Sentimientos.

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En todos los días que había trabajado en esta cafetería jamás había entrado tanta gente como hoy, había un evento de gran concurrencia a pocas cuadras de aquí y eso permitía que la gente que asistía pase por unas malteadas, gracias a dios estábamos a punto de cerrar, mis pies dolían de una manera insoportable y mi espalda estaba a punto de colapsar.

Gia, la dueña del local ya había puesto el letrero de cerrado, pero aún quedaba gente dentro, una mesa con dos ancianos se desocupó por lo cual me acerque para limpiar y levantar los trastos; muy amablemente dejaron una generosa propina que casi igualaba su cuenta. La verdad había sido un día bastante bueno las propinas fueron grandes y no había derramado nada y tampoco roto nada, que podíamos decir que debido a los últimos acontecimientos se estaba volviendo un logro.

Solo me quedaban dos minutos para salir, y la mesa del fondo aún se encontraba ocupada por un chico que asumo vivía cerca, puesto que venía todos los días, nuca le tomaba el pedido ya que Gia siempre insistía en ser ella quien lo atienda, para mí era ilógico ya que ella era la dueña sin embargo era un alivio no atenderlo, a veces llegaba de un humor súper bueno ¿cómo lo sabía? Por qué el momento en que Gia se acercaba él le sonreía y pedía una malteada de chocolate con espuma, más un sándwich mixto, pero cuando llegaba mal humorado no saludaba, pedía un expreso y no volvía a hacer nada más que dedicarse a tomarlo.

Soy muy observadora como para conocer qué es lo que pide cada cliente frecuente en este local, se puede decir que muchas veces invento historias de su vida, digamos que tengo una imaginación bastante amplia.

Solo quedaba un minuto y al parecer el chico no tenía la más mínima intención de levantar ni un dedo en dirección de la salida, y ¡Maldita sea! ¿Cuánto podía tomar acabarse un expreso? La actividad era muy fácil levantar la taza llevársela a la boca y beber el contenido, pero ¡no! ahí estaba él con los ojos fijos en su expreso, muy concentrado como si fuera su mayor consejero de vida; puedo apostar que su cita en el psicólogo duraba menos que lo que ese expreso en su mesa.

Las reglas con Gia son claras, así las hemos mantenido siempre y por esta razón nuestra relación siempre ha sido la mejor, para poder salir de mi hora de trabajo las mesas (cualquiera que fuese) debían estar limpias al igual que el suelo, siempre estuve de acuerdo hasta que nuestro querido muchacho de la mesa cuatro había aparecido las últimas semanas con un especifico amor al expreso y un increíble odio al universo, llegaba a las 7h20 pm a exactamente diez minutos de acabar mi jornada lo que quiere decir que mi salida se tardaba hasta las 8h10 después de dejar todo meticulosamente limpio, no tendría problema alguno si no estuviera Ian esperando en la puerta con una cara muy grande de pocos amigos, digamos que mi novio no era una persona que le guste esperar y eso nos estaba trayendo problemas últimamente, lo cual también había obligado a que me convierta en una obsesa del tiempo.

- ¿Puedes dejar de golpear tu pie contra la baldosa? Vas a hacerla pedazos. – Dijo Joaquín haciendo que me lleve un buen susto. Él es el Chef de la cafetería y un excelente amigo, tiene 25 años y es mayor a mí con tres, hace las más ricas alitas picantes de toda la zona.

- ¿Qué tan difícil puede ser tomarse un café que lleva menos que un vaso de agua? –Estaba a punto de comenzar a arrancar la carne de mis dedos alrededor de mis uñas... lo sé es un acto repulsivo que lo adquirí pocos meses después de haberme mudado y dejar de saber por completo de mi familia, muchas de las veces lo hago inconscientemente.

-No lo sé, la verdad depende de si le tomas cariño al café... creo yo. –Joaquín estaba recogiendo sus cosas mientras esperaba.

-De seguro en su casa no lo quieren y por eso viene acá a torturarnos con su presencia. –mi voz retumbo en todo el local, casi como si lo hubiera gritado; A cambio de mi muy sutil comentario el chico levanto la mirada en mi dirección, sus ojos eran tan negros que fácilmente te podías perder en ellos, una capa espesa de pestañas obscuras rodeaban los mismos, estaba tan pálido que el contraste de sus ojos, cabello y piel era algo especial, pero su cara estaba descompuesta, parecía estar en un combate interno entre una depresión y una ira incontrolable, la verdad si tuviera que elegir era una mezcla de ambas, se veía cansado y su postura era como la de una persona derrotada.

STAY HEREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora