2. Perdidos

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"9 Años"

Liz estaba sentada conmigo en la
clase de literatura, enfrente estaban
Mercedes y Alba, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Joel.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida.

Resultó que Joel era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Lily haciendo los
deberes y realizando proyectos.

Con Holly las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Joel se comportaba como el hermano mayor de mi hermana.

Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Holly, desde ese
día en adelante me evitaba, me dirigía
la palabra solo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la
misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era feo? ¿O no le
agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía
Que estaba ahí pero no lo podía ver.

Era un nino despreciable.

Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa
aparición de esas galletas frente a
mi puerta, cada vez que hacía una
pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta.

Comencé a creer seriamente que el
hada de las galletas con chispas de
chocolate existía.

[.........]

La maestra leía un aburrido poema.

Puse cara de concentrado, pero en
realidad estaba pensando en cómo
convencer a mi mama para que me
dejara ir a la casa de Mercedes esta
tarde con Sparks.

Seguramente me diría "lleva a Joel"

Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Holly, pero misteriosamente se le metió en la
cabeza que el niño del cabello castaño
podia ser mi amigo. 

Error, el jamás seria mi amigo.

No me gustaba la idea de que él
fuera a la misma escuela que yo, por
alguna razón que estaba fuera de mis
conocimientos mis padres le pagaba
la educación a Joel y a Gemma.

Para Navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que se debían hacer.

-Erick, podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema -salté en
mi asiento y me aparté un mechón
negro de cabello que caía sobre mi
cara.

Cuarenta pares de ojos se giraron
a mirarme, recordé que la abuela
siempre me decía que si no sabía algo
sonriera y me echara un mechón de cabello hacia atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto.

La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacia atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Katherine Williams, que estaba sentada junto a Joel.

Ella le susurróalgo al oído y se rio más fuerte, pero a Joel no pareció hacerle gracia.

-Te estamos esperando, Erick- Me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían
las personas cuando hablaban con un
enfermo mental.

¿Marry Me?» Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora