En la mañana siguiente ingresaron prepotentemente como solían hacerlo para infundir temor. Aquella ostentación de poder se había convertido en ellos en una adrenalínica adicción.
Quisieron llevarselos y trate de protegerlos, me abalancé sobre uno de ellos lastimándolo gravemente.
De pronto se escuchó el sonido ensordecedor del disparo de un arma, pero aquello no me detendría se trataba de mis hijos.
Afortunadamente sus ojos aún se mantenían cerrados como protegiendolos de aquella horrenda pesadilla.
Los míos, abiertos en toda su explendor pudieron ver un grueso aro metálico frente a mi, a muy corta distancia.
De él impulsada por un explosión seguida de un fogonazo, la bala describiendo un giro helicoidal, a una extraordinaria velocidad se eyectó penetrando mi cabeza y haciendo estallar mi cráneo.
Mis cuatro cachorros fueron metidos en una bolsa, por aquellos desalmados, y solo uno logró sobrevivir. para más tarde ser apropiado por una de las tantas familias desaprensivas que se consideraban dueñas de hacerlo.
Lo llamaron "Kaiser", nunca se sintió a gusto con ese nombre ni con el riguroso trato con que ellos lo trataban.
A los pocos meses guiado por ese instinto que tenemos nosotros, huyó.
Anduvo deambulando por ahí, hasta que una vecina del barrio de mataderos lo adoptó, lo llamo "Sariri"( “El que continúa”)
El es muy parecido a mi, muy travieso, de pelo negro azabache, y zarco, un ojo celeste y el otro acaramelado como el de su padre.
Le encanta la naturaleza y pasa gran parte de su tiempo en el jardín del frente de la casa mirando pasar la gente, pero solo por una de ellas tiene debilidad.
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Los otros desaparecidos
CasualeHubo un tiempo "olvidable", que no debemos olvidar, en que unos pocos, devenidos en dioses y arengados por otros, se apropiaron de nuestras vidas.