El cambio

919 26 0
                                    


Si Aitana se pone a pensar, no sabe el momento exacto de su vida en el que decidió que quería dedicarse a la psicología. Siempre había sido así. Es por ello por lo que, cuando hace 3 años le comunicaron que había entrado en la carrera que siempre había querido y en la universidad que siempre había querido se llevó la mayor alegría que recuerda, aunque todo ello hubiese supuesto llevar una vida bastante diferente a la que había llevado hasta cumplir los 19. De la noche a la mañana pasó de estar viviendo bajo el techo de sus padres en Barcelona a mudarse a una ciudad como Madrid, completamente nueva para ella, y pagando un alquiler de 500 euros mensuales. A pesar de que sus padres insistieron en pagárselo ellos mismos, Aitana se negó en rotundo. Ella tenía claro que no quería depender de nadie. Algún día tendría que comenzar a labrarse la vida por ella misma, y pensó que cuanto antes se acostumbrara a ello, mejor. Fue por ello por lo que, al llegar a la capital, comenzó a buscar trabajo, echando currículum en tiendas de ropa, locales de restauración, grandes almacenes e incluso como niñera, a pesar de no tener ningún tipo de experiencia en ninguno de los sectores. Aunque los primeros dos meses tuvo que tirar de los ahorros que tenía para poder pagar el alquiler y la matrícula de la universidad, pasado ese tiempo la llamaron para trabajar cuidando de dos niños, Pablo y Alejandro. Aitana se había llevado bien con ellos y sus padres desde el principio y ellos la ayudaban en lo que podían a compaginar sus horarios de trabajo con los de sus clases en la universidad y el cuidado de los niños. La familia la había acogido muy bien y Aitana se sentía a gusto trabajando allí. El problema vino cuando, después de haber estado dos años y medio trabajando en aquella casa, un día la madre de los niños le comunicó que había aceptado una oferta de trabajo en Berlín y se mudarían allí en breve, por lo que, como era de esperar, ya no podrían seguir contando con Aitana. Así que, a partir de ese momento, tuvo que empezar de cero a buscar empleo si no quería que su casera la echase del piso por no pagarle el alquiler. Por suerte para ella, una compañera de la universidad le comentó que iban a abrir un supermercado en su barrio y estaban buscando personal. Aitana no se lo pensó dos veces y esa misma tarde fue a llevar el currículum allí y a los dos días la llamaron para trabajar como reponedora y cajera. Aunque al principio todo parecía marchar bien, conforme pasaban los días Aitana se sentía más estresada porque no tenía tiempo para hacer la vida de cualquier persona normal con 22 años. En la universidad veía que sus compañeros salían a tomarse algo juntos cuando terminaban las clases, iban los viernes de fiesta o salían de compras cualquier día. Sin embargo, para ella todo aquello era completamente imposible: se levantaba a las 6 de la mañana para ir a la universidad, salía de clase y tenía de correr para poder coger un autobús, en el que comía cualquier bocadillo, que la dejase relativamente cerca del supermercado en el que ahora trabajaba, cumplía con su jornada laboral, se montaba en el metro para regresar a casa y hasta pasadas las 23:30 no introducía de nuevo la llave en la cerradura de su hogar. Y así día tras día. Por lo menos, los sábados por la tarde y los domingos los tenía libres para ver a Álex o a Rocío, las únicas personas que tenía en Madrid a excepción de sus compañeros de clase, con los que prácticamente ya no quedaba nunca. Menos mal que esos ratos la hacían desconectar un poco y olvidarse de la ansiedad que estaba sufriendo, porque estaba segura de que no podría aguantar mucho más tiempo así de no ser por ello. Pero estudiar psicología en Madrid es lo que siempre había querido, así que supone que todo el esfuerzo que está haciendo valdrá la pena.

Desde hace rato, Aitana no deja de pensar en todo esto y las letras de sus apuntes no paran de bailar en su cabeza. No da más de sí. Lleva toda la tarde del sábado, desde que salió del trabajo, sin parar de estudiar para el examen de Neuropsicología del desarrollo que tiene el lunes. Y no es que no se lo sepa, que está convencida de que sí, pero quiere presentarse completamente segura al examen y últimamente el estrés que le está tocando vivir acompañado de la falta de tiempo para el estudio, le está pasando factura. Ella nunca en su vida ha suspendido; es más, jamás ha bajado del notable. Por este motivo, Álex se suele burlar bastante de ella cuando Aitana se queja en su día a día o le dice que no puede quedar con él porque tiene que estudiar y va muy retrasada con el temario.

Hoy, a diferencia de otros días, Aitana ha terminado cediendo a quedar con Álex a pesar del poco tiempo que queda para la fecha del próximo examen, ya que el chico se estaba empezando a enfadar con ella de verdad porque últimamente no salía nunca y "parecía que no quería quedar con él"; y no es que no quisiera, sino que no podía. Si no tenía tiempo para sus obligaciones, ¿cómo iba a tenerlo para su tiempo de recreo? Pero es imposible conseguir que Álex entre en razón, así que Aitana terminó por ceder solo por no seguir discutiendo con él y estar escuchando todo lo que decía. A fin de cuentas, le ha prometido que solo saldrán a tomarse algo con Rocío y un par de amigos de ambos y luego irán los tres a ver una película a su casa. No será algo demasiado agotador y ella podrá acostarse pronto y estar descansada para pasar todo el domingo estudiando. O, por lo menos, eso espera.

Aitana consulta la hora en su móvil y comprueba que quedan solo 10 minutos para que Rocío pase a buscarla e ir juntas al bar en el que han quedado con Álex y el resto de los amigos que este y Rocío comparten.De pronto, suena el pitido de entrada de un WhatsApp en su móvil. Lo lee y es Rocío,que acaba de salir de salir de casa y en 10 minutos estará en la puerta de la de Aitana, por lo que esta última comienza a vestirse y sale de casa para esperar a su amiga en la acera de enfrente de su edificio. A pesar de no estar muy de acuerdo con Álex al principio, está segura de que ha tomado una buena decisión saliendo de casa. Será una gran noche y le sentará bien para despejarse un poco de los estudios y el estrés que está viviendo con la universidad y el trabajo.     


¡Hola! Llevaba mucho tiempo queriendo escribir por aquí, pero no me animaba a dar el paso, pero hoy he leído una frase de Virginia Woolf que me ha animado a hacerlo: "Escribid mujeres. Escribid, que durante siglos se nos fue negado". Espero que os guste mucho la historia. Aunque al principio los capítulos parezcan un poco sosos, os prometo que a medida que la historia vaya avanzando irán siendo más interesantes, de verdad, pero primero quiero situaros bien y que comprendáis la situación en la que se encuentran Aitana y Luis antes de conocerse, que se conocerán. Mi idea inicial es que un capítulo lo narre ella y otro él para que los conozcáis por igual y, en principio, lo haré así, aunque en algún momento esto puede cambiar. Aunque creo que no es necesario, también me gustaría aclarar que esta historia es completamente ficticia y que el hecho de que los personajes se llamen de esta forma nada tiene que ver con las personas a las que representan. Las situaciones que vivan, sus comportamientos, cómo actúen, sus sentimientos y sus opiniones son completamente inventadas por mí y no tienen relación con cómo creo que serían en la realidad si ellos viviesen lo mismo. Simplemente son personas que me sirven de inspiración para escribir y lo hago con un respeto y cariño infinitos hacia ellos.  

Me gustaría que me comentaseis vuestras opiniones, dudas, recomendaciones y aportaciones que os gustaría hacer. Estaré encantada y muy ilusionada de leeros. Tengo una vida bastante ajetreada, pero intentaré que no pase mucho tiempo entre publicaciones. 

Os dejo por aquí mi cuenta de Twitter: @atomiant

¡Nos leemos por allí!


Los secretos de tu cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora