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El viento azotó con fuerza en la ventana, abriéndose de par en par y despertando a la chica de cabello negro en el proceso. Frotó sus ojos y estiró la mano hasta topar con la luz de la mesita de noche, intentando prenderla con éxito.

Frunció el ceño y tembló rápidamente, cayendo en cuenta de que la energía se había ido y no podría prender ninguna luz en su casa.

Respiró de forma agitada y tanteó en la mesa de noche, tomando su teléfono con fuerza y entrecerrando los ojos cuando el brillo le dio en los ojos. Dios...deseaba tanto que hubiese luz, la oscuridad la hacía sentir tan insegura y vulnerable.

Lauren hace muchos años que no tenía seguridad en sí misma, y cada vez se había vuelto aún más temerosa que antes. Y la oscuridad...la oscuridad le asustaba tanto. Le hacía pensar, sumergirse en todo lo que siente y la volvía tan vulnerable. Cualquiera podría romperla en aquella oscuridad.

Para su fortuna, ella tenía a alguien que nunca la abandonaría en esa situación, alguien que siempre la haría sentir segura así fueran las tres de la madrugada-como indicaba su móvil en aquél momento-.

Y ese alguien era Camila Cabello. La misma que ahora llamaba a Lauren por el móvil, aquélla que estaba sentada en su cama con apenas una remera que cubría sus diminutas bragas, mientras jugaba con el borde de las sábanas preocupada por el estado de la ojiverde; a ella jamás se le olvidaba lo temerosa que era su amiga.

-¿Camz?-Murmura Lauren, atendiendo la llamada y llevando sus rodillas a su pecho en un reconfortante abrazo.

-Lern...¿estás bien?-Pregunta Camila al otro lado de la línea.

Lauren muerde su labio y baja la mirada, aunque tiene que forzar esta para ver sus propias piernas. No, no lo está. Tiene miedo, los ruidos fuertes del exterior la sobresaltan y Camila puede notar eso cuando la respiración de la menor se vuelve irregular, pesada.

-Um...¿puedo pedirte que hagas algo, Lo?-La voz de Camila suena tranquila, pues eso es lo que busca transmitirle a su amiga. Un pequeño sonido de aprobación se escuchó de parte de la ojiverde.-Dime cinco cosas que odies.

-Uh...Mis compañeros de primaria-Inició Lauren, frunciendo el ceño para pensar.-Dios. Odiaba que me molestaran tanto por mi tono de piel ¡Yo no pedí parecer un vampiro!-Bufó, y Camila pudo imaginarse que la ojiverde arrugaba la nariz.-También...odio los ruidos fuertes. Me asustan mucho, ¡igual que las tormentas! Son horribles...

Camila ríe apenas y el corazón de la ojiverde salta, sonrojandose por como se siente.-Odio...odio que me ignores. Me gusta ser tu centro de atención cuando estamos juntas...y también odio...odio...

Odio que estés con Ariana y no conmigo, pero si ella te hace feliz yo no soy nadie para impedirtelo.

-Odio cuando no entiendo algo y la gente se desespera por eso.-Reemplazaba su pensamiento de inmediato, sintiéndose una cobarde.

-Bien...ahora dime cuatro cosas que te hagan gracia.-Continúa la morena con su ejercicio, buscando distraer a la ojiverde.

-Cuando te ríes; tienes una risa muy pegajosa y me hace gracia.

-¿Mi risa te hace gracia, Lo?-Canta la última sílaba con una sonrisa, sintiéndose halagada de ser la primer cosa positiva en la charla.

Lauren queda en silencio, con las mejillas rojas. Y agradece que Camila no esta allí, puesto que parece un tómate resplandeciente en la oscuridad de su cuarto. Carraspea y sigue con el juego.

-También me hacen gracia los vídeos de gatitos...¿o eso es ternura? No lo sé. Me encantan y me hacen reír-Una sonrisa se asoma en sus labios.-; también los vídeos de bebés quedándose dormidos y los conejos.

Lauren se siente segura, deja de abrazar sus piernas y se recuesta en la cama, sintiéndose cálida y acompañada. Poco a poco empieza a distraerse y dejar de pensar en lo que tanto la atormenta.

-Tres cosas que jamás volverías a hacer.

Lauren responde de forma simple "dormirme en clases"-aún recuerda cuando sus compañeros no la despertaron y se quedó en el Instituto hasta que fue cerrado-, "entrar a una tienda para no comprar nada" y "mentirle a mi mamá".

Aquellas cosas son tan simples e inocentes, que Camila siente unas ganas terribles de tomar a Lauren en brazos, mimarla, abrazarla, protegerla y llenarla de besos por todo su rostro. Siente a Lauren tan pequeña y tan suya que le parece hasta enfermo lo que siente por su mejor amiga.

-Dos cosas que sí volverías a hacer.

-Uh...tocar el piano frente a mucha gente y...-besarte-irme contigo a otro país. Como esa vez que nos fuimos a España, ¡ni siquiera sabíamos dónde quedarnos!

Lauren ríe y Camila se siente plena. Así que por último, suelta la última parte del ejercicio.

-Algo que desees hacer todos los días.

Y Lauren, ni siquiera se lo piensa. Lo suelta de forma automática y no es consciente de lo que dice en ese momento, pero está tan distraída y cómoda hablando con Camila que la respuesta no le interesa, ni tampoco el trasfondo de ella.

-Besarte.

Se hizo el silencio al otro lado de la línea y Lauten ni siquiera lo notó, con sus ojos cerrados y su pecho elevándose suavemente, sus mejillas rosadas y sus labios curvados en una suave sonrisa, su respiración tan calmada que al otro lado del teléfono transmitía una paz increíble...Ni siquiera notó que prácticamente se había declarado a su mejor amiga de la forma menos planeada.

Pero Camila también era demasiado insegura y, así saliera de la propia boca de Lauren, siempre le costaría creer que alguien quisiera besarla todo los días.

Incluso si Ariana ya lo hacía; Camila lo único que quería era los labios de Lauren sobre los suyos día a día. Pero, aunque la ojiverde le gritara que la ama, que le gusta y que es todo para ella, la mente de Camila volvería siempre al mismo punto una y otra vez:

Ella no es importante, ni jamás encontrará a alguien a quien de verdad amará y con quien estará toda su vida.

No. Y sin embargo, hundiéndose en su propio colchón, susurró antes de cortar la llamada:

-Puedes besarme todo lo que quieras, Lo.






A/N Perdón por tardar tanto bebés.

eso es homofobia; camren |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora