☼Esperanza | Meliodas
(Nanatsu No Taizai)☼
03ESPERANZA
—¿Crees en los cuentos de hadas?
—Etto... ¿Si sabe que las hadas existen, otoo-san?
—¡Ja, ja, ja! Es una metáfora cariño.
—Entonces creeré en las metáforas.
—N-No quise decir eso, hija mía.
Ellos la observaron y, es un hecho, no lo disimularon para nada, a lo que se colgó en el rostro una expresión de total negativa y cruzó los brazos por debajo de los senos provocando que los mismos resalten aún más. Odia sin duda a los chismosos. Pero más le molestó el hecho de ver cómo el "modesto padre" del ángel llamado Solaad atribuía que él peleó audazmente para ganar tiempo.
Entonces espetó sin ninguna gracia y con una sonrisa sarcástica, repleta de perversión. —¿Ya has acabado de arrastrarte o es que te hace falta más suelo para hacerlo? —cuestionó entre risas irónicas, tal cual lo hizo enfrente de aquellos tres arcángeles. Pero le restó importancia al sonar más rancia que nunca, porque en verdad odia a ese tipo. Todos voltearon a ver la insolencia de la recién llegada, por lo que éste caminó hacia ella sin ninguna consideración de ser amable. Sin embargo, soltando un grito seco hizo que éste se detenga antes de seguir avanzando para intimidarla. —Dicen que la verdad duele, ¿no te parece? —siguió pinchando al sujeto con una malicia que ni ella creía tener, bueno, en realidad si sabe que la tiene.
—¿Qué insolencias dices, mocosa? —se quebró la compostura que hace unos momentos había formado debido al ameno ambiente, a lo que acusando con la mirada a esa arrastrada no dudó en intentar pisotearla.
Tonto de él pensar hacerlo.
—Las mismas que has escuchado. —comentó como si nada, tan impasible que hizo que el contrario hierva de la furia. —¡Todo éste tiempo denigró a su hijo! —puntualizó, sin querer, dejándose llevar por lo que las emociones le dictaron a que dijera y no callara. —¿Cómo puede ser tan incompetente de verle a la cara luego de tal desprecio? ¡Y negarse a revivir a lo qué podría ser su única salvación si yo no llegaba!
Claro que iba a llegar a tiempo, estuvo observando todo desde un principio, como la misma coronación que le hicieron al demonio sin saber lo que realmente era, bueno, no es interesante, ni tampoco lo será.
Soltó un suspiro al sentir que le posó la mano en el hombro y la empujó, a lo que rodeó los ojos con una notable frustración. —¿Sabes algo? Detesto que me pongan la mano encima. —manifestó con simpleza al recibir nuevamente otro empujón, pero éste la hizo caer sentada al suelo. Miró hacia arriba como si no hubiese hecho nada y con una inocencia realmente abrazadora lo observó, aunque no funcionó con el hombre duro. —¿A cuántos demonios decías que habías asesinado? —cuestionó divertida poniéndose de pie sin ningún esfuerzo. La pregunta sorprendió a más de uno, aun así, antes de que éste continuará ella declaró: —Por seres como tú la Guerra Santa fue un exterminio. —afirmó sin titubeos con la visión aburrida, en ese momento él la encaró.
—¿Y qué sabrá una mocosa como tú sobre la Guerra Santa? —parece que había ganado, es más, todos lo pensaron.
—Lo suficiente para saber que es un juego de niños. —escupió sin moderación al tacto, por lo tanto él la iba a golpear alzando uno de los puños, pero ella no se inmutó, solo esperó el golpe que supuestamente se merecía. Pero la campana la salvó.
—Sate, sate, sate.~ Creo que ya se nos ha hecho tarde para el cumpleaños del Rey Baltra, así que estamos un tanto apurados con el tema.
Serafín dirigió una mirada de pocos amigos hacia el Capitán, a lo que frustrada por saber que éste le sonrió desvió la mirada y volteó lista para marchar a donde sea. Sin embargo, unas cálidas manos le envolvieron la suya. —Venga con nosotros, Serafín-sama.
SERAFIN
—¿En serio vives malhumorada todo el tiempo? —al oír aquello desvío la mirada hacia el causante de las palabras y lo fulminó como si fuera una víbora enroscada. —¡Ay, esta bien, no me mires así qué solo dije la verdad!
—Emp. —decido ignorar a el rey de las hadas para poder cruzarme de piernas y de brazos, adoptando una postura erguida y presentable en aquel asiento. —Deberían saber que esto es realmente incómodo. —comunico al señalar con el dedo índice el asiento de madera de lo que parece ser una taberna, pero nadie respondió ya que solo recibí la atención de todos sin excepción. —¿Qué ocurre incompetentes? —formulo desquiciada debido a esas furtivas miradas que no se despegan de mi, a lo que gruño.
—¡Capitán! / El capi jamás pierde el tiempo.~ —elevo una de las cejas al oírlos gritar al unísono, me encojo de hombros por lo escuchado, a lo que señalan mi espalda.
—Que no sea lo que estoy pensando. —digo a regañadientes al voltearme y ver, muy pronto sentir, que el rubio de ojos esmeralda tiene ambas manos debajo de mi vestido toqueteando mis dos glúteos. Un tic se hizo presente en uno de mis ojos y seguido de ello un golpe tan potente en la cabeza de éste provocó que quede enterrado en los adoquines del lugar. —¡Abusivo y cochino! —grito empezándolo a pisotear, una y otra vez, pero luego el corazón se me estrujó debido al maltrato, a lo que me puse en cuclillas junto a él y agarrándolo de la cabeza para elevarlo un poco lo observo paranoica. —No quería lastimarte, gomenasai.
—¡Serafín tiene razón! —exclamó eufórico, llamándonos la atención. —¡Su trasero redondo y suave no puede sentarse en un...!
—¡Degenerado!
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☼Esperanza | Meliodas (Nanatsu No Taizai)☼
Fanfiction(¡NO PERMITO ADAPTACIONES) 🐉Obra originalmente publicada el 23.01.2019 🐉Todos los personajes le pertenecen a sus respectivos creadores. 🐉AiElemental