☼Esperanza | Meliodas (Nanatsu No Taizai)☼ 13

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Esperanza | Meliodas
(Nanatsu No Taizai)
13

☼Esperanza | Meliodas(Nanatsu No Taizai)☼ 13

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ESPERANZA
PASADO

Las caricias se hicieron presentes en el cutis bronceado de aquel serafín, el mismo que se removió inquieto y pidió más horas para dormir, olvidándose -por un momento- de lo que había ocurrido con ella días atrás.
Luego de que haya sido rescatada por aquel de cabellera larga ella terminó por perder la consciencia, asimismo, mantuvo el sueño durante dos largas semanas.
Sin embargo, una caricia en la cadera hizo que arrugue la nariz y murmure maldiciones, desde los acontecimientos pasados nació la presente idea de odiar el tacto ajeno, a lo que se convirtió en una bolita y trató de cubrirse con la presente manta que tiene encima, cubriéndole los finos rasgos de fémina que están envueltos en aquellas telas blancas casi transparentes. Pero, nuevamente aquel roce la descolocó, es decir, en el instante que sintió el contacto los ojos se le abrieron de par en par para ponerse en alerta, se sentó sin importar el mareo y observó directamente a los ojos al ser que intenta sobrepasarse con ella.

Encaró sin miedo y sin siquiera inmutarse a los medios, ya que en sí tiene la guardia baja y eso la tiene en desventaja. Desde muy pequeña se lo ha dicho la mayor de todas las deidades, ella siempre le exigió que permanezca en alerta sin importar la situación o en dónde esté, ya que es mejor ser precavida sabiendo que es la Próxima Deidad Suprema. No obstante, suavizó la mirada y con una curva en los labios se sintió en casa, pero en un santiamén le cambió el semblante e hizo un mohín ante la presente cristalización de su mirada azulada.

Las lágrimas, en aquellos bellísimos ojos como él mismísimo zafiro, a pesar de estar acumuladas en ellos no pudieron ser retenidas por mucho tiempo, ya que éstas por sí solas empezaron a deslizarse por el peculiar cutis bronceado de aquella diosa. La respiración, que con paranoia empezó a ser desesperada, se le acortó por varios segundos, lo cual pegó una bocanada de aire feroz y soltó un sollozó una vez cayó en todo lo ocurrido.

—Watashi wa shinda. —gruñó rabiosa, haciendo notar la ira que le bañó la mirada. Soltó un estruendoso rugido de rabia sintiéndose sucia, pero es que no podía olvidar como aquel la hizo desvestirse y colocarse ese vestido asqueroso para ser desposada, todo ocurrió enfrente de él porque la obligó, porque si no era capaz de hacerlo correría el rumor de que ella trató de seducirlo. Mentira. Éste hace mucho tiempo, sabiendo que ella es un serafín de pura sangre descendiente de la mismísima suprema, había puesto la atención en ella, porque procrear con la Próxima Deidad sería una fascinación y así llegaría al trono con más facilidad. Todo por poder. Aunque él no sabía que Serafín, la orgullosa y hostil, tiene el aura de guerrera bien oculta.

No obstante, tonto de él hubiese sido cometer aquella atrocidad y acto atroz. La Deidad Suprema lo desmembraría y haría de él un asquerosa trapo para que todos se divirtieran, porque para ella todo ser místico y no-místico es sagrado para mantener la pureza hasta que éste, por cuenta propia, decida ser acariciado con la delicadeza que desea.

La hizo bailar enfrente de él y no le importó que lo viese con ira, porque le acarició el rostro y como un total depravado le rozó los labios con la yema de los dedos, hasta que ella le escupió la cara al hombre más fuerte de la Primera Jerarquía. Si, se topó con varias bofetadas y tiradas de cabello, pero en ningún momento lo dejó de mirar a los ojos con rabia, ni siquiera demostró miedo o debilidad.

—Morirás.

—¡Cierra la boca perra estúpida!

—Y yo misma te voy a matar.

Quedó noqueada por el golpe que le dió a la hora de lanzarla al suelo y pisarle la cabeza, no lloró, no fue capaz de mostrar los sentimientos que en una tempestad fueron liberándose en su interior. Se mostró impasible y eso detonaba en aquel un sentimiento de pura morbosidad, aun así, al momento de escucharla gruñir la pateó, provocando que rodara por el suelo.

La observó ponerse a la defensiva como un león, como si una bestia espeluznante yacerá en el fondo de aquel zafiro que se resguarda en su mirada. Dió un paso al frente, pero a la hora de hacerlo oyó un claro gruñido por parte de la joven. Soltó una risa que hizo que ésta se adelante en vez de retroceder, demostrando que no le teme, como si ya no estuviese aquel razonamiento en ella.

—No tengas miedo, angelito.

Otra vez le gruñó, pero con más fuerza y potencia, la misma que provocó que se le erizara la piel sin comprenderlo. Fue en ese instante que entrecerró los ojos y la observó con desconfianza al contemplar que un rojo potente le teñía la mirada y hacia que la clásica insignia de las diosas aparezca en ella, Serafín había empezado a desprender una fuerza más espiritual que la Deidad Suprema. Ella sin ser consciente afiló la sonrisa y se puso de pie sin siquiera esperar a que él se resguardará en su poder, porque no alcanzó a moverse que le atravesó el pecho, justo en donde permanece el corazón. Ella luego tiró de él y apretó aquel órgano vital con muchísima fuerza para que explote en su propia mano bajo la anonadada mirada de aquel.

—Tendré siete minutos para hacerte sufrir, pero créeme que los aborreceré más que tú.

Torturó sin piedad, dejó de ser una diosa enamorada de la vida y se bañó en sangre al deleitarse por el placer de matar a ese ser que ensombrecía las esperanzas de seres como ella. —M-Me sentí tan bien cuando lo torturaba y veía el terror en su mirada... —sollozó. Selló la mirada con fuerza y fue en ese preciso momento que unos brazos la rodearon con fuerza para brindarle calor, fue en ese momento que se deshizo por primera vez y lloró por haberse sentido feliz matando a alguien. —Y-Yo no soy así, yo no quiero ser así. —murmuró en un hilo de voz al aferrarse a las telas superiores del mayor y mojarlas con las lágrimas. —¡Gomenasai, Mael! —gritó desesperada teniendo una presente hiperventilación por el pánico de no saber el por qué y el cómo para las repuestas que florecieron -sin querer- en lo más profundo de ella. —Se sintió tan bien asesinar a él serafín más fuerte, juro que lo disfruté y me deleité al oírlo rogar para que le diese una nueva oportunidad para vivir.

—Nunca permitas que tu poder se apodere de ti, Próxima.

—E-Etto. ¿Por qué, Suprema-obaasama?

—Porqué cuando el cielo se tiñe de rojo demuestra un caos inminente.

El único ángel de todas las Jerarquías con el poder de obtener el mandato supremo se alzará en medio de la destrucción para sembrar vida o desatar la destrucción más caótica que se haya percibido antes. Entonces, la ira de los dioses se sembrará en los mundos y los devastará porque todos aquellos son impuros de desear la vida.

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