Nuestra boda se celebra un 25 de diciembre. Y aunque las bancas de la iglesia lucen llenas de personas sonrientes, lo que me hacen sentir más feliz, es saber hay alguien que aunque no pueda verla está aquí, sonriendo, deseando lo mejor para ambos. Así que no dudo en dar el sí cuando llega mi turno, ni tampoco el recibir ese beso que seña el inicio de nuestra vida juntos. Porque es lo que hubiera querido, porque es lo que mi corazón dicta. Y porque sé, que sin importa el tiempo que pase, ella siempre me acompañara. Donde quiera que esté.