Luna ámbar

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Ambaaaaaaar -Gritó alguien en mi oído.

Gemí y seguí durmiendo. O esa era la idea, hasta que un estruendo me hizo saltar desde mi cama hasta el suelo, rodando por el frío -muy frío- suelo.

—Feliz cumpleaños! -Gritó Emma. Estaba vestida con el uniforme del instituto, al rededor de ella una suave línea de colores se pintaba de dorado y azul; estaba feliz, pero aun así triste. sostenía en sus manos un juego de ollas.

Maldita sea el día que decidí ser su amiga, maldita psicopata. Estaba agotada, el entrenamiento con mi padre había sido hasta las 6am

—Puedes por favor, dejar de mirar a la nada con esa cara de loca y decir algo -Exclamo. Llevo sus brazos en jara mirándome enojada

—Gracias?... -murmuré rascando mis ojos.

—Ratas de alcantarilla -Gritó Adrik atrás de Emma.

Adrik llevaba su pelo castaño revuelto para todos lado, al rededor de sus ojos castaños unos lentes azules se posaban chistosos.
Ambos eran mis mejores amigos desde que; uhmm no se, tenía memoria.
Adrik era mi guardián, encargado de protegerme y en caso necesario entregar su vida por mi.
Emma en cambio, sólo era una humana que habíamos conocido hace muchos años.

—No griten, siento que quiero dormir una enternidad mas -dije. Lleve las manos a mi frente y exclamé;- Papa creo que tengo fiebre, mejor vuelvo a invernar

—No seas hija de

—Hija de que, Emma? -Había preguntado papá al lado de Emma con la ceja curvada.

—Hola señor Frank -Empezó Emma removiendo  nerviosa sus manos- Pasa que su hija no se quiere levantar, y hoy es su cumpleañooooos -Dijo alargando demasiado la "o"

— Y está de mal humor -Agregó Adrik- como de costumbre.

—Emma me levanto con golpes de ollas, Adrik -Le dije, mirándolo con ojitos de perrito mojado

—Emma! -exclamo el- va a estar insoportable todo el día.

—Eso se puede solucionar -Dijo la rubia.

Adrik y Emma comenzaron a acercarse silenciosos hacia mi, parecían depredadores a punto de atacar a su presa. Mierda pensé.
Entonces Emma se lanzó sobre mí, seguida de Adrik que comenzaron a hacerme cosquillas, y dios.
Grite, reí, pataleo, y juro que me defendí, mordí y arañé a todo el que me toco.

Luego de una larga -muy larga- guerra de cosquillas, todo había terminado en felicidad porque había llegado lo único bueno de mi cumpleaños: mis regalos.
Parecía completamente materialista, pero amaba ver como mis amigos estaban una tarde entera buscando algo para regalarme, para terminar siempre en lo mismo un vale por comida.

—tienes el pelo más oscuro, ambi -Dijo Adrik mirándome con atención- te hiciste algo?

Mire las puntas del mismo, y si, parecía más rojo carmesí que pelirrojo natural.
Mi pelo era bastante largo, caía hasta un poco más abajo de la cintura, con ondas naturales, era pelirrojo, pero ahora estaba rojo. Casi como la sangre.

—Es verdad -afirmó Emma- y tus ojos están más claros...

Papa en la punta de la mesa tosió, mirando en mi dirección. Automáticamente lleve mis manos hacia mis ojos y fruncí los hombros.
Mis ojos en cambio, eran celestes casi blancos. Y contrarrestaba con mi pelo tan oscuro.

—Use un nuevo shampoo ayer -Murmure. Recordando el shampoo de uvas que me trajo la novia de papá.
Mis amigos fruncieron los hombros y siguieron comiendo

—Viste el eclipse de sangre? -Preguntó Emma. Papa tosió atragantándose con su dona -de nuevo-

—No -respondí mirando de reojo a mi padre- ustedes?

—Ya sabes luego de una noche de sexo -Comenzó a contar Adrik con la boca llena de comida.

-Que dijiste Adrik? -Preguntó papa soltando el periódico y mirando directo a los ojos de mis amigos. Emma y yo masticábamos nuestra dona muy interesadas

—oh vamos Frank! Si ámbar ya debutó...

—Papa, no puede ser -exclamé interrumpiendo a mi amigo- de hace increíblemente tarde, disculpa. Ya sabes que soy muy responsable con el insti.

Tire de mis amigos, lanzándole un beso a la pasada a papa, que seguía pálido y hecho piedra.

—Ambaaaaar -Gritó el pelado adentro.

—Mierda Adrik -le grité golpeando el volante- como se te ocurre que mi padre puede saber si tuve sexo o no

—Lo traías a tu casa Ambii, pensé que era obvio -Este hablaba sacando su cabeza entre los dos asientos y mimando los hombros de mi callada amiga.

La cual ahora que la veía, su aura estaba cada vez más azul oscuro, encarne una ceja y volví a mirar hacia enfrente.

Las auras había comenzado a verlas desde muy chiquitas, al principio pensé que todo el mundo las vería, luego me di cuenta que no.
Habían personas, que las auras se le pintaban alrededor en forma de gas, denso y de colores, otros que lograbas sentirlo si prestabas mucha atención; el sentimiento te invadía de una manera extraña y acogedora.
Como si algo te envolviera y te pidiera ayuda a gritos..


Ámbar! -Exclamo Adrik, volví mis ojos al frente tan rápido como pude.

Frente a nosotros y por el mismo carril, una camioneta negra, cuatro por cuatro iba contra mano

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