STAY HERE

Destrucción

¿Cómo explicar su mirada? Estaba helado, no movía ninguna parte de si, solo se dedicó a ver a esa chica patética que recogía las piezas de vidrio del suelo. ¿Y saben qué? A la vida le gusta patearte en el suelo, no le importa si te rompes una y otra vez ella solo sigue pasándote por encima.

Recogí un poco el gran desastre que había hecho, coloqué encima de aquella mesa las pequeñas piezas de vidrio y me levanté; no les sabría decir si el tiempo se detuvo en aquel departamento o si mi dolor hacía que todo se vea en cámara lenta, me puse de pie y miré fijamente al Ian que estaba parado al fondo del pasillo sin poderse mover aún. A mi lado se encontraba un sofá en el que dejé todos los detalles que había hecho para él, y fue en ese momento en el que la rubia se unió a la escena colocándose una camiseta rápidamente.

-Ainhoa... Que gusto tenerte por aquí. –Dijo ella con fingida emoción mientras tomaba el brazo de Ian. –Es bueno saber que te encuentras bien... Espero mis flores hayan sido de tu agrado.

La estaba mirando fijamente y luego paseé mi mirada hasta terminar en sus manos que acariciaban suavemente el brazo de Ian (en este momento quería tener mirada láser como Superman, me hubiera servido de mucho) todo tenía sentido ahora, había sido ella e Ian lo sabía, por eso estaba tan enojado al leer la nota, por eso había sacado las flores de la habitación y de esa manera. Mi cerebro no era capaz de formar una sola oración que fuese coherente y estoy segura que si abría la boca lo más probable era que actuara en mi contra.

Ian a su lado, solo fue capaz de hacer un movimiento, dio un paso corto, pequeño y vacilante en mi dirección, sus ojos estaban cargados de lastima, era como si él estuviese mirando a un mendigo que no se había alimentado en semanas.

Lo sé, era la mujer más estúpida de este planeta, no hablé, no me enojé, no reaccioné, solamente no podía parar de llorar, mirar a Ian que era incapaz de reaccionar y ver a esa rubia con su cara llena de satisfacción, plasmada en su boca una sonrisa triunfante.

Ian dio otro paso pequeño en mi dirección con su cara descompuesta e intentando dar una explicación de lo que estaba sucediendo.

Era momento de irme, era el momento de ordenarle a cada una de mis extremidades huir de ese lugar, necesitaba salir corriendo de ahí y eso fue lo que hice.... Empecé a correr intentando que cada pedazo de mí no quedase en ese maldito departamento.

- ¡Ainhoa! –El grito de Ian sonó por todo el pasillo del edificio.

Aplasté el botón del ascensor, y por fragmentos de segundo esperé a que subiera, pero mi mente lógica actuó y dejé de esperar para correr por las gradas de emergencia, eran doce pisos y en el sexto mis piernas ya empezaban a fallar, mi respiración estaba agitada y podía oír los gritos de Ian en el pasillo. Estaba segura que tenía que desaparecer de su vista, no quería tenerlo cerca, lloraba incontrolablemente porque esta vez lo había visto... esta vez no habría explicación alguna que me haga entender, esta vez no podía taparme los ojos, esta vez me habían destruido.

Cuando llegué a la calle mis pulmones amenazaban salir por mi boca, no podía respirar, estaba cansada y ya me dolía todo, para mi suerte y como mandado por el creador una señora llegó en un taxi y apenas ella logró poner un pie en el suelo yo subí y tomé su puesto.

-Lléveme a donde sea, pero solo sáqueme de aquí. –Le ordené al conductor, quien solamente aceleró sin hacer ninguna pregunta.

En mis bolsillos llevaba una cantidad mínima de dinero que talvez solo me alcanzaba para llegar hasta el centro. Miré la pantalla donde marcaba el costo del servicio y cuando vi que señalaba justo lo que tenía le pedí que parase.

Cuando me bajé del taxi no tenía idea de donde estaba, solo había un pequeño parque frente a mí y la zona no parecía nada tranquila, las casas estaban llenas de graffitis en cada una de sus esquinas, había pequeñas bandas de chicos fumando no sé qué en los lugares en los que no había casi luz, el lugar parecía haber sido abandonado y todo tenía un aspecto muy pobre.