5.

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Abrimos la puerta. La consulta es un cuarto el triple de grande que una celda, con las paredes cubiertas de azulejos agrietados y llenos de manchas. En un rincón hay una camilla cubierta por una sabana amarillenta y al otro, el escritorio de Sal con unas cuantas sillas. Justo tras él hay otra puerta de madera con la pintura carcomida.

Y entre ella y la mesa, está Sal.

Nos mira un instante; primero a mí y después a Zach.

-Supongo que lo vuestro no es una urgencia- nos dice. Negamos con la cabeza y él abre la puerta que tiene detrás.- Estoy en mitad de una consulta, de modo que os atenderé en unos minutos.-

-Esperaremos aquí- indica Zach.

Antes de que Sal cierre la puerta tras de sí, alcanzo a ver a una chica dentro. Una Madre a juzgar por su abultado vientre.

La miro el rostro y lo encuentro sonriente, relajado… feliz. La chica parece resplandecer como el primer rayo de sol tras el invierno, lo cual acentúa su, ya de por sí, belleza.

En un impulso miro a Zach. Él también mira a la chica, aunque no distingo ninguna expresión clara en su rostro.

La puerta se cierra y nosotros entramos en la sala para sentarnos en las sillas que hay frente al escritorio.

Antes de que el pánico vuelva a dominarme, evoco el rostro de esa joven Madre. No aparentaba más de quince años, debía ser un primer embarazo.

-Parecía feliz ¿No crees?- pregunto en un intento por iniciar una conversación que me distraiga.

-Es una Madre. Su única misión en la vida es alimentarse bien y procrear ¿Cómo no va a ser feliz?-

Lo dice como si fuera lo más lógico del mundo, aunque yo no estoy tan segura.

Excepto los Padres y Madres, nadie en la Base sabe en qué consiste la procreación. Los Supervisores no nos hablan de ello, dicen que es mejor que no lo sepamos. Por supuesto se oyen cosas, rumores e historias que permiten que te hagas una idea.

-Así que ¿Crees que todos los Padres y Madres son felices?- le pregunto a Zach. Se encoge de hombros como si le diera igual y yo le miro de reojo, intrigada.- ¿Tú eres feliz siendo Recolector?-

Suspira imperceptiblemente, pero no se vuelve hacia mí.

-Nunca había sido más feliz que ahora-

La solemnidad con que dice eso me pilla por sorpresa. Además me confunde más que ahora ¿Se refiere a que es más feliz siendo Recolector aquí de lo que lo fue en su antigua Base?

Eso no tiene sentido, aquí todo el mundo lo ignora y no creo que eso le pasara en su Base de origen.

Puede que su respuesta tenga que ver con el motivo por el cual le trasladaron. Zach nunca lo ha mencionado.

Busco algo más para decir pero me distraigo, una vez más, mirándole.

Aunque se siente relajado, los músculos de sus brazos se le marcan a través de la fina tela de la camiseta. Observo la fortaleza de sus piernas, sus manos grandes y se me ocurre algo que nunca había pensado antes.

-No entiendo cómo pudieron designarte Recolector- comento- A los que tienen tu aspecto suelen designarlos Guardianes o…-

-Ni muerto habría aceptado ser uno de sus repugnantes Guardianes- Me cuesta entenderle porque aprieta la mandíbula hasta que el cuello le tiembla.

Me quedo helada ante sus palabras y el modo en que ha cerrado los puños sobre las rodillas hasta ponérsele blancos.

-Lo siento, no… pretendía molestarte-

Patrullas del ExteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora