☼Esperanza | Meliodas (Nanatsu No Taizai)☼ 05

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Esperanza | Meliodas
(Nanatsu No Taizai)
05

☼Esperanza | Meliodas(Nanatsu No Taizai)☼ 05

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ESPERANZA
SERAFIN

—La princesa Elizabeth del Reino de Liones es muy compresiva conmigo, si, puede que a veces sea un tanto borde y no me de cuenta, pero ella parece entender mi locura y acepta mi hostilidad. Además, y debo ser explícita con esto, ella pertenece al Clan de las Diosas, otoo-san. Es que y-yo puedo sentirlo de alguna forma, porque creo haber visto esa mirada antes. Pero tal vez son paranoias mías. —confieso al reír y encogerme de hombros, aun así, no puedo evitar sacarme esa idea de la cabeza. Puede que sea un tanto histérica con el tema de los clanes, pero mis corazonadas siempre aciertan a lo que sospecho.

—Ellos son malvados, otoo-san y okaa-san.

—¿No crees que estás juzgándolos muy rápido?

—Se los dije.

—Bueno... ¡Ah! Me estaba olvidado del Capitán de todos ellos, el mismísimo Dragón de la Ira, que en verdad poco puedo decir de él. Es un demonio y creo que él más fuerte que he conocido hasta el momento: aunque alardea mucho y primero se entretiene con su oponente. Pude verlo en aquella pelea. A parte de eso es un cochino, abusivo y pervertido que le fascina manosearme, juro que le terminaré sacándole los ojos para que ya no me vea. ¡Qué me ha hecho poner unas prendas apretadas para nalguearme cuando se le ocurra! —chillo alarmada al rechinar la mandíbula debido a la molestia, pero un sonido seguido de un "auch" hizo que me siente de golpe y dirija la mirada hacia la presencia misteriosa. —Para colmo es un mirón y acosador. —refunfuño al verlo parado a mis espaldas mientras camina hacia a mi.

—¿No crees que estás exagerando un poco? —preguntó divertido al posarme una mano en los cabellos y revolverlos, a lo que inflo los mofletes y desvió la mirada.

—Ni un poco. —respondo frustrada. —Es exactamente lo que eres y no me equivoco. —prosigo a regañadientes al verlo tomar asiento a mi lado. —¿Acaso no tienes otras cosas que hacer?

—Eres demasiado borde cuando quieres, eh. —parloteó al codearme a lo que me inclino un poco hacia la otra dirección para que no me toque. —¡Pero yo también quiero jugar! —gritó y seguido de eso una curva se le formó en el rostro, a lo que sonreí sin mostrar los dientes, elevo una de las cejas para que prosiga. —Ella es Serafín, su nombres describe lo que es y proviene de la Primera Jerarquía, es muy obstinada a ser violenta y no me deja nalguearla. Además, presenta un fuerte temperamento que arrasa con las personas y seres allegados a ella. ¡Ah! Por poco se me olvidaba, repudia a su clan y a los demás. Sin embargo, tiene un fervor innato hacia la vida. ¿Se me ha olvidado algo? —cuestionó divertido una vez dejó de enumerar mis atributos, a lo que suelto una risa y niego. Claro que no le había faltado nada, no, espera:

—Y que soy más fuerte que tú. —concluyo sonriendo de forma ladina una vez elevo ambas cejas.

—Sate, sate, sate. Creo que te estás precipitando demasiado, así que bájate del caballo. —declaró, a lo que me encojo de hombros. —Tal vez quieras comprobarlo por tu cuenta.

—De hecho no, no me interesa. —aclaro.

—¿Segura?

—Ara, ara. Eres muy insistente. —parloteo al verlo divertida.

—En serio crees que pienso quedarme con una respuesta negativa. —oír eso provocó que me tensara, lo cual él lo notó. —¿Y eso?

—La última vez que luché con alguien, simplemente era un juego de niños, además, yo tenía en claro el poder de mis habilidades... —pero sello los labios para no continuar. —No es necesario que lo sepas.

—Todos cometemos errores. —corrigió amistosamente al codearme, pero termino por negar.

—¡Oh no! ¿Qué has hecho hija mía?

—No lo entenderías, Meliodas. —vuelvo a insistir al tragar con esfuerzo.

—Tal vez si o tal vez no, pero anda, cuéntame. —repitió, pero bajo la mirada, no es digno de oír mi pesar. —Serafín. —llamó para que lo vea, pero me cohibí más. —Serafín... —acercó su mano a la mía y eso me hizo estallar.

—¿Acaso no lo comprendes? —cuestiono al verlo a los ojos, fue en ese momento que hago puños las manos. —Yo asesine a seres de mi Clan por no saber controlar el poder que se me fue concedido para gobernar, para ser la heredera al trono de la Diosa Suprema. ¡Y los arcángeles no están de acuerdo! ¡Nadie lo está y yo tampoco! —suspiro dolida antes de ver como endureció el semblante, luego agacho la mirada, pero aun así sigo sintiendo cómo él no despega la atención de mi. —La Primera Jerarquía garantiza deleitarse por la luz de la Suprema, porque los serafines somos los únicos que estamos junto a ella en el trono, viéndola y alabándola. Seguimos sus acciones y somos partícipes de ellas, n-nosotros le brindamos el poder para que haga realidad los deseos y maldiciones de la g-gente... ¿Qué haces? —soy agarrada sin ninguna pizca de consideración por parte del cuello de la camisa por él, a lo que sorpresiva me dedico a observar su semblante endurecido y ojos negros, tan negros que hicieron que una marca en la frente de él se revele. Pero algo me impulsó a seguir, porque siento su descontrol emocional. —Nuestro poder es duradero y se lo aportamos para su conveniencia, p-pero siendo la única de los serafines... ¡Yamete! —le ruego que se detenga al posar las manos enfrente de mi al sentirme débil ante la oscuridad, y me asusta, porque yo no soy así.

—¿Por qué no estabas en la Guerra? —aquella pregunta hizo que abra los ojos de golpe y niegue. —¿Por qué yo no te conozco? —siguió al agitarme, no es brusco, pero la fuerza que tiene provoca que la tela de la camisa rosada se empiece a romper. —¡Responde!

—¡Porque siempre estuve alejada del Clan! ¡Jamás avale sus decisiones y me siento incapaz de entrar en ese juego en donde solo hay muerte, nosotros causamos más dolor y devastación! ¡Y eso no hacen las diosas!

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