Capítulo 1: '¿Destino o casualidad'

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NATALIA

—Mamá, te tengo que dejar, estoy llegando ya—sentía los nervios a flor de piel, estaba llegando a mi destino—hablamos, te quiero.

Colgué sin apenas dejarla acabar. Ya estaba lo suficientemente nerviosa como para tener que escuchar a mi madre repetirme lo muchísimo que me jugaba en la fase del casting a la que actualmente me estaba dirigiendo. Quedaban aproximadamente diez minutos para que el tren se detuviese en la estación más próxima a Terrassa. Miré Twitter para matar el tiempo muerto en los últimos minutos de viaje. Y ahí estaba ella. Otra vez esa chica tan jodidamente guapa. Dicho twitt decía lo siguiente: "futura promesa para entrar en la academia". Desgraciadamente, no aparecía ni su nombre ni procedencia. La impaciencia por coincidir con aquella pequeña rubia supuso una especie de necesidad secundaria.

ALBA

—Hola, buenas tardes, mire necesito que me lleve a este hotel—indiqué al taxista, como buenamente pude, la dirección que aparecía en mi pantalla.

El hombre asintió y arrancó.

—Mucha suerte—espetó derrepente.

Debido a mi empane mental ocasional, tardé unos segundos en reaccionar:

—¿Co-como s-sabe qué yo...?
—Mi sobrina no pasó. Pero le llegó la información de donde proseguiría el casting.
—¿De donde es ella?
—Pamplona—a continuación, aprovechó el semáforo en rojo para enseñarme un vídeo procedente de su celular, el cual mostraba una de las fases primerizas del casting. No hacía falta ser extremadamente inteligente para deducir que su sobrina era la que cantaba y protagonizaba la escena, pero yo tenía la vista fijada en otra persona. Era un chica esbelta, con una melena negra a la altura de los hombros y un flequillo largo apartado a ambos lados de la cara. Llevaba la raya perfectamente pintada y andaba recolocándose el septum de su fina nariz mientras observaba atentamente la actuación.

—Que mirada tan intensa—pensé en alto.
—¿Perdone?
—Eh... esto... que... joder, hay que ver como canta su sobrina—disimulé como la mierda.

El resto del trayecto me dediqué a indagarme en las canciones de mi playlist y finalmente, debido al cúmulo de agotamiento que carecía, caí rendida en una siesta improvisada.

...

—Eh, señorita—oí malamente.

Abrí los ojos, y divisé como el taxista me daba constantes y suaves zarandeos en mi hombro con sutileza.

—Perdone, ¿cuánto es?

NATALIA

El hotel en el que yacía se encontraba situado a las afueras, pero resultaba ser fácilmente accesible desde cualquier perspectiva. Lucía bastante acogedor, con el ambiente musical como su causa principal.
Me encontraba reunida con aspirantes, técnicos y productores mientras conversábamos en los jardines a la espera de la llegada del resto de personas involucradas en el acto.
Se hizo presente en mi subconsciente la pequeña esperanza, que anteriormente pedecí, de encontrarme con aquella misteriosa chica. Bufé ante la impacienta que progresivamente se apoderaba de mí:

—María, ¿conoces a esta chica?—inquirí mostrándole el twitt marcado.

Maria era prácticamente la única persona con la que había logrado entablar una conversación más allá de lo propio al conocerse. Era una mujer extremadamente peculiar, básicamente porque se salía de la monotonía a la que ya estaba acostumbrada ver padecer a otras personas.

—Yo le daba—respondió tajante—hostia no que tengo novio coño—añadió segundos después.

Naturalidad. Así era ella.

Hilo Rojo | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora