☼Esperanza | Meliodas
(Nanatsu No Taizai)☼
12ESPERANZA
Para la vista de alguien más puede que el serafín esté dando los últimos suspiros antes de cerrar los ojos por última vez, pero, quién no la conozca estará más que equivocado. La dádiva de conceder vida solo lo tienen aquellos serafines de corazón puro, el mismo que se retuerce por el placer de amar y saber más de la vida, aunque hay que ser muy meticuloso porque por más que portes un linaje excepcional puede que no seas capaz de obtener tal honor. En la historia de los Clanes sólo hubo tres serafines reconocidos por su alto poder de regalar vida, aunque éstos con el pasar del tiempo terminaron por morir dejando a un único ser que no ha sido reconocido aún: Serafín.
Percibió el tacto de alguien externo a ella arroparla, a lo que se removió con las pocas fuerzas que mantiene para no ser cargada. Solo desea cerrar los ojos y estar en paz para poder descansar, luego lo otro será historia una vez esté bien recuperada. No obstante, olfateando aquel aroma fue capaz de darse cuenta de quién la ha tomado en brazos.
—S-Sabes, ahora no puedo estar c-contigo y tampoco es que qui... —abrió a penas los ojos y observó que ha manchado las prendas del rubio, a lo que le lanzó una mirada divertida. Soltó una risa sin aguantarse, pero una vez fue posada en la cama empezó a toser y, aunque se cubriera la boca, la sangre se abrió paso y terminó por mancharle las mantas a éste. —¡Ugh! Que asco, eres un cochino. —parloteó desvariando de consciencia, porque es un hecho que está a punto de caer en un profundo y largo sueño.
Ni estando loca perdería el humor y por esa misma razón siguió haciendo pésimos chiste dirigidos hacia el demonio que ni siquiera se ha dignado a hablar. Sin embargo, el humor le duró muy poco, ya que luego se entristeció de la nada y empezó a lloriquear e intentar escaparse de aquella cama, pero él no se lo permitió.
—¡Soy una pésima hija y ni siquiera podría gobernar uno de los Clanes más poderosos! —sollozó con melancolía abrazando al rubio, lo rodeó por el cuello y se refugió en el pecho de éste cuando las lágrimas se hicieron presentes. Se sorbió la nariz y también empezó a quejarse del gusto metálico en los labios. —Nada tiene sentido, qué caso tiene que me hayan entrenado desde que tengo uso de razón y-y que en vez de ello me haya enamorado. ¡¿Por qué Suprema-obaasama fue tan perra y desconsiderada en no enseñarme a controlarme?! Y-Yo asesiné a todos los serafines, okaa-san se fue a la guerra para impedir que yo fuera porque sino sería algo caótico. ¡No quiero matar, me rehuso a hacerlo por más que se trate de defender a los míos! Ni siquiera siendo una niña me controlé y asesiné a un niño... ¡Un niño! —lloró una vez lo agarró de los hombros para alejarse y verlo a los ojos, muy pronto se empezó a desesperar y negar aturdida. —Y-Yo lo amo, pero él jamás volvió. —confesó recostándose en la cama para cubrirse el rostro con el propio antebrazo. —¿Pero por qué lo siento vivo...? ¿P-Por qué...? —susurró en un hilo de voz volteando a verlo y sonreírle con dolencia. —Es una mentira... —se quebró ahí mismo, enfrente de alguien que ni siquiera la conoce y solo mantiene relaciones sexuales con ella, sexo y nada más. —El amor no lo puede todo y si fuera así, yo estaría con él y me amaría a pesar de ser alguien de la tercer jerarquía. —llevó una mano hacia la mejilla trigueña de él y se la acarició con dulzura, con la misma que hizo que los ojos se le iluminaran. Observó el rostro inexpresivo de él, a lo que empezó a jugar con aquellos bonitos cabellos dorados. —Hubiésemos sido unos buenos padres, ¿tú qué crees? —consultó en un tono tenue al curvar la comisura de los labios viendo cómo Meliodas cerró los ojos al oír lo último.
Le costó al principio e incluso se quedó mudo, pero terminó por acéptelo. Llevó una de las manos hacia donde está la de ella y la agarró con la suya, luego abrió los ojos y también compartió el sentimiento. —No lo dudes, Serafín. Hubieses sido una madre excepcional. —asimismo se retiró un pañuelo de las vestimentas y empezó a limpiarle la sangre que abunda en el rostro de ella.
—Meliodas.
–Si.
—¿Tú has estado enamorado?
Se detuvo abruptamente y apretó el pañuelo con una rabia disimulada, bajó el rostro y oprimió los labios al no poder soltarlo.
—Es bonito estarlo, pero siendo sincera creo que no sirve. —ella misma se contestó y sonrió de oreja a oreja al moverse un poco hasta quedar cara a cara con él y encontrarse con los esmeralda del capitán de los pecados. —Sin embargo, a veces tenemos que saber soltar al primer amor para poder vivir y enterrarlo para que pueda descansar en paz.
Arrugó la nariz y empezó a balbucear que el sol le molesta, se movió a un lado y se movió para el otro -quizás- buscando un poco de comodidad para proseguir con el sueño que tan bien le sienta. Pero empezó a quejarse cuando empezó a ser apretujada, a lo que maldijo y buscó, aun con los ojos cerrados, un cojín para poder abrazarlo y aferrarse a él para cubrirse el rostro. Lo consiguió. No obstante, al momento de hacerlo éste por si solo se le encimó una vez fue envuelto por los propios brazos de ella. Sonrió gustosa para poder acurrucarse más y apreciar aquella calidez que la arropó al igual que la fragancia rica.
Se mojó los labios una vez se los relamió para luego sentir como la nariz le empezó a picar debido a los cabellos, a lo que hizo una mueca, pero en cuanto le fue posible al parecer en sueños el cojín tomó la forma de una boca, la cual le acarició la suya y empezó a jugar con ella como le gusta. Me gusta. Pensó al momento de ser abrazada por ella y con malicia sentir la capacidad de ésta para empezar a mimarla.
—Ara, ara.~ —canturreó empalagándose de placer al percibir que ella empezó a besarle el cuello, que tan bien se siente una vez se empezó a frotar...: —¡Los cojines no pueden hacer eso! —estalló abriendo los ojos de golpe lista para golpearlo, pero al verlo debajo de las sábanas con los ojos cerrados se quejó en pensamientos. —Es un cochino hasta cuándo duerme. —farfulló a regañadientes una vez se recostó nuevamente y dejó que aquel utilice de almohada sus atributos delanteros, que por lo visto son suaves. Aunque tiene que ser sincera, es decir, es incómodo y un poco molesto que éstos sean aplastados por las mejillas de él. Ni hablar de la mano que tiene en una de las nalgas que le levanta inconsciente la pierna para que la enrede con su cuerpo. Pero, a pesar de estar haciendo una mala cara, lo abrazó por el cuello y empezó a darle leves palmaditas en la espalda, que por cierto permanece desnuda. —Ohayo, Meliodas. —balbuceó enternecida al verlo sonreír entre sus senos, a lo que cerró los ojos y dejó que la luz de la mañana se filtre por aquellas telas. —Ohayo...
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☼Esperanza | Meliodas (Nanatsu No Taizai)☼
Fanfiction(¡NO PERMITO ADAPTACIONES) 🐉Obra originalmente publicada el 23.01.2019 🐉Todos los personajes le pertenecen a sus respectivos creadores. 🐉AiElemental