7. El campamento

415 62 7
                                    

16 años

-Vamos, Erick. No hagas esto-me
decía mi madre, intentando controlarse, pero podía percibir en su voz que estaba totalmente desesperada tanto por la escena que estaba montando como por la vergüenza que esto le causaba.

-¡No, no me moveré de aquí! -le
grité.

Estaba abrazado a un árbol, mi padre y Joel habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron.

Me aferre con mas fuerza y no me moví ni un centímetro.

Agarraron mis pies y tiraron de mí,
pero tampoco aflojé el agarre.

-¡Sólo es una escuela de verano, Erick!-me gritó Joel. No lo quise escuchar, Si lo hacia me pondría nervioso y los brazos me temblaban cada vez que eso pasaba.

-¡Cállate, esto es tu culpa!-exclame.

Algunas personas se nos quedaban
mirando, nos encontrábamos a la
entrada de la escuela de verano para
niños matemáticos en medio del
bosque.

Había reprobado matemáticas
Y si lo volvía a hacer el próximo semestre, repetiría el año nuevamente.

Así que mi maestra conversó con mis
padres y acordaron que asistiría todo
mi verano aquí para reforzar.

Para mis padres y la escuela fue la solución perfecta a mi falta de voluntad con los números, para mí significaba una tortura.

Podría terminar agonizando si pasaba una semana allí.

Estaba seguro.

-¡¿Mi culpa?! ¿Qué tengo que ver yo?- me preguntó Joel, tirando de mis
pies.

Patricia se había unido a ayudarlos
y ahora se me hacia más difícil
mantener mis brazos junto al árbol.

-¡Eres más listo, me haces parecer
un tonto! -le dije.

Lo decía de broma, me importaba en absoluto parecer un tonto o un chico listo, sólo quería que me soltaran.

Pero Joel pareció pensarlo y me soltó.

Se fue al lado de mi madre con el rostro serio y me miró con tristeza, me había creído.

Era muy débil a la hora de detectar mentiras.

-Erick, vamos. No es tan malo como
piensas, harás amigos nuevos y hasta
puede que te diviertas -me dijo Patricia.

No era tan malo si lo ponía así, lo que
sucedía era que yo no quería más
amigos, con los que tenía me bastaba.

Y los números jamás serían divertidos.

-¡No me soltaré, tendrán que
amputarme los brazos si quieren que
entre!

-Traeré la Cierra -escuche que decía
Lily.

-¡Puedes encontrar novio allá,
Erick!-me gritó Holly.

La pequeña Holly ya tenía doce años y en lo único que pensaba era en chicos, aun así me pareció graciosa su manera de convencerme.

-¿Tienen problemas?-dijo alguien.

Moví la cabeza un poco y vi que era un hombre vestido de militar, era mayor y en su pecho tenía insignias y medallas.

A su lado iba un chico moreno y alto
aparentaba mi edad.

Joel se le quedó mirando con mala
cara, como Nana cuando se acercaba a Snow, el gato de Holly.

-Es mi hijo, no quiere entrar -le
explicó mi madre.

¿Marry Me?» Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora