Todo está en silencio en el largo túnel de mi sección, salvo por alguna respiración profunda y el goteo constante que se escapa de las viejas cañerías que recorren el techo.
Desde que tengo memoria la Base ha olido a humedad por todas partes, pero en los últimos tiempos no es solo un olor. Es la sensación de tener una fina capa de agua flotando a mi alrededor. Siento su frescor en la piel sin llegar a mojarme.
Avanzamos por el pasillo hasta la abertura que da al túnel principal, mucho más grande (y oloroso). Zach vuelve a asomarse, sacando solo la mitad del cuerpo.
Se gira y me indica con la mirada que todo está despejado. Entonces, me agarra la muñeca con suavidad.
Me preguntaba cuánto tardaría en hacer algo parecido.
Nadie en la Base toca a nadie, ni en público ni en privado, pero él tiene la manía de hacerlo. A veces creo que lo hace hasta sin darse cuenta.
Al principio me ponía histérica, pero ahora lo soporto mejor. Me estoy acostumbrando a que Zach me toque y no sé si es algo bueno.
Atravesamos el túnel hacia una abertura idéntica a la que hemos dejado y tras una nueva inspección, entramos por ella. Da a un pasillo igual al mío, solo que en este lo que abundan son los ronquidos y sus ecos metálicos.
La sección de los chicos.
Lo recorremos con el mismo cuidado, aunque dudo que aquí alguien vaya a oírnos, y vamos directos a la única celda abierta.
Zach entra y me arrastra dentro. Después cierra la puerta y por fin, me suelta.
Cuando se me pasa la sensación de calor del brazo me doy cuenta de que es cierto que aquí no hace ni pizca de frío. Y después, noto otra cosa.
-Tu cama no es más grande que la mía- me quejo.
-Es al menos tres centímetros más grande- replica él.
Se sienta en el borde con las rodillas separadas y los codos apoyados sobre ellas.
Yo, en cambio, me quedo junto a la puerta. Ahora más que nunca creo que no ha sido buena idea seguirle.
-¿Piensas quedarte ahí toda la noche?- me pregunta. Pero no respondo, esta vez seré yo la que ignore una pregunta suya. Menea la cabeza y se tumba.- No seas boba, no pienso ponerte un solo dedo encima.-
¿Boba? Sí, debo serlo por haberle hecho caso. Me pregunto a qué se refiere con eso de "ponerme un dedo encima", aunque me suena a algo prohibido.
¿Y qué hago? ¿Volverme a mi celda? Lo cierto es que aquí la temperatura es mucho más agradable y la sola idea de pasar otra noche encogida y dolorida por la tensión de mis músculos agarrotados hace que me entren ganas de llorar.
Esta calidez que me rodea no me permitirá volver a mi celda, así que arrastro los pies hasta el borde de la cama y aparto las sabanas.
Aún así me molesta su actitud e intento no mirarle.
-Está bien. Me quedo- acepto.
Zach levanta la cabeza de la almohada.
-Tampoco hace falta que lo digas así-
-¿Así cómo?-
-Como si te pareciera la idea más horrible del universo-
En el fondo sé que lo hace porque se preocupa por mi y no deseo parecer una desagradecida.
-No me lo parece pero... me resulta extraño-
Me tumbo con cuidado y Zach se incorpora apoyándose sobre un codo para mirarme desde arriba.
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Patrullas del Exterior
Science FictionEn el pasado, los seres humanos viviamos en la superficie. Pero cuando el mundo exterior se volvió demasiado peligroso para habitarlo, los humanos huimos a las profundidades de la tierra y nos refugiamos en bases subterraneas. Para sobrevivir, las B...