Parte 4: La "chupada"

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Exponencialmente a su paso destrozaban todas las cosas que le interrumpian el tránsito por la casa,sin importar de que se tratara con la excepción de aquellas de valor para su interés, de las cuales se apropiaban.

El último retrato de Angélica y su esposo, estallado en el piso y con la marca impresa en la foto del borcegui de uno de aquellos salvajes confirmaban la exagerada ostentación de violencia.

Se movilizaban a los gritos y blandiendo sus armas.

Inversamente proporcional a su jerarquía, portaban armas largas y cortas, F.A.L (Fusil automatico liviano) los de menor rango, y Browning 9mm sus superiores.

Ingresaron a la planta alta en busca de Juan y a su regreso lo empujaron haciéndolo rodar escalera abajo, donde lo esperaba una fuerte lluvia de patadas trompadas y culatazos.

Juan pensó que aquella sádica e innecesaria tormenta de odio nunca acabaría, y de alguna manera, estaba en lo cierto.

A la vista de algunos vecinos, y de otros cómplices que se asomaban detrás de puertas entreabiertas y rendijas de ventanas horrorizados de los monstruos que poco tiempo atrás habían convocado sus conjuros.

Juan fue arrojado, en el piso trasero del Ford Falcon, que salió rechinando sus ruedas traseras e imprimiendo una huella de caucho en asfalto de las calles del barrio de Mataderos.

Aquella permaneció ahí durante más de una semana como fiel testigo de la "chupada".

En el corto lapso de tiempo que duró el trayecto, el castigo pareció mermar, a expensas de ser usado de alfombra del destartalado ford falcon.|

El maltratado vehículo, diariamente recibía el severo castigo de sus desaprensivos choferes como si se tratara de un detenido más.

A los empujones y trompadas Juan fue conducido al calabozo,

luego de quitarle las esposas fijaron sus muñecas de unos ganchos empotrados en la pared de la celda, de manera tal que su cuerpo quedará suspendido y con apenas dos dedos de los pies alcanzando el suelo. Al cabo de unos pocos minutos aquello se le hacía insoportable.

En la macabra sala de espera, sometido al "ablande"debería resistir, y aguardar la llegada de su turno para entrar al "Quirófano".

Aquel lugar apodado de esa manera, era la sala donde se llevaban a cabo las terribles e inhumanas torturas.

Desde la aplicación de corriente eléctrica mediante la denominada "Picana eléctrica", hasta la práctica de lo que ellos llamaban submarino, en sus dos horrendas versiones el clásico y el seco.

En aquel muestrario de sadismo tampoco podía dejar de existir la tortura psicológica, los simulacros de fusilamiento o aquella que realizaban sin ningún sentido salvo el de su sádica diversión..

Los otros desaparecidosWhere stories live. Discover now