Epilogo

34 3 5
                                    

Diciembre, 2018

Laura me saludó como de costumbre, amable. No era tan amable como Eva pero podía imaginar porque. Tal vez ella le había contado lo patán que fui, tal vez le había dicho lo mucho que me odiaba o tal vez sólo no le agradaba. La única vez que me habló genuinamente fue cuando pedí el número de Eva.

Durante el mes maravilloso que estuve con mi niño no supe de Ella, le deje dicho que me dedicaría en cuerpo y alma a él y así fue. Cada noche le enviaba un mensaje preguntando como había estado su día, dejó de responder a las dos semanas. Lo último que sabía era que iba a tomar sus vacaciones para dedicarse a mejorar. Había llamado pero siempre mandaba a buzón, al parecer cambió de número porque tenía más de un mes que no se conectaba.

En secreto le agradecí el consejo que me dio esa noche en su auto, mi niño se había ido con la idea de miles de pequeños héroes luchando dentro de su cuerpo y con una sonrisa.

Había venido más seguido que de costumbre para verla pero no estaba, siempre estaba Laura a cargo. ¿Habría renunciado? En todo este tiempo no me atreví a preguntar por ella, me sentía culpable por haberle dejado sola en su travesía y no la culpaba si decidió eliminarme o bloquearme de todo; mi hijo me absorbió en todos los sentidos y no me arrepiento.

Reuní todo el valor que me quedaba, hoy tenía planeado invitarle a cenar. Igual que un año atrás, por fin estaba listo para salir de mi cueva.

-Buenas tardes Señor Pocciareli ¿Qué se le ofrece?- entrelazó sus dedos

-Me gustaría saber si está Eva por aquí- Hablé neutral, como siempre le había hablado. Ella no era Eva.

Dudó un momento; mordió el interior de su labio y respondió cortante –No, no está por aquí-

Seguramente Eva le había dicho que no me quería ver – Es urgente- la miré esperando intimidarla pero no pareció funcionar

-Ella... Ella ya no trabaja aquí- sus ojos eran fríos

Era de esperarse, no me di por vencido.

-Entonces dime donde trabaja ahora- respondí impaciente

La dureza de su rostro desapareció. Me miró cautelosa- No... ¿No lo sabe verdad?- me observo con lástima

Era un hombre duro, era fuerte, pero la idea de que Eva ya no estuviera en este mundo me destruía, me dejó atónito. Algo dentro de mí se quebró. No había valorado la oportunidad de conocerla mejor, de tratarla mejor y ahora jamás podría hacerlo, mi respiración se volvió irregular

-¿No sé qué?- pregunté al borde del pánico, recargué mi peso en la vitrina

-Eva ya no está aquí- su rostro se contorsionó

-¡¿Y eso que significa?!- grité llamando la atención de otras personas pero no me importaba – Habla claro joder- Mi respiración faltaba, necesitaba saber qué pasó con Eva.

Laura dio un saltito y tragó – Que no está en Inglaterra-

Más relajado di un profundo respiro -¿Tienes su número?- antes que emitiera palabra intervine - ¿Por favor? Sólo quiero saber de ella-

Sus ojos se suavizaron, y anotó unos dígitos en un papel. Me lo entregó – Ahí tiene

Agradecí y subí a mi auto recuperando el aliento. La llamaría en la noche.

Al llegar a casa la camioneta de caridad ya estaba ahí, les indiqué lo que tenían que llevarse. Personalmente había empacado cada prenda y cada juguete de mi hijo. No quería decirle adiós a sus cosas pero tenía que hacerlo, tenía que vivir a través de otros; habían muchos niños más que necesitaban todo lo que yo probablemente conservaría sin un uso.

Siempre Yo [18+] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora