellos parecen no darse cuenta de muchas cosas.
—Mira, dejaste tu balde por allá— le señalo, esperando que construir cualquier figura en la arena sea mejor panorama que el de acompañarme. —Te lo van a robar.
Ella parece no entender. Se queda plantada en la arena esperando quizás que le diga otra cosa, esperando otra respuesta. Nunca voy a terminar de entender la curiosidad de los niños, el como parecen mirar el mundo con fascinación. El como con sus inocentes pensamientos hacen de esta porquería un lugar agradable. Yo también fui un niño, pero no solía mirar la vida con positivismo. No era como la niña que tenía en frente con una sonrisa radiante a pesar de que le faltaran las paletas. Quizás no recuerdo, tal vez mi infancia fue una constante ruleta de mala suerte y sucesos trágicos que mi memoria selectiva no quiso tomar.
Estoy agradecido de que no los tomara. Yo tenía una familia extraña, era algo disfuncional y le faltaban miembros. Había estado siempre un poco desconstruido.
—¿Perdiste tus juguetes, se fueron tus papás, por eso lloras? —pregunta de nuevo tras el silencio. —Puedo darte el mío.
—No, no es por eso niña—le digo. —Cosas de grandes.
Ella hace una mueca y luego parece tener frío tras el temblor que la hace sacudirse. Es de noche, está oscuro y la brisa suave parece haber bajado la temperatura algunos grados.
—Que aburrido, no eres valiente.
La niña se da la vuelta y corre a buscar sus cosas, también agarra de la mano a una mujer un poco mayor. Ella se va.
Allí me deja, sentado sobre la arena con los ojos llenos de lágrimas y una mejilla lastimada, que arde y el picazón parece no querer despegarse de mí. ¿Qué sabe una niña de unos cinco años acerca de afrontar la vida con valentía? Ella probablemente sepa más que yo, se acercó a un extraño y le hizo cuestionarse un montón de cosas. Ella tal vez era valiente o tal vez era ignorante, pueden incluso llamarla inocente. Los adultos no podemos comprender como piensan los niños y por mucho que lo intentemos ellos parecen siempre ir un paso adelante.

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L O L I T A [ ArgChi ]
FanfictionY la verdad detrás de eso era sólo Manuel rompiéndo corazones. O quizás, sólo un Manuel con su corazón un poco más que roto. ArgChi. ;;leve mencion de UkChi.