Capítulo 8: 'Mariners Apartment Complex'

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Actualidad
NATALIA

—¡Estás de coña! ¿Y luego no te ha mirado en el resto de la noche?—exclamó Alícia, visiblemente ofuscada, al otro lado de la línea.
—Tal cual.
Tenéis que hablar más, Nat. Os falta comunicación, créeme.
—¿Sobre qué?
Pues sobre el beso, por ejemplo.
Ni si quiera sé que decirla.
Tenéis novio las dos, y tampoco sabes como se lo tomó ella. Por ahora lo mejor será no darle importancia, ¿no crees?
Pues eso mismo estoy haciendo.
No confundas, estás haciendo como que nada ha pasado.
—¿Y qué se supone que debo decirla, pues?
Algo así como que fue sin querer...—comenzó explicando, cosa que no logró finalizar, pues la puerta se abrió inesperadamente, posiblemente dando paso a Alba; razón por la que opté por interrumpirla:
—Bueno mamá, ya hablaremos.
—¿Ha entrado Alba, no?—susurró ella.
—Sí. Luego te escribo. Adeu.

Colgué.
Me giré, esperando toparme con la susodicha. Sorprendentemente, se escontraba María en el humbral, mirándose las uñas con una expresión de indiferencia.

—¿Que tal Alícia?—inquirió al cabo de unos breves instantes de silencio, manteniendo su posición previa.
—¿Me has estado espiando?

Verdaderamente, sentía un leve cabreado que traté de no mostrar.

—Sí—respondió sin más, ahora sí, estableciendo contacto visual.
—María tía...
—A ver. Así para la próxima ya sabes de que cosas no hablar en estas situaciones cariño, podría no ser yo.
—Lo qué tú digas.
—Bueno—acortó distancia—¿quieres mi consejo?
—Claro.
—Pues luego te lo cuento.
—¡María!
—Vale, vale, es coña tía. Pues mira, vamos por partes. Para ti, ¿que significó aquel beso?
—Nada.
—Una mierda pa' ti.
—Pues... me gustó.
—Aclaremos: te gustó bastante.
—Vale, sí. Y después le estuve dando vueltas. María, mi relación con Alba va mucho más allá. Nunca había conectado así con nadie. En principio somos amigas, pero es tal la conexión emocional que no sabría estiquetar nuestra relación. Quizás sea por falta de tiempo.
—¿Pero ahora?
—¿Ahora qué?
—¿Sientes algo?

¿Acaso lo hacía?

—No.
—Pues como no hables con ella la cagas. Además, ¿eres consciente de cómo le acabas de comer el cuello?
—Me he pasado, ¿verdad?
—Toda la peña ya sabe que entre vosotras hay algo, para que te hagas a la idea.
—¡Pero si no hay nada!
—Hablad, aclarad las cosas. Ahora sois amigas, el tiempo dirá. Vais a estar mucho tiempo encerradas, y no hay que ser muy listo para saber que vais a entrar y vais a durar mucho ahí dentro las dos. Mentalízate.
—Me has dicho lo mismo que Alícia.
—¿Tú amiga?
—Y ex.
—Que coño, ¿hablas con tu ex de Alba?
—Sí.
—Eres única en tu especie tía.
—Ella también lo hace conmigo. Lo nuestro fue bonito mientras duró. Muy bonito además.
—Pues de puta madre.
—Y bueno. Hay otra cosa. Alba me pone. Mucho.
—Hombre, lo raro sería que no lo hiciese.
—No Mari, no es eso. Quiero decir que hay tensión sexual. Siendo realista, creo que hemos estado a punto de comernos la boca varias veces.
—Ah. Pues ahí no se como ayudarte. Pero... Natalia, ¿tu sabes que una de las combinaciones perfectas para enamorarte de una persona es que haya mucha tensión sexual y conexión emocional, no? Aparte de que te guste como persona y tal.
—María, se te está yendo la pinza tía. Estás loca.
—Hacemos una apuesta.
—No.
—Sabes que vas a perder.
—María, los sentimientos no se pueden predecir, ni medir, ni controlar.
—Si te enamoras de Alba me invitas a una cerveza.
—Hombre, eso sin enamorarme de ella.
—Pues no se hable más.
—Que no me voy a enamorar, joder.
—¿Tú te escuchas cuando hablas?
—Es un acto involuntario.
—¿Entonces?
—No te entiendo, María.
—Que los sentimientos no se pueden predecir, idiota.

Hilo Rojo | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora