3. Mi Primer Beso

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10 Años

Alba y Mechi no dejaban de fastidiarme.

De un día para otro les había entrado en la cabeza la odiosa idea del
primer beso.

Era repugnante, yo seguía creyendo que eso era sólo un método para traspasarse baba.

Mercedes nos había confesado que un chico de la escuela le pidió un beso y que ella se lo había dado.

A la semana llegó Alba diciendo que consiguió que un niño la besara.

Y ahora esperaban mi turno.

Mis labios estaban sellados, no besaría a nadie. No estaba dispuesto a correr ese riesgo, podría contagiarme alguna enfermedad, besarse era muy peligroso.

-Vamos, no tiene nada de malo. Es la mejor sensación del mundo, son como miles de mariposas en tu estómago- argumentó Mechi mientras comíamos helado en la terraza de mi casa.

-Y además te tiemblan las rodillas... es tan romántico -siguió Alba y ambas suspiraron a la vez.

Yo resoplé y me llevé una gran cucharada de helado a la boca.

-No, gracias. Paso. Y aunque quisiera, jamás lograría que alguien me besara soy Erick el descerebrado, Erick el torpe, Erick el inútil... -podría seguir nombrando los apodos que me ponían mis companeros, pero no quería amargarme la tarde recordando lo cruel que podían ser los niños.

Lily me decía que no les prestara atención, que nuestro padre era el jefe de ellos y que si me apetecía podía hacer lo que quisiera.

Lily se estaba transformando en una chica malvada con el correr de los años.

-Bueno, entonces con un niño que no vaya a nuestra escuela-me dijo Mechi
y algo se encendió en su mirada.

Noté que Alba estaba con el mismo rostro cómplice, se miraron y sonrieron.

-Y que esté cerca, que te conozca y que se muera por ti. ¿Se te ocurre alguien Mechi? -preguntó Alba.

Me estaban asustando, sonreían de una manera amenazadora.

-Sea quien sea, no lo haré. Sólo tengo
diez años quiero vivir mi infancia sin
enredos amorosos.

-Erick, es normal! -exclamó Mechi.

Que testarudas eran mis amigas.

-¡No lo haré! -les grité- No besaré a
nadie.

-Bien, si esa es tu decisión -Alba se
cruzó de brazos y miró de soslayo a
Mercedes, quien hizo lo mismo y se
pusieron de pie-. No beses a nadie,
no te podemos obligar. Pero... nunca
mencionaste algo sobre si un niño te
besara.

-No, no, no, no!-les espeté.

Las corrí de mi casa y les dije con seriedad que me hablaran cuando pensaran racionalmente.

A la mañana siguiente, me encontré en el desayuno con Joel.

Desde que se cambió de escuela se
había vuelto más esquivo.

Intenté hablarle y decirle que haría sufrir a Kate pero él parecía estar en otro mundo, así que desistí y en semanas las cosas quedaron como antes.

Saludé a Olga, que me preparaba un tazón con cereales y pan tostado, y le dediqué una fría mirada a Joel como unos buenos días.

Sin embargo, a diferencia de los otros días, él no se levantó de su silla y
dejó su comida a medio terminar, sino que se quedó allí con la mirada perdida observando su cuchara,

¿Marry Me?» Joerick Donde viven las historias. Descúbrelo ahora